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Recientemente las redes sociales han servido para que las mujeres confiesen que muchas de ellas han sufrido situaciones de miedo, peligro, acoso o abuso a lo largo de su vida. Twitter por ejemplo se llenó de miles de relatos agrupados en la etiqueta #cuéntalo a ... raíz del caso de 'la Manada'. También se han compartido muchas publicaciones con consejos sobre qué hacer en estos casos. Silvia Ortega, Yurena García y Lucía Sumillera son tres vallisoletanas que se dedican precisamente a formar a mujeres para que sepan cómo reaccionar en estas situaciones y poder evitarlas.
Las tres juntas representan los pilares de la asociación 'Mujer defiéndete' y cada una de ellas es especialista en un área diferente. Silvia se encarga de la parte física (incluye definición y tonificación de los músculos), Yurena de las artes marciales y Lucía de la psicología. Llevan cinco años impartiendo clases en el polideportivo de Zaratán (Valladolid) y también han organizado talleres a petición de la Consejería de Familia e Igualdad de oportunidades de Valladolid. «Nos basamos en el Goshyn Riu, que es la defensa personal del kárate. Todo arte marcial sirve, pero hay que simplificarlo para las mujeres que nunca han practicado un deporte de este tipo, y es muy efectivo. Luego quieren más y se va complicando. Llevamos unos cuantos años con algunas alumnas y cada vez les gusta más», asegura Yurena.
Para ellas es muy importante la colaboración con la Policía, ya que estudian sus estadísticas sobre delitos reales. Así, logran prever los comportamientos de los atacantes y, por consiguiente, evitarlos o luchar contra ellos de manera más eficaz. «Prácticamente todas las mujeres hemos sufrido algún tipo de conflicto en algún momento de nuestras vidas. Nuestros entrenadores son Policías. Hablamos con ellos y nos explican la problemática que hay. Nos dicen por ejemplo que se ataca más a las mujeres cuando oscurece, o que una mujer tiene más posibilidades de ser agredida llevando el pelo recogido, ya que el suelto puede romperse al agarrarlo», explica Yurena.
Silvia y Yurena se conocieron entrenando hace ya ocho años y comenzaron a dar forma a su proyecto. Pronto se dieron cuenta de que les faltaba algo para abordarlo de manera completa: El aspecto psicológico. Así entró en juego Lucía (sexóloga y educadora social), ya que algunas de sus alumnas han sufrido experiencias traumáticas. «Reaccionan de manera diferente, ya que suelen sufrir un bloqueo, no se atreven a ciertas cosas y tienen menos confianza en sí mismas. Yo creo que la piel tiene memoria y recuerda tanto lo bueno como lo malo. Silvia y Yurena comienzan con el contacto en el entrenamiento de manera progresiva y divertida y yo lo enfoco desde la emoción tratando de reconectarlas desde la calma. Es una experiencia muy bonita», relata Lucía emocionada.
Además de estas clases de defensa para mujeres, la asociación lleva a cabo un proyecto de inteligencia emocional para niños y niñas donde les muestran cómo expresar las emociones y sentimientos a través del juego para no dejarse llevar por los impulsos de agredir o insultar a los demás. También les imparten autodefensa de una forma lo menos lesiva posible para salir del conflicto. «El objetivo es que aprendan respeto, empatía y tolerancia. Les enseñamos a reaccionar correctamente si tienen un conflicto con otros niños y a escapar y pedir ayuda si les ocurre con un adulto», explican.
Este vídeo muestra diversas situaciones de peligro y los movimientos y golpeos que hay que realizar para defenderse y poder escapar.
Gritar. Puede parecer evidente, pero es importante gritar lo más alto posible y llamar la atención. Además, en caso de que el ataque se produzca por ejemplo en un portal, es recomendable no pedir socorro, sino gritar 'fuego', ya que nos aseguramos así de que la gente salga de sus casas y que no permanezcan dentro por miedo.
Protegerse y mantener el factor sorpresa. Ante una amenaza, es importante mantener las manos por delante de nosotros, con las palmas hacia afuera. En caso de que se produzca el ataque, podremos cerrar los puños rápidamente y pasar así de la protección a defendernos. Solo debemos mostrar nuestra respuesta en caso de que sea necesario para no perder el factor sorpresa. El objetivo es aprovechar la ventaja de que no esperen nuestra reacción.
Mantener la distancia sin dar la espalda. Si alguien se acerca a nosotros con actitud amenazante debemos mantener una distancia de seguridad y permanecer cara a cara con el posible agresor. Si se acerca, retrocedemos, pero sin darnos la vuelta. Así es más difícil que nos aborde.
Huir en cuanto sea posible. Cuando logremos despistar al agresor o darle un golpe en un punto clave para que pierda varios segundos en poder reaccionar debemos salir huyendo, a ser posible hacia el lado contrario del campo visual del atacante, para que le cueste encontrarnos.
Golpes en puntos claves. Los genitales o las rodillas por ejemplo son zonas perfectas para propinar un golpe rápido y obtener valiosos segundos para huir mientras el atacante se recupera del dolor.
Utilizar objetos cotidianos como defensa. Un bolígrafo o unas llaves pueden ser grandes aliados en caso de emergencia.
Mostrar seguridad y firmeza en una misma. La postura corporal hace que un posible agresor se lo piense antes de atacar. Nunca llevar las manos en los bolsillos. Hay que caminar de forma erguida y decidida y, cuando sea posible, en dirección contraria a los vehículos.
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