Luto en el sector del transporte de Valladolid. El empresario Roberto Ozamiz Arrillaga falleció el pasado viernes en Bilbao a los 72 años de edad. Segunda generación en el negocio del movimiento de mercancías por carretera, su padre y su tío fueron los fundadores de ... la firma Transportes Ozamiz, una de las más importantes de Valladolid, según recuerda Manuel Soler, expresidente de la patronal provincial. Casado y con dos hijas, este profesional, muy apreciado en la capital vallisoletana, era natural de la localidad vizcaína de Gernika, donde este sábado se ha celebrado su funeral, aunque desarrolló toda su vida laboral en la capital del Pisuerga, ya que aquí tenía su residencia desde muy niño. Ozamiz era, además de empresario, un aventurero vocacional. Su pasión: las motos, una afición que le ha llevado a recorrer el mundo sobre sus Harley Davidson.
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La firma de los Ozamiz inició su andadura en el barrio de La Rubia, muy cerca de la Quinta Ana Mari, ahora sede de una de la comisarías de la Policía Municipal. Con el paso de los años, sus naves logísticas se ubicaron en Argales, concretamente en la calle Fernández Ladreda (hoy avenida de El Norte de Castilla). Fue en este polígono cuando, en 1982, la familia refundó el negocio con el nombre de Argach-Buru, que se especializó en cargas para el sector de la automoción, con Renault y Michelin como clientes de referencia. Ver por las carreteras españolas tráileres con este nombre ha sido habitual durante tres décadas. Los Ozamiz vendieron la empresa en 2012. Para entonces Roberto ya había comenzado una nueva trayectoria en solitario con la creación de la compañía Transportes Viana, radicada en Centrolid.
Los que le conocían destacan el carácter extrovertido y sociable de Ozamiz. «Era una persona muy afable y un gran trabajador», subrayan. Pero, sin duda, su afición es la que marcó su vida. «Hemos recorrido toda Europa con las motos, era algo que le apasionaba», recuerda Joselu Soler, compañero de viaje durante décadas. Habitual de la cita de los Pingüinos, donde este grupo de moteros montaba caseta, el empresario dedicaba su tiempo libre a disfrutar de su montura. «Ha llegado a hacer la Ruta 66 de los Estados Unidos y también ha recorrido Alaska en moto», cuenta Soler. Tenía una BMW GS, pero Ozamiz era un fiel de las Harley. La última en la que se movía por las carreteras: una Road King.
Su cuadrilla también destaca su mano en los fogones. Muy amigo de sus amigos, era un cocinero aficionado «de primer nivel», que guisaba lo que le pusieran por delante. En su 'txoko' de Argales, primero, y en su domicilio de la urbanización El Pichón después. Su especialidad: el pescado.
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Roberto Ozamiz luchaba en los últimos años para superar un cáncer con el que finalmente no ha podido. Sin embargo, sus amigos subrayan que se ha mantenido siempre firme en la batalla contra la enfermedad. «Era un hombre vitalista, con muchas ganas de disfrutar de la vida», recalcan. Descanse en paz.
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