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Un momento del funeral de Teófanes Egido, en la iglesia de San Benito. Carlos Espeso

Valladolid

Multitudinaria despedida a Teófanes Egido, «religioso, maestro y vallisoletano»

Cientos de personas aplauden al féretro al salir de San Benito, tras el funeral presidido por los superiores de la Orden de los Carmelitas Descalzos y el arzobispo de Valladolid

Luis Amo

Valladolid

Jueves, 18 de julio 2024, 15:08

Cientos de personas abarrotaron la Iglesia de San Benito para dar a Teófanes Egido «la merecida y sentida despedida que una persona de su humanidad y bondad se merece». Clero, representantes institucionales y multitud de amigos, alumnos y feligresía han dado el último adiós este ... profesor y cronista de Valladolid aunque sobre todo sacerdote carmelita. Rostros compungidos y de mucha tristeza aún con conversaciones anecdóticas, de recuerdos y esperanza e incluso con sonrisas varias recordando la ironía del también historiador protagonizaron este encuentro de vallisoletanos en las exequias del religioso fallecido este miércoles a los 88 años y tras sufrir dos días antes una hemorragia cerebral masiva. En el recuerdo de todos quedan numerosas imágenes que jalonan la trayectoria vital y religiosa de Teófanes Egido.

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El funeral ha sido como asistir a la misa de las 13:00 horas de San Benito de los domingos: llenazo con todos los bancos y sillas ocupadas y multitud de gente apostada de pie tanto en las zonas de las capillas como en la parte trasera del templo pendientes de sus homilías cortas y profundas. Pero esta vez se predicaba sobre él.

Fue algo así como una misa de acogida porque fue un encuentro de caras conocidas y de amistades en torno a Teófanes Egido «para despedir al amigo, al hermano y al maestro, eterno cronista». Y reunió a tanta gente como estamentos de la capital hasta el punto de que la eucaristía celebrada más bien parecía un funeral de ciudad amén del interés que concitó… Gente vestida de calle en atuendo veraniego y también mucha uniformidad institucional de traje así como numerosos trabajadores que explicaban haber pedido salir de sus trabajos esta mañana para poder asistir al funeral aún ataviados con su ropa de obra u otros con vestuario corporativo.

Esta imagen evidenció «quién era y qué representó y seguirá representando Teófanes»: humilde, cercano y con una palabra para todos. También una broma o un tono más eclesiástico. Así coincidían muchos en los corrillos al hablar de este salmantino que vino muy joven a la capital de la que se sentía «hijo adoptivo». Todos quisieron agradecerle estando presente en unas honras fúnebres que bien parecían la crónica de su vida por las palabras dichas, la multitudinaria asistencia y los gestos mostrados, incluidas lágrimas y sollozos.

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C. Espeso

Más de cincuenta sacerdotes celebraron la misa tanto en lo alto del presbiterio como desde la escalinata del altar cual abrazo que estuvo presidido por el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, junto con el vicario general de la Diócesis, Jesús Fernández Lubiano, además del Provincial de los Carmelitas Descalzos y el Superior de la Comunidad de Valladolid. Precisamente, fue el propio prelado vallisoletano quien recibió a las puertas de la iglesia conventual el féretro con los restos del religioso. A partir de aquí, hasta el altar mayor, discurrió por el pasillo central del templo ante la mirada de desconsuelo de los presentes. Muchas personas que fueron reconfortadas por el padre Luis Javier Fernández Frontela, superior de la casa y compañero, quien señaló que «el misterio que encierra la cruz nos enseña que Cristo ha sufrido con nuestro hermano Teófanes y ha hecho suya su propia muerte, y por eso ahora creemos que ha sido para él buen pastor que le ha conducido a la casa del padre».

Fernández Frontela ensalzó de Teófanes «la vida larga de entrega a los demás» remarcando que «su vocación de carmelita hizo que su vida fuera una entrega al servicio de la comunidades a través del ministerio sacerdotal, al servicio de la Iglesia y al servicio de la sociedad». «Ante todo fue un fraile, un carmelita descalzo, ejerciendo como tal en el convento de San Benito de Valladolid, desde 1960», prosiguió el superior al destacar también lo buen compañero que fue en la vida conventual: «La vida se hacía agradable a su lado», sonrío pese a todo, para hacer público que, «como él mismo solía decir, fue un fraile de los que hubiera gustado a Santa Teresa: culto, fraterno y dedicado al ministerio sacerdotal por excelencia: celebrar la misa, confesar, atender a la gente que demandaba su consejo».

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C. Espeso

Un salmantino orgulloso de ser vallisoletano

«Se sentía cercano a todos», se enorgulleció de Teófanes Egido en alusión a los religiosos, a sus alumnos y a los representantes institucionales. «Fue un hombre cercano, receptivo, asequible, y generoso» ultimó al superior al mostrarse convencido de que «como historiador, sintió la obligación de mirar a la ciudad que le albergó y le acogió»: «Conocía Valladolid como la palma de su mano», en especial el centro histórico y la calle de la Platería.

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Fue una emotiva homilía con la que todos recordaron la figura de Teófanes Egido con la que continuó la eucaristía donde el silencio era sobrecogedor pero que volvió a ser roto por palabras de agradecimiento y consuelo en la parte final cuando otro religioso, Antonio Benéitez, leyó una carta enviada por fray Miguel Márquez, superior general de la Orden de los Carmelitas Descalzos: «Queridos vallisoletanos, queridos hermanos, la noticia del fallecimiento de nuestro querido padre Teófanes (don Teo) me llega también a mi como un golpe doloroso e inesperado». «Orgulloso de tí, querido Teófanes, ahora que nos miras desde el lado de la verdad y desde una historia sin interpretaciones ni filtros, deseo para ti descanso y paz después de infinitas horas de trabajo y dedicación generosa», en relación a la herencia teresiana que deja para casi exigir al finado que «contágianos tu espíritu de entrega alegre, de fraternidad servicial, de investigación honesta y verdadera»

Sabiduría y entrega

Sus palabras fueron un continuo agradecimiento «por regalarnos el tesoro de tu persona y un legado irrepetible y magnífico de sabiduría y entrega», se refirió fray Miguel Márquez en una misiva que también llegó a los asistentes: «Hasta siempre, querido hermano, padre y maestro. Descansa merecidamente del duro bregar en los brazos de Dios, bajo el manto de María y arropado por San José, que habrá sido el primero en recibirte con gran gozo y fiesta».

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En la parte final del funeral fue el propio Luis Argüello quien, en un plano más discreto, también agradeció «a los Carmelitas Descalzos por habernos permitido contar con Teófanes en nuestra Diócesis. Hemos encontrado en su mirada pilla, en su forma de tratarnos algún destello del rostro de Dios» ultimó para seguidamente, él y todos los presbíteros, acompañar al féretro a las puertas del templo donde espontáneamente se hizo el aplauso de despedida al introducir el ataúd en el coche fúnebre y emprender su último viaje por las calles del casco viejo de la capital vallisoletana.

La parte más institucional estuvo encabezada por el alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, junto con el vicepresidente de la Diputación Provincial, además de la primera teniente de alcalde, Irene Carbajal, y concejales de todas las formaciones políticas del Ayuntamiento de Valladolid como el socialista Luis Vélez. Precisamente el regidor le ha recordado estos días como «el rostro más amable, el fiel valedor, el hombre sabio, y el hombre bueno» de la ciudad.

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También asistieron el anterior alcalde de la ciudad, Francisco Javier León de la Riva, que fue precisamente quien recuperó la figura de Cronista de Valladolid en 2001 nombrando en el cargo a Teófanes Egido. Tampoco quisieron faltar a la cita anteriores ediles que trabajaron con el también religioso e historiador, María Ángeles Porres o Mercedes Cantalapiedra, actual concejala y diputada nacional.

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