![Un mural para recordar a Carmen, víctima del triple crimen de La Rondilla](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202211/24/media/cortadas/carmen-kqZH-U180830609138qmC-1968x1216@El%20Norte.jpg)
![Un mural para recordar a Carmen, víctima del triple crimen de La Rondilla](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202211/24/media/cortadas/carmen-kqZH-U180830609138qmC-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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A Charo, septuagenaria vecina del barrio de La Rondilla, los caminos hacia el Centro de Personas Adultas de La Victoria se le hacen desde el pasado mes de septiembre especialmente duros. Cuesta arriba. No se acostumbra a recorrer ese trayecto sin su «amiga del alma», como se refiere a Carmen González Arranz –78 años–, una de las tres víctimas del triple crimen que tuvo lugar en agosto en La Rondilla (fue hallada con signos de violencia junto a su hija, Eva María Asensio, de 54, en un piso del número 32 de la calle Linares, mientras que el cadáver de Juan Carlos Palomino fue localizado en el 2 de Marqués de Santillana). «Se la echa de menos, éramos cada vez más amigas», dice, mientras desliza su dedo índice por la pantalla de su teléfono móvil con la misma rapidez con la que proyecta recuerdos.
Para Charo, como para el resto de compañeros de la asignatura Conocimientos Básicos del CEPA de La Victoria, donde coincidieron con Carmen, la vuelta a las clases fue un varapalo. Un «mazazo». Llegar y ver su silla vacía en la penúltima fila del bloque izquierdo fue «durísimo». «Cuando llegamos, hablamos de que teníamos que hacer algo. Volver a las clases y que la silla estuviera vacía fue súper duro psicológicamente, y siempre que lo hablamos se nos pone la piel de gallina», revela Araceli Calvo, la profesora, ante la mirada cómplice y los gestos de aprobación de sus veteranos pupilos.
De hecho, el reencuentro lo dedicaron por completo a intercambiar emociones, a desahogarse, a hablar de cómo era esta vecina de La Rondilla. Llevaba «muchísimos años» yendo al centro educativo de la calle San Sebastián –precisamente fue Charo quien la animó, y también acudía a Inglés e Informática–, y allí forjó verdaderas amistades, no solo con su vecina, sino con todo el grupo. «Siempre venía a clase con una sonrisa, tenía una vitalidad desbordante», comenta Nunci –72–, quien se incorporaba a medio camino en el 'peregrinaje' hacia el CEPA.
Ese primer día de clase fue emotivo. Con sentimientos encontrados. Pero no tardaron en ponerse de acuerdo: había que rendir un homenaje a Carmen «para recordarla siempre». «No se merecía ese final», murmura, cabizbaja, Pilar, mientras amaga con ponerse una mascarilla, por eso del «mejor prevenir que curar».
Dicho y hecho. Plantearon diferentes propuestas y llegaron a la conclusión de que, lo mejor, era hacer «algo» para acordarse de ella cada vez que pisaran el Centro de Personas Adultas. Desde hace unos días, un enorme mural de color morado da la bienvenida al aula. «En recuerdo a nuestra compañera y amiga Carmen González Arranz», reza la iniciativa, que está acompañada por una fotografía de la propia víctima, así como de fotografías grupales y textos manuscritos por algunos compañeros en el que le dedican un último adiós.
Pero hay más. Quieren que su familia sepan cuánto estimaban a Carmen. Para ello, están preparando un libro en el que cada compañero incluirá una dedicatoria, también a modo de despedida. «No puede ser una muerte más y que se pueda matar con tanta libertad», añade la docente, quien añora ese «perdón, profe, que ya sabes que te quiero» que le espetaba Carmen cada vez que le 'pillaba' hablando en clase. «A todas nos ha marcado mucho, nos ha dejado huella, era una lagartija, un culo inquieto», remarca Araceli Calvo. «Era la primera en ayudar a quien hiciera falta, y luego con lo que ella estaba pasando y jamás nos dijo nada», coinciden varios alumnos.
La última vez que la vieron fue el 2 de agosto, martes. Como llevaban «mucho tiempo» sin verse, los alumnos de Conocimientos Básicos quedaron a tomar un café. Fue Carmen quien lo promovió. Inmortalizaron el momento con una fotografía que todos y cada uno guardan como oro en paño. Aquel día, sin saberlo, la gran mayoría se despidió para siempre de Carmen. «No puede volver a pasar», sentencian, al unísono, varias amigas.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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