Una cabalgata de taxis ilumina la Navidad de 210 mayores en Valladolid

Los conductores han apagado sus taxímetros para convertir la jornada en una experiencia única para 210 ancianos que viven en catorce residencias de Valladolid. Un día que muchas de estas personas no olvidarán ya que debido a su situación el poder disfrutar del alumbrado de la ciudad se convierte en un acto extraordinario. La tarde ha repartido ilusión tanto entre conductores como entre viajeros y es que, como han recalcado varios taxistas, «ver sus caras de entusiasmo es un privilegio enorme».

Una cabalgata que cumple en 2024 su sexta edición de manera ininterrumpida pero que, sin embargo, es la primera vez para algunos. Agustín Roldán, que lleva sesenta años en Valladolid, asegura que ha visto las luces muchísimas veces, la última el año pasado, pero que nunca lo había hecho en coche. «Ilusión» ha sido la palabra que más ha repetido, un sentimiento sincero porque así lo reflejaba su cara y que además ha corroborado el taxista que le ha recogido en la residencia.

Sentimiento con el que estaba de acuerdo Bernardo Herrero, su compañero de taxi y de hogar. Si algo tenía eran ganas de arrancar, porque «de noche tienen que ser mucho más bonitas que de día». Bernardo, muleta en mano, ha asegurado que esta forma de ver las luces es menos cansada y más cómoda, sobre todo para ellos que a su edad, «quien no está cojo está manco».

A María del Mar se podría decir que le embriagaba la ilusión, sobre todo porque esta ha sido la única vez que podrá ver el alumbrado este año. «Cuando nos lo propusieron en la residencia yo no tuve ninguna duda, tenía claro que quería ver las luces encendidas», recalcaba.

Si para algunos ancianos era la primera vez, también había taxistas que estaban de estreno. Este es el caso de Javier Muñoz, quien aseguraba que «desde antes de comprar la licencia tenía claro que quería participar en este tipo de iniciativas». El motivo es simple, ayudar. «Se puede decir que es espíritu navideño, aunque todo lo que sea poder hacer algo por los demás yo me apunto, por ejemplo, la mujer que llevo de copiloto perdió a su marido hace una semana, este momento para ella es una oportunidad de evasión».

«Son los mejores pasajeros», ha detallado otro de los taxistas ya veterano en esto de las cabalgatas. Ataviado como si de Papá Noel se tratara, con su gorro y su larga barba blanca, ha explicado que «son personas muy agradecidas, aunque a alguno les gustaría poder hacerlo con su familia y sienten algo de pena, pero ver su cara de ilusión te llena, no hay dinero que pague estos momentos».

Ya en el centro, la cara de ilusión inicial se convirtió en alegría y asombro que se fusionaba con los destellos de las luces. «Madre mía, la que hemos liado», gritaba una de las pasajeras de un taxi según bajaba la ventanilla para tirar los pocos caramelos que le quedaban en la bolsa. Una alegría que crecía al sentirse «queridos» por todas las personas que se encontraban en la Plaza Mayor y a quienes había sorprendido esta cabalgata. «Esto es superbonito» le decía otra pasajera a una familia que se había acercado a la ventanilla para desearles feliz Navidad. «Precioso», susurraba Josefina al girar en la calle Ferrari y ver por primera vez el mercadillo navideño, «es un momento fantástico, muchísimas gracias a todos por preocuparos por nosotros y hacer este tipo de actividades», remataba.