La detención por quebrantamiento de condena se produjo mientras los policías que habían acudido al lugar llevaban a cabo las primeras diligencias por la muerte autolítica de la mujer. Wanda Elizabeth fue trasladada aún con vida en ambulancia al hospital Clínico, pero presentaba heridas tan graves como resultado de la caída que los médicos no le pudieron salvar la vida. Su pareja, a disposición judicial, no supo que había fallecido hasta ayer jueves por la mañana. Al comprobarse que el hombre ni siquiera se encontraba en el lugar de los hechos cuando la mujer se precipitó al vacío, ha sido puesto en libertad, aunque será juzgado por incumplir la medida de alejamiento impuesta en la condena por violencia de género anterior.
Amor tóxico
La pareja, que mantenía una relación sentimental «muy tóxica», según confirman fuentes jurídicas, había protagonizado diversos incidentes en lugares públicos y esta no era la única denuncia por maltrato que presentaba la mujer contra su novio y los juicios por violencia de género se remontan, al menos, hasta mediados del año pasado. La última vez tuvieron una trifulca en un locutorio y el asunto llegó a juicio. La sentencia, de 27 de diciembre de 2022, consideró que no podía probarse que el 4 de octubre de ese año C. A. hubiera quebrantado la condena anterior que le impedía acercarse a Wanda Elizabeth ni que la hubiera empujado con el resultado de una caída que le produjo lesiones en el brazo izquierdo.
Esta sentencia refiere que fue la mujer quien se presentó «libremente» al locutorio de la calle Joaquín María Jalón, «consciente de que estaba allí porque tenía el firme propósito de hablar con él». También que ella fue minutos después al domicilio de la madre del denunciado también «exigiendo» hablar con él. «No resulta baladí a la hora de valorar su conducta», subraya el juez, que el joven intentó marcharse del locutorio cuando ella llegó «pese a la resistencia ofrecida por Wanda Elizabeth, que llegó a provocar la caída de ambos al suelo. El fallo determinó que no pudo probarse el ánimo doloso de C. A., «consciente o deliberado de quebrantar la condena de alejamiento» y, «por el contrario, trató de evitar la confrontación».
Respecto de las lesiones, el juzgador cuestionó el relato de la denunciante y concluyó que se pudieron producir durante la caída o mientras uno de los testigos intentaba retenerla dentro del locutorio, «siendo buena muestra del estado de excitación y descontrol que presentaba en aquel momento la mujer los vídeos grabados por la cámara del local». Ante «las dudas razonables», el magistrado decidió absolver a C. A. en este caso anterior, aunque en el momento de producirse el suicidio de Wanda Elizabeth la pareja había vuelto a intentar retomar la relación y vuelto a la convivencia, a pesar de la prohibición que todavía pesaba sobre él de acercarse a la mujer.
En el bar
Horas antes de arrojarse por la ventana, la mujer y su hijo habían pasado la tarde en el bar de una amiga. Mientras el niño «hacía los deberes» y ambas mujeres conversaban se presentó C. A., quien entregó dinero a Wanda Elizabeth y abonó las consumiciones de unos «tres o cuatro vinos» que ella había bebido. Ante el estado en el que se encontraba y como llevaba un patinete, refieren los testigos, el joven, preocupado, decidió seguirles a distancia cuando madre e hijo abandonaron el establecimiento para evitar que se vieran implicados en algún accidente. Durante el trayecto hacia la vivienda de la calle Algeciras se habría producido una discusión entre ambos, que continuó al llegar a casa y él se marchó ante la excitación que presentaba la mujer, «quien se puso muy agresiva por el efecto de la bebida», relataron fuentes del caso. Estos testigos del entorno de la víctima confirmaron que la mujer había protagonizado varios intentos autolíticos anteriores y estaba pendiente de tratamiento psiquiátrico pero que «no acudía a las citas».