El 'AVISO IMPORTANTE', con mayúsculas, fue publicado en la portada de este periódico el 2 de agosto de 1936, al día siguiente de que Valladolid, una ciudad que no fue ajena a los horrores de la Guerra Civil, sufriera el primero de una lista ... de nueve bombardeos atribuidos a la aviación gubernamental (republicana) entre el 1 de agosto y el 25 de enero de 1938. Dicha advertencia recordaba a los vecinos de una ciudad alineada ya para entonces con los sublevados de que «en el caso de que apareciesen sobre nuestra ciudad aviones enemigos (republicanos) será dada la señal de alarma por las sirenas de El Norte de Castilla y de los talleres de los ferrocarriles del Norte». Las bombas continuarían cayendo sobre la ciudad y dejando un rastro de sangre y daños materiales que a día de hoy, más de ochenta años después de la contienda, resultan difíciles de cuantificar.
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El único informe 'oficial' fue elaborado por la Delegación de Falange en Valladolid en el mes de marzo de 1938 –su contenido ha sido recogido, entre otros, por los historiadores Enrique Berzal e Ignacio Martín Jiménez– y recogía un total de 183 fallecidos, en su mayoría civiles, fruto de los «criminales bombardeos de la aviación roja». ¿Fue así? Un estudio elaborado ahora por el historiador Julio del Olmo y el equipo de investigación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) bucea en los archivos de la época (militares, judiciales, periodísticos, hospitalarios y funerarios) para diseccionar uno a uno aquellos bombardeos y llegar a la conclusión de que dejaron, en efecto, un terrible reguero de víctimas, que cifran en 80 fallecidos documentados, un número, en cualquier caso, sensiblemente inferior al recogido en el citado informe, evidentemente de parte, de Falange.
1 de agosto de 1936 Primer bombardeo sobre Valladolid. Falange anota 30 muertos. La documentación recoge dos en la Academia de Caballería.
3 de agosto de 1936 12 fallecidos documentados en el entorno de la estación frente a 29 citados en el informe 'oficial'.
5 de agosto de 1936 Una bomba cae sobre los talleres de Renfe. El Norte informa de que no hubo bajas. Falange apunta 25 fallecidos.
23 de septiembre de 1936 Una bomba sesga dos vidas, de una mujer y una niña, en la carretera de Segovia.
8 de abril de 1937 Un bombardeo deja 33 muertos documentados. Falange anota 60. El Norte recoge 30 el día 13.
21 de abril de 1937 Diecisiete fallecidos (registrados en el cementerio). Falange cita 15.
22 de mayo de 1937 Tres muertos documentados. Falange recoge siete víctimas del bombardeo.
16 de agosto de 1937 Una mujer fallecida por una bomba.
25 de enero de 1938 Último bombardeo sobre la ciudad. El cementerio anota 10 fallecidos. Falange recoge 14 muertos.
Las bombas, al margen de cifras, cayeron y asolaron un Valladolid empobrecido en los albores de la Guerra Civil en una serie de episodios documentados y poco conocidos que sufrió una capital que parecía ajena al frente de combate y cuya rápida adhesión a la sublevación sería reconocida posteriormente por el propio general Francisco Franco.
El estudio liderado por el también arqueólogo Julio del Olmo recoge con nombres y apellidos las ochenta víctimas de los nueve bombardeos que sufrió en la ciudad entre 1936 y 1938. «Es difícil arrojar una cifra exacta, pero hemos intentado hacer una aproximación lo más exacta posible sobre la base de fuentes oficiales como el Archivo Militar de Ferrol, los registros de enterramientos del cementerio de El Carmen (en muchas de sus anotaciones se recogía que eran víctimas de bombardeos) y otras fuentes como El Norte, hospitales o juzgados», explica el redactor del informe.
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Los primeros bombardeos se sucedieron sobre la ciudad los días 1, 3 y 5 de agosto de 1936. La primera bomba, solo una, en principio, caería aquel 1 de agosto en el patio de la antigua academia de Caballería y sesgaría las vidas de dos cabos. El posterior informe de Falange recogería treinta muertos. El gobernador civil de la época (ya del bando sublevado) apuntaría entonces que lo ocurrido servirá para «aglutinar aún más el espíritu colectivo y enardecer el impulso patriótico». Dos días después caerán más bombas en el entorno de la estación que dejarían doce fallecidos documentados y recogidos en los días posteriores en el periódico. Falange citaría 29 ya en 1938 y 25 fallecidos más en otro bombardeo del 5 de agosto, de nuevo sobre los talleres de Renfe. El Norte publicaría al día siguiente que cayó una sola bomba y que no hubo víctimas mortales. Falange, en su informe, recoge nada menos que 25 fallecidos. Esta cifra, conforme a la documentación de la ARMH, se corresponde de manera exacta con el número de personas enterradas al día siguiente en el camposanto (de El Carmen) y que fueron represaliadas y acribilladas a tiros por los propios afines al alzamiento.
Aún habría otro bombardeo sobre la capital de 1936, en este caso el 23 de septiembre, en el entorno de la carretera de Segovia y de las casas de los trabajadores ferroviarios que sesgarían las vidas de una mujer de 38 años y un niña de tan solo seis meses. En este caso coinciden las cifras y la documentación. El general Emilio Mola advirtió al día siguiente de que habría represalias «por este hecho vandálicos, pero no será contra mujeres y niños, sino contra enemigos antiespañoles y traidores a los que habrá que exterminar».
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El informe de la ARMH recuerda en este punto que el Gobierno de la República nunca asumió como suyos los bombardeos de 1936, como sí hizo posteriormente con los registrados en 1937, incluidos los registrados los días 8 y 21 de abril, los más sangrientos (en esos coinciden todas las fuentes) de la contienda, que dejarían 33 muertos documentados, en el primero, y otros 17, en el segundo. El informe de Falange recogió 60 muertes el día 8 y 15 más el día 21.
Sobre el bombardeo del 8 de abril, y al contrario de lo ocurrido hasta entonces, cuando el periódico apenas ofrecía una nota sobre los anteriores, El Norte recogió una amplia información que contabilizaba treinta muertos, la mitad de ellos «niños que salían de la escuela», causados por «un avión rojo con la bandera nacional que bombardeó Valladolid». La ARMH documenta hasta tres fallecidos más en los días posteriores. El informe de Falange de 1938 recoge sesenta.
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Valladolid aún sufriría dos bombardeos más ese año (el 22 de mayo y el 16 de agosto) y otro, el último, el 25 de enero 1938. En este se arrojarían más de siete toneladas de bombas desde aviones Tupolev (de fabricación rusa), que dejaron diez muertos documentados. Falange recogió catorce.
El informe de la ARMH documenta 80 muertos y 200 heridos en los nueve bombardeos frente a los 183 y 861 heridos de Falange. Las bombas, en cualquier caso, dejaron de caer sobre Valladolid aquel 25 de enero de 1938. La guerra acabaría el 1 de abril de 1939. En Valladolid, en el conjunto de la provincia, está constatada la muerte en ese periodo de 2.647 represaliados por el bando sublevado.
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El historiador y presidente de la ARMH, Julio del Olmo, duda en el estudio de su equipo sobre los bombardeos sufridos por la ciudad en la Guerra Civil de que todos ellos fueran obra de la aviación republicana, cuyo Gobierno sí reconoce la autoría de los ocurridos en 1937 en el marco de una política del «terror contra el terror». Pero, se pregunta: «¿Qué interés podía tener la República en bombardear barrios obreros?», como ocurrió en buena parte de los primeros ataques registrados en agosto y septiembre de 1936, que fueron utilizados como arma arrojadiza de los sublevados.
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