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Nueve meses después, las cunas y biberones se han convertido en otro buen termómetro para analizar las consecuencias sociológicas y demográficas de la pandemia, sobre todo, del impacto de aquella primavera de 2020 que se perdió por culpa del confinamiento. El miedo y la ... incertidumbre, especialmente durante las primeras semanas, puede rastrearse hoy en los registros civiles y las cifras oficiales de nacimientos.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirma que en diciembre de 2020 nacieron 199 bebés en la provincia (frente a los 247 de diciembre de 2019). Y en enero, hubo 205 alumbramientos, frente a los 289 del mismo mes del año pasado (previo a la pandemia). Son, en apenas dos meses, 132 bebés menos. Un descenso de la natalidad del 24% –es un dato aún no definitivo– que podría entenderse como un bache (vinculado con ese temor por el futuro despertado durante el confinamiento), pero que viene a incidir en una crisis demográfica ya instalada en la provincia, con unos datos en caída libre desde 2010. Ese año, hubo 5.099 nacimientos.
El pasado 2020 se cerró con 3.231 (1.868 bebés menos). Ahora, aquellas semanas de reclusión en el hogar se han develado como un rejonazo más para los niveles de natalidad. Lógicamente, ya había señales para los datos ahora confirmados por el INE. A finales de diciembre, los servicios de obstetricia de los dos hospitales de la capital (el Clínico y el Río Hortega) ya constataban un descenso del 12,33% en las consultas de las futuras mamás. Entre enero y octubre de 2020 fueron 2.645, frente a las 3.017 de 2019.
Ese retroceso es inferior a la brusca caída de partos constatada en diciembre y enero, lo que aventura que las cifras se recuperarán de forma tímida durante los próximos meses y que estos mínimos históricos quedarán atrás, cuando comiencen a llegar a término los partos de los bebés concebidos a partir de junio, con la desescalada, una vez terminado el férreo confinamiento sufrido desde mediados de marzo y, sobre todo en abril y principios de mayo.
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Esos fueron los momentos de mayor incertidumbre y desesperanza, cuando no había aún vacunas en el horizonte y la crisis económica, con despidos y ERTE, comenzaba a mostrar su peor rostro.
Ese desasosiego respecto al futuro parece crucial para explicar estas cifras, que posiblemente, dicen los expertos, tenga réplicas sucesivas en las diferentes olas de la pandemia. En cualquier caso, los datos ahora conocidos encharcan unas tasas mínimas en las que ya llueve sobre mojado. Y habría que sumar otro factor:el frenazo a los tratamientos de reproducción asistida durante esos meses. El 9%de los nacimientos de España son fruto de estas técnicas, según los últimos indicadores del Ministerio de Sanidad.
El socavón en la fecundidad no ha sido algo exclusivo de Valladolid, sino que el fenómeno se puede observar en toda España. En diciembre y enero se se inscribieron en todo el país (en realidad, en los registros civiles que están informatizados, a los que tiene acceso el 93%de la población) un total 45.054 bebés, lo que supone 13.141 niños menos (una caída del 22,6%). Por provincias, en enero, el descenso más acusado de todo el país ocurrió en Gerona y Palencia (-35%), seguido de Salamanca (-32,4%). Valladolid ocupa la novena posición con una caída más drástica (28,94%), de acuerdo con las cifras del INE.
También en otros países han sufrido este fenómeno. En Francia, los retrocesos fueron del 7% en diciembre y del 13% en enero. En Italia, del 21,6% en enero. Los indicadores en Alemania hablan del 15%.
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