Nervios y estrés en el último repaso para la EBAU: «El móvil intento no cogerlo»

Todos ellos se enfrentarán a una fase general con cuatro asignaturas obligatorias: Historia de España, Lengua Castellana y Literatura II y Primera Lengua Extranjera II. En función de la modalidad de Bachillerato que hayan escogido, se examinarán también de Matemáticas II, Matemáticas aplicadas a Ciencias Sociales II, Latín II o Fundamentos del Arte II. En la fase específica se podrán examinar hasta de cuatro asignaturas optativas para subir nota y con ello llegar al corte que exigen los grados que han elegido. Así nos lo cuentan ellos.

Álex García Lorenzo, sabe bien lo que quiere para su futuro y eso pasa por conseguir un 12, como mínimo, para acceder a Ingeniería Aeronáutica en León. No se la quiere jugar y subir nota, además de presentarse a las asignaturas troncales, se presentará a dos optativas, Dibujo y Física. «Desde la ESO, los profesores empiezan a meternos caña con la EBAU, por eso tenemos tanta presión. No soy de llevar todo al día. Me encanta procastinar y por ello he empezado a estudiar hace relativamente poco. Al principio no sabía por dónde empezar, pero a medida que pasa el tiempo, me siento más confiado y me resulta más fácil», reconoce este joven de 18 años, alumno del IES Ribera de Castilla.

Lo suyo son las ciencias y asegura que esas «las lleva muy bien», en cambio Historia o Literatura, se le hacen más «cuesta arriba». Por las mañanas acude a clase de repaso y luego estudia en la biblioteca del Centro Cívico Rondilla. «Por la tarde, en casa, me pongo a las 5 y estudio con el ordenador. Aguanto hasta la hora de cenar haciendo algunos descansos. El secreto está en organizarse el tiempo y sobre todo, en ser flexible. Si tengo que descansar, descanso y si veo que por la noche puedo repasar, lo hago. Pero no como una imposición. Intento estar relajado y sabiendo lo que tengo que estudiar, porque sé que si me pongo nervioso, dejaré de rendir. Al final hay que aprenderse todo lo de un año entero en dos semanas, pero creo que lo puedo sacar bastante bien. Lo veo muy factible», dice optimista.

Raquel Sánchez Rodríguez ha estudiado Bachillerato de Investigación y Excelencia en el IES La Merced, en la rama de Humanidades/Ciencias Sociales. Consideró que esta opción educativa era un buen estímulo para adquirir una formación más práctica de cara a sus posteriores estudios universitarios. «Al principio me atraía Criminología, una carrera en la que la investigación era fundamental. Este bachillerato, además, me exigía mucho trabajo en equipo y me ha venido muy bien estudiarlo», comenta esta joven, que finalmente se ha decantado por el doble grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos y Administración y Dirección de Empresas, en Soria. «Es una carrera nueva, con muchas salidas y un buen programa. No hay nota de corte, pero quiero tener un buen resultado por si tengo que barajar otras opciones», dice.

Ha terminado tarde los exámenes finales y eso le ha dejado poco tiempo para estudiar. Lo positivo es que el temario del último trimestre lo tiene muy reciente. «Voy a presentarme a una optativa para subir nota y he escogido Geografía, porque se me da muy bien y me gusta mucho. Matemáticas también la llevo fenomenal. La que más me cuesta es Historia», comenta Raquel, quien saca todos los días una buena media de horas de estudio. «Por las mañanas voy a la biblioteca de 8:00 a 13:30 y por la tarde, de 16:00 a 19:00 y después me voy al gimnasio un rato. Por la noche no repaso. Estaba muy tranquila, pero a medida que se acerca la fecha, me voy poniendo más nerviosa», confiesa.

David Rojo Gallego es alumno del IES Zorrilla y de cara a pasar la EBAU se ha establecido un plan de estudio en el que por la mañana repasa una asignatura y por la tarde otra. Hoy le tocan Filosofía y Matemáticas. Reconoce que lleva cansancio acumulado de todo el curso y eso le está haciendo mella a la hora de enfrentarse a estos días tan intensos de exámenes y estudio. «Estoy cansadísimo. El primer trimestre fue bastante asequible, pero a partir de entonces, no he tenido tregua y me siento agotado. Silo he tenido un día de relax tras los exámenes finales y antes de empezar a estudiar la EBAU. La presión es grande y estoy sacando todo el tiempo que puedo, pero ese cansancio me hace desconcentrarme mucho. A veces me siento más relajado porque veo que realmente domino el temario, pero a los dos minutos me estreso porque me da por pensar que no sé nada», comenta.

Este joven vallisoletano de 17 años quiere estudiar el nuevo Grado en Diseño de Videojuegos, en Burgos. «Lo he decidido a última hora, porque no sabía que existía. Quería una carrera en la que poder desarrollar toda mi creatividad. Inicialmente pensé en Publicidad, pero en cuanto conocí que existía este grado, he decidido ir de cabeza a por ello, cueste lo que cueste. El año pasado, la nota más baja que entró fue un 8,24», comenta este estudiante, que por si acaso la nota no le diera, tiene un plan B. «En ese caso, me metería en Comunicación Audiovisual y con 30 créditos compatibles, me podría cambiar de carrera», añade.

Daniela Galán Santana estudia en el colegio Teresianas y reconoce que «se lo está tomando con calma». Su media de 8,60 en Bachillerato le da confianza. «Llevo todo el año estudiando muchísimo y voy con la sensación de que son unos exámenes similares a los que he hecho durante todo el curso o incluso más fáciles», dice esta joven que quiere estudiar enfermería en la Universidad de Tenerife, donde se traslada con su familia. Lo suyo es vocación. «Cometí el error de estudiar Bachillerato por Ciencias Sociales, por lo tanto, las asignaturas específicas para entrar en esa carrera, como la Física y Química, no me van a ponderar. Necesito más de un 13, es posible que la nota no me dé y en ese caso tendría que estudiarlo en la universidad privada», comenta.

Barajó la opción de hacer la EBAU en Canarias, pero finalmente ha preferido presentarse en Castilla y León. «Llevo dos años preparándome para la prueba de aquí, y no he querido arriesgarme a hacerla allí», comenta. Al finalizar los exámenes finales se tomó unos días de desconexión que le vinieron «fenomenal», y ha empezado a estudiar hace apenas 5 días, sacando 4 horas por la mañana y otras tantas por la tarde. Esta alumna de 17 años utiliza la técnica Pomodoro para estudiar, consistente en dividir el tiempo en intervalos de trabajo de 25 minutos y pausas de descanso de 5 minutos. «El móvil intento no cogerlo en los descansos. Prefiero despejarme hablando con mis padres o jugando con mi perro y luego vuelvo a la concentración», concluye.