'Un, dos, tres': Los Muyo, hermanos y residentes en Valladolid

«Un, dos, tres… ¡aquí estamos con usted otra vez!». La voz acelerada de una pizpireta calabaza Ruperta entonaba cada semana esta pegadiza melodía. Todavía hoy, al escucharla, es muy posible que a muchos nos transporte a nuestra infancia y juventud, a noches de sofá y mesa camilla en familia frente al televisor. Un 24 de abril de 1972, hace ahora 50 años, se estrenó este mítico concurso de preguntas, pruebas físicas, suerte y gran intuición, que estaba dirigido por Chicho Ibáñez Serrador. Las mascotas Ruperta, Botilde y el Chollo (entre otras), las azafatas, Don Cicuta, las Tacañonas… nos acompañaron durante años en las noches de los viernes, pero los auténticos protagonistas de este gran show eran los concursantes. Ilusionados ciudadanos de a pie que participaban deseosos de divertirse y de llevarse un buen premio. Y entre ellos, Inmaculada y José Luis Muyo, hermanos y residentes en Valladolid.

Fueron una de las parejas de campeones que más tiempo permaneció en antena. En total seis semanas, durante las cuales alcanzaron la fama en la capital del Pisuerga. Escribieron al programa porque a José Luis le habían robado el coche de su padre una noche mientras estaba de fiesta. «Pensamos que la única manera de conseguir un coche nuevo era participando en el 'Un, dos, tres…'. Cuando nos llamaron para comunicarnos que nos habían seleccionado no nos lo creíamos», dicen estos hermanos.

En su primer programa, que estaba dedicado a París, recibieron la banda de Campeones, que lograron mantener durante 5 semanas. Eran hábiles con las preguntas. Inmaculada tenía 23 años y se acababa de licenciar en Historia del Arte y José Luis, con 21, estaba estudiando Derecho. «En el primer programa estaba tan nerviosa que se me caían las gafas del sudor. A medida que pasaban los programas íbamos estando más tranquilos. Una de las preguntas fue sobre especias. Era un tema que dominábamos porque estábamos habituados a cocinar con nuestro padre, así que ¡dimos 14 respuestas! También nos preguntaron por cuadros de El Greco, Goya y Velázquez y por nombres de mujer que empezasen por A», recuerda Inmaculada, que en la actualidad trabaja como auxiliar en el Ayuntamiento de Valladolid.

En la sexta semana, los hermanos Muyo no revalidaron el título de campeones y pasaron a la eliminatoria, donde dieron buena muestra de su habilidad en las pruebas físicas. «Tuvimos que hacer un recorrido en burro de una pirámide azteca a otra y entre medias, colocar al otro un sombrero mejicano. A mí me tocó tirar de un burro y este se paró. No había manera de hacerle andar. Además, ese día, a las chicas las habían obligado a llevar falda, para que fuera más difícil subirse al burro. Al final, logramos hacerlo en menos tiempo que la otra pareja y pasamos a la subasta», cuenta José Luis.

Bigote Arrocet, La Bombi, Raúl Sénder y el Dúo Sacapuntas desfilaron delante de ellos, dejando pequeños objetos con sus correspondientes tarjetitas. «Hasta aquí puedo leer», decía Mayra Gómez Kemp mientras ellos iban eliminando fantásticos premios, como el ansiado coche que querían regalar a su padre, el apartamento y hasta el 'azulejo de Porcelanosa' que escondía los millones de pesetas. «El invitado especial del programa era el futbolista Hugo Sánchez. Yo soy del Real Madrid y me empeñé en quedarnos con el regalo que él dejó en la mesa. Era un calendario azteca. Pero entonces Mayra empezó a ofrecernos dinero. ¡Llegó a las 500.000 pesetas! Era un dineral y finalmente elegimos el dinero, y… ¡Menos mal! Porque el otro regalo eran 56 calendarios zaragozanos. Yo no me hubiera atrevido a volver a Valladolid cargado de calendarios», confiesa José Luis, que actualmente trabaja como asesor fiscal y contable.

Los Muyo aseguran que participar en el «Un, dos, tres…» ha sido la experiencia más gratificante de su vida. «Uno de los programas llegó a tener 26 millones de espectadores porque entonces solo había dos cadenas. Nos conocía a todo el mundo. La llegada a Valladolid fue impresionante. Había mucha gente esperándonos en la estación. En el tren venía también el productor de cine Elías Querejeta, porque en esos días se celebraba la Seminci. Se pensó que toda aquella gente iba para recibirle a él, pero la realidad es que venían por nosotros», dice Inmaculada entre risas. «Nos reconocían por la calle e incluso nos pedían autógrafos, sobre todo cuando íbamos los dos juntos. Uno de los programas fui a verlo a un bar con un amigo y recuerdo que cuando entré, todos empezaron a aplaudir. Me preguntaban que qué premio me había llevado, pero no podía contarlo por contrato. En la facultad también se me quedaban mirando por los pasillos y gracias al concurso empecé a ligar más», dice él.

De aquella experiencia, los hermanos Muyo guardan con mimo las pegatinas que les identificaba como concursantes, los billetes de tren, numerosos recortes de prensa y, por supuesto, un recuerdo imborrable. Y hasta aquí podemos contar….

• Temas
• Televisión
• Valladolid (Provincia)
• Narciso Ibáñez Serrador