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Fue la muerte por cáncer de pulmón de un «amigo íntimo», con el que dio hace 45 años sus primeras caladas a un cigarrillo, lo que «animó» a Octavio Gómez –60 años– a dar el paso definitivo de dejar de fumar. Dice que llegó a ... verse en esa piel si seguía consumiéndolo. «Era consciente de que lo más probable era que siguiera sus mismos pasos, tenía que hacer algo», apunta. Entonces se inscribió en un programa de deshabituación tabáquica de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). «Hace un año enterré a un amigo con el que empecé a fumar prácticamente a la vez. Decidí dejarlo siendo consciente de los riesgos que había si seguía así, sabiendo que llevaba muchísimos años fumando», cuenta este arquitecto leonés afincado «desde hace mucho» en Valladolid.
Lo había intentado ya varias veces por su «cuenta», había estado inscrito en otros programas, pero siempre había alguna razón para prolongarlo. «No tenía tiempo, sentía que los programas que veía no me llamaban, no iban a hacerme dejarlo», reconoce. Hasta que llamó al timbre de la AECC. El primer día que asistió a las clases fumaba dos cajetillas diarias. Hoy, nueve sesiones después, no fuma «absolutamente nada». Asegura que es la «mejor decisión» que tomó en su vida. «Notaba dificultades para respirar, que mis pulmones no admitían tantísimo humo al fumar», señala, al tiempo que admite que su «mayor» temor era sufrir una EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). «Tenía más miedo a eso que al cáncer», sentencia.
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En su opinión, lo más «importante», lo que más le ayudó a deshabituarse del consumo, fue comprender «cómo funciona la adicción». «Lo que más asusta es el primer día, llegar a la sesión y preguntarse '¿y ahora que?'», comenta.
«Lo más importante» para concienciarse –incide– fue el «cariño» con el que compañeros y monitores le trataron. «Pongo al programa un diez; me resultó importantísimo que me trataran con tanto cariño y cercanía», sostiene, mientras revela que también fue «fundamental» el hecho de que le explicaran «todo» acerca del tabaco. «Te dicen los problemas que genera y te dan muchísimas herramientas para enfrentarse a ese hábito, que no vicio. Esa es la mayor ventaja del programa, fantástico en mi opinión», subraya Gómez.
Concluyó las nueve sesiones –de dos horas cada una– hace tan solo unos días, el miércoles 15. En la actualidad no fuma «nada». «En la cuarta sesión ya te piden que dejes de fumar. Estamos hablando de que hace dos meses podía fumarme una cajetilla al día y en mis buenos tiempos llegué a fumar más de dos, era muchísimo», concluye Gómez.
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