Sonrisas y nervios en la llegada a Castilla y León de 147 niños saharauis

Exhaustos es el adjetivo que puede definir las caras de las decenas de niños saharauis que han llegado hoy al aeropuerto vallisoletano de Villanubla. Muchos de ellos sonreían a las cámaras, con curiosidad, otros reflejaban en sus rostros confusión, de no saber muy bien dónde se encontraban. Una niña lloraba a su madre por teléfono, seguramente por el agotamiento del viaje. Todos los chavales, de edades comprendidas entre los 6 y los 8 años, llegaron al aeropuerto con unas tarjetas identificativa, para que se supiera a qué provincia de la comunidad se les iba a trasladar. Entre ellos, con la tarjeta de 'Valladolid' al pecho, había uno en silla de ruedas. En la provincia vallisoletana se quedarán en torno a 20 de los llegados hoy.

La escena es enternecedora y jovial. Al ver a las televisiones, un grupo de chavales pregunta si les pueden hacer un vídeo diciendo que quieren volver a casa, otros corretean o juegan con el móvil. Los procedentes de Tinduf, a su llegada, se cruzan con otros niños del proyecto Madrasa, que permite que los que sobrepasan la edad para seguir en Vacaciones en Paz (12 años es la edad máxima) puedan estudiar en España con un visado de estudiante. Amparo Cerecedo, una gallega inmersa en ambos proyectos se queja de la tardanza del avión. «El nivel de estrés emocional que tienen los niños es tremendo. Cuando salimos dijimos, qué bien que ya volvemos, ahora estamos esperando», decía.

El vuelo ha sufrido un importante retraso. Estaba previsto que llegara sobre las 8:40 horas, pero hasta pasadas las diez no se ha empezado a ver actividad en la pista. Es tradicional que a los medios de comunicación se les permita entrar en la pista para hacer la 'foto familiar', pero esta vez no ha sido así. Tras dos años de parón por la pandemia, las familias acogen con entusiasmo la llegada de sus pequeños. Maricarmen García, del Bierzo, dice que está ilusionada. A los niños que acoge no los conoce, porque los anteriores ya son demasiado mayores para venir con el programa. «Yo empecé en el proyecto porque vi en el periódico un anuncio que ponía que se necesitaban familias de acogida». Desde entonces, dice, lleva diez años participando en Vacaciones en Paz y Madrasa. Su niño de acogida anterior ya es mayor, trabaja y manda dinero a su familia desde aquí.

Cuando los pequeños saharauis aparecen por la puerta, de alguna manera se disipa una de las preocupaciones que tenían las familias. El conflicto político puso en jaque al proyecto, pero hace unos meses se confirmó que se retomaría. Debido al retraso del vuelo, la preocupación de que hubiera habido algún problema era evidente. Uno de los padres de acogida se encargaba de hacer de 'piloto' mediante una aplicación, que localizaba el avión en Zamora, por lo que estaba al llegar.

Maribel Escudero, organizadora del programa en una de las asociaciones de Amigos del Sáhara de Castilla y León se encarga de hablar y calmar a los padres. «En estos momentos, ha afectado más la pandemia que el conflicto, se pensaba que este año no iban a venir y se ha empezado muy tarde. Estos niños, en vez de pasar dos meses, pasarán lo que queda de julio hasta final de verano», declara. Sin embargo, aunque no espera que tenga influencia en Vacaciones en Paz, dice que «veremos el año que viene».

La opinión de Maribel difiere un poco de la de algunas familias, pero todos coinciden en que «han llegado muy tarde». Las familias que acogen a los niños saharauis cargan duramente contra estas posibles interferencias diplomáticas. «Los niños deberían haber llegado hace dos semanas y llegan ahora, con 20 días de retraso», se queja Noelia Fernández, que lleva cuatro años cuidando a niños del programa. Además, está convencida que el propio proyecto puede peligrar si no se llega a un acuerdo dentro de poco.

Los 147 niños que llegan a Castilla y León participan en Vacaciones en Paz, un programa de acogida para los provenientes de los campamentos de la localidad de Tinduf, en Argelia. Nació hace varios años y su objetivo es asegurar que, al menos durante unos meses, los niños puedan escapar de las dificultades que viven día a día en los campamentos. Está gestionado por la delegación Saharaui de Castilla y León, en colaboración con las Asociaciones de Amigos del Sáhara de la comunidad, que son doce.

Aunque en estos dos largos años no se haya podido traer a los niños de Tinduf, las familias, gracias a la colaboración de la delegación, se han asegurado de que sus 'hijos de acogida' tuvieran todas las facilidades para que su estancia en el Sáhara fuera la mejor posible. Cuando los jóvenes llegan al país, los convenios que tiene Sanidad, e incluso clínicas privadas como la Baviera en Valladolid, se ponen en marcha para asegurarles el acceso a una sanidad pública de calidad, y ya de paso hacerles un chequeo y comprobar que su salud es buena.

En comparación con otros años, el programa ha sufrido varios cambios. La promoción de este año tiene edades de entre los 6 y los 8 años, en comparación con las pasadas, de edades que rondaban los 10 o 12 años. En cuanto a las familias, los requisitos a cumplir se basan en tener un expediente impecable (la delegación comprueba exhaustivamente si los padres tienen antecedentes de abusos), pero sobre todo la ilusión por ayudar a los pequeños a que, como dice Maribel Escudero, «conozcan otra realidad».

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