Muere Emiliana Mate, fundadora de la imprenta vallisoletana Maas en 1966

Emiliana Mate fue empresaria pionera en el mundo de las artes gráficas, una isla en una industria local casi artesanal donde la presencia femenina era rareza. Falleció el pasado miércoles, a los 96 años, en la ciudad en la que fundó junto a su marido Marcos Sandonís la imprenta Maas, la más grande de Castilla y León con un centenar de empleados en plantilla.

Poco tuvo que ver el primer oficio de este matrimonio con el que desempeñaron la mayor parte de su vida, una travesía laboral que tuvo sus inicios tras la barra de un bar que regentaban en la plaza de San Nicolás. Cambiaron servir vinos por la fabricación de boletos y rifas para los bares y la elaboración de etiquetas por encargo de bodegas, de fábricas de chocolate, de cafés, de aceitunas y de todo tipo de productos de alimentación presentes en vasares y despensas de la época.

El salto de la hostelería a la imprenta en un local de la calle Imperial lo dieron al poco de ser agraciados con un premio de la Lotería Nacional. «Les tocaron 250.000 pesetas (1.503 euros); un cliente del bar les aconsejó que montaran la imprenta y se lanzaron», recuerda su hija Almudena Sandonís, en la actualidad al frente de la empresa familiar junto a su hermano Urbano.

No sería la primera vez que los números de la suerte alegraron al matrimonio Sandonís Mate. En la Navidad de 1975 les tocó el Gordo, 37,5 millones de pesetas (225.379 euros) con cinco décimos comprados en Madrid, en el despacho de Doña Manolita. La hemeroteca de El Norte de Castilla recoge en la crónica de aquel 21 de diciembre que los números cantados por los niños de San Ildefonso habían esquivado (un año más) los bolsillos de los vallisoletanos, salvo los de la pareja de emprendedores.

En la entrevista que se le hacía en el mismo despacho del director del Banco Zaragozano, con los décimos premiados a resguardo, Marcos Sandonís era tratado como «millonario». Y a la pregunta de cómo iba a cambiar su vida respondía: «No quiero que cambie en nada. Estos millones, como si no los tuviera. Toda mi vida la he pasado luchando, trabajando, y no voy a dedicarme ahora a la vida cómoda, a vivir de las rentas». Reconocía también que su esposa no sabía lo que jugaban a la lotería «hasta esta mañana, que se ha echado a llorar al enterarse del premio». Antes de que el matrimonio se convirtiera en millonario la imprenta Maas se había mudado a la calle Abubilla, 37, en Pajarillos. Y el mes anterior al sorteo navideño, había ganado Marcos un Seat 131 en un campeonato de mus.

Actualmente, desde su sede en el polígono La Mora de La Cistérniga, la firma especializada en la fabricación de etiquetas de cola y autoadhesivas, con numerosas bodegas entre sus clientes además de dedicarse a la edición, ha sobrevivido a las sucesivas crisis ante las que han sucumbido la mayoría de las firmas de su sector. «Decía mi madre que el secreto no era otro que trabajar y tirar para adelante», afirma Almudena Sandonís. No dejará de recordarla «troquelando y haciendo las tareas de imprenta de manera artesanal, siempre atenta al detalle, pues mi padre viajaba mucho».

En los años noventa Emilia se retiró de un oficio en el que le tocó «lidiar con muchos hombres, como a mí» y en el que no pocos llegaron a decirles que la imprenta no era su lugar. «Fue muy luchadora». Y pese a que hicieron dinero con la suerte «a mis padres nunca se les subió a la cabeza; hemos sacado la empresa adelante a base de esfuerzo».

El afán de invertir en maquinaria fue una constante en Marcos Sandonís, que cuenta 91 años, y su esposa. «Sabían que no podían quedarse atrás –explica su hija–; por eso somos la imprenta más grande de Castilla y León, en un sector donde a la mínima te quedas obsoleto». Pero hay algo más que ha ayudado a la pervivencia: «Nos dedicamos al etiquetaje de alimentos y en las crisis la gente vive feliz comiendo; al final todo producto lo tienes que vestir con una etiqueta y hoy todos la llevan porque si no no vendes».

• Temas
• Obituarios