Secciones
Servicios
Destacamos
Hace décadas que ambas se lanzaron al ruedo periodístico y nunca han perdido la pasión y las ansias por seguir ejerciendo este oficio. Han trabajado en los lugares más incómodos e inhóspitos del planeta. Lo suyo es el reporterismo voraz y veraz y tienen bien clara la diferencia entre comunicar e informar, dos artes que ambas dominan a la perfección. En la primera de las mesas redondas del II Congreso de Periodismo Miguel Delibes, Rosa María Calaf y Anna Bosch, mujeres con carácter y carisma y con biografías extraordinarias, han sabido poner en valor la experiencia y la calidad en el periodismo. Bajo el título 'El mundo visto con los ojos de periodista' y moderadas por Carlos Aganzo, director de Relaciones Institucionales de El Norte, estas dos grandes han contado aquellas experiencias profesionales y personales que más les han marcado a lo largo de su trayectoria.
Noticia Relacionada
Antonio Corbillón
Rosa María Calaf, corresponsal decana de RTVE, curtida durante décadas al frente de las delegaciones de Nueva York, de Moscú (en época de la URSS y también de Rusia), Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong o Pekín, entre otras. Aganzo la presentó como «la gran verdad del periodismo», porque «ha contado las cosas desde el lugar de verdad». Calaf ha reconocido sentirse una gran privilegiada por haber podido visitar casi la totalidad de los países del mundo. Sigue viajando y pisando terreno, «aunque ahora ya por lo personal, no voy en modo trabajo». De los 13 países que le faltan por visitar, algunos no le causan demasiado interés, sin embargo otros, de la zona del 'Cuerno de África', los ansía conocer profundamente. Pero si hay algo por lo que «daría años de vida por conocer», sería la estación espacial. «¿Inaugurarías allí una corresponsalía?», ha bromeado Aganzo. «Lo propondría», ha replicado ella y ha recordado cómo siendo una niña y estando con su familia veraneando en la Costa Brava «íbamos a ver salir el Sputnik. Entonces ya me apasionó de tal manera que me sentí una gran afortunada cuando pude conocer los programas espaciales de EE UU desde dentro y ya no digamos cuando conocí los de la Unión Soviética».
Noticia Relacionada
Antonio Corbillón
Anna Bosch, otra de las grandes voces del periodismo actual internacional tras casi tres décadas cubriendo información internacional, corresponsal en Moscú, Washington y Londres, también para TVE, ha señalado que uno de los momentos cumbres de su carrera fueron las elecciones norteamericanas en las que resultaron ganadores Barack Obama (2008) y Donald Trump (2016). Arrancó su exposición explicando que «todos los países tienen historias y están llenos de complejidades. Todos los países, cuando te acercas y pones la lupa, son complicadísimos», y puso su ejemplo cuando cubrió la toma de posesión de Obama. «Estaba a pocos metros de él. Lo veía allí a mi lado y no me lo creía. Pensaba que estaba viendo otra película más de Hollywood en la que salía nombrado un presidente negro. La mente humana tiene dinámicas que no te terminas de creer. Fue cuando sonó la marcha presidencial, cuando por fin me di cuenta de que realmente estábamos ante el primer presidente negro de Estados Unidos», ha comentado. También le impactó mucho emocionalmente el nombramiento de Trump, pero para ella no hay nada comparable con ser testigo de la llegada de Vladimir Putin al Kremlin. «Recuerdo que Boris Yeltsin prácticamente se lo sacó de la chistera y lo nombró primer ministro. Nadie sabía quién era Putin. Ahora, ¿quién no sabe quién es Putin?», se ha preguntado.
Calaf también ha hablado de su experiencia en la Unión Soviética, cuya percepción en la España de entonces era de ser una 'gran potencia'. «Yo cuando llegué a conocer su programa espacial y ver un lanzamiento no podía dar crédito de la tecnología que utilizaban. Me parecía mentira que aquello pudiera funcionar. La MIR rusa comparada con las naves espaciales estadounidenses era una cosa feísima, incómoda y rarísima en la que había cordones de zapatos flotando para atar todo aquello que se iba soltando», ha narrado, para incidir más en las complicaciones tecnológicas de aquel país en el que estaban prohibidas las fotocopiadoras y los faxes. «Cuando conseguí el permiso a traer una fotocopiadora de Finlandia, tuve que hacerme responsable de todas y cada una de las fotocopias que de allí salieran», ha recordado.
Lo mismo que ocurría con la tecnología ocurría también con la información, que era «tremendamente complicada». Ha asegurado que era difícil informar y saber dónde buscar la información. «Es tan difícil ejercer nuestro trabajo cuando hay defecto de información como cuando hay exceso. Es lo que ocurre hoy en día, que hay un alud de información o de supuesta información. Eso es una gran distracción para los profesionales», ha subrayado. A esta periodista le resultaba especialmente interesante comprobar la reacción que sus informaciones tenían en España. «En EE UU, según lo que contábamos, un sector de la población nos consideraba unas rojas peligrosas», a lo que Anna ha replicado que «un día nos consideraban antiamericanas y al otro día decían que estábamos cobrando del Pentágono».
Sobre las libertades coartadas que sienten los corresponsales a la hora de trabajar en un país no democrático, para Bosch ser mujer es una de las cuestiones que más hacen notar el choque cultural. «En países de cultura musulmana o países de tradición machista o patriarcal, muchos hombres no aceptan recibir órdenes de una mujer. En Chechenia, nuestro escolta llevaba muy mal que las ordenes les llegaran a través de dos mujeres. Una era yo, que era la corresponsal, y otra era la traductora», ha contado. También ha señalado que, por el contrario, en zonas de conflicto «las mujeres tenemos una barrera salvada, que es la empatía con las mujeres, gracias a la cual, hemos podido conseguir declaraciones, aunque fueran 'off the record'». Ha opinado que ahora hay tantos canales de información que es difícil discernir la buena información de la mala. «Tendemos a acoger, a abrazar y a ser más permeables a esa información que es más cercana a nuestras creencias. Los periodistas veteranos somos victimas de un alud de información».
Han hablado también de la importancia de la protección de las fuentes, especialmente en los países que están bajo el control de una dictadura. «Hay periodistas que utilizan a las víctimas como decorado. Hay países que son supuestas democracias, pero hay que tener cuidado con quién hablas porque esa persona puede tener mucho peligro después».
También han puesto sobre la mesa la importancia de la ética y del control de la calidad de la información. «Se ha eliminado el sentido crítico de tal manera que ahora nos es más difícil averiguar cuál es la información tóxica de la no tóxica. La mala información lleva al cuerpo social al hospital. ¿Qué queremos una sociedad enferma o una sociedad sana y democrática? El nervio sensible de una sociedad sana y democrática es el periodismo de calidad, lo que no puede variar nunca es la esencia. Ahora hay una campaña ofensiva contra el periodismo plural e independiente y se demoniza aquello que te molesta. Y cuando te molesta hay dos opciones, prohibirlo o desacreditarlo. Un maestro de esto fue Berlusconi. La ciudadanía debe ser consciente de ello, porque si te compra el mensaje equivocado entonces se convierte en cómplice», ha apuntado Calaf.
Bosch no quiso terminar la mesa redonda sin añadir que la principal amenaza en estos momentos para la libertad de información, «es la precariedad económica, tanto para las empresas como para los periodistas de a pie».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.