Antonio Rodríguez Torres, en una imagen de archivo. César HernánDEZ

Muere Antonio Rodríguez Torres, catedrático de Microbiología de la UVA

El impulsor del Centro Nacional de la Gripe en Valladolid fallece en Madrid a los 86 años

Lunes, 19 de septiembre 2022

Antonio Rodríguez Torres ha muerto en Madrid el 18 de septiembre a los 86 años. Barcelonés de nacimiento, llegó a Valladolid en 1972 y fue catedrático de Microbiología de la Facultad de Medicina y jefe del Departamento de Microbiología e Inmunología del Hospital Clínico Universitario. ... Además, fue impulsor y director del Centro Nacional de la Gripe y deja en sus alumnos y compañeros un basto legado, tal y como afirma la catedrática de Medicina Preventiva Ana Almaraz. «Todo lo que he conseguido profesionalmente en esta facultad se lo debo a él. Fue mi maestro», asegura.

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Antonio Rodríguez Torres fue un importante investigador en el terreno de la microbiología, especialmente en el campo de la gripe y de las infecciones respiratorias. Nacido el 28 de diciembre de 1935, se licenció en Medicina en la Universidad de Barcelona en 1959 y obtuvo el grado de doctor en 1962, ambos con Premio Extraordinario. Completó su formación en el Laboratorio de Virología de la Facultad de Medicina de Lyon, en el Instituto Pasteur de París y en el de Inmunología de Copenhague.

Antonio Rodríguez Torres, en una imagen de 1997. El Norte

Fue profesor adjunto de Microbiología en la Universidad de Barcelona, catedrático de Microbiología de la Universidad de Valladolid desde 1972, jefe del departamento de Microbiología e Inmunología del Hospital Clínico Universitario, decano de la Facultad de Medicina (1977-1980) y miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad (1993-2003).

Durante su dilatada trayectoria formó a varias generaciones y uno de sus pupilos, el catedrático emérito de Microbiología Antonio Orduña, define la figura de Antonio Rodríguez Torres de la siguiente manera: «era una persona extraordinariamente leal, muy amigo de sus amigos y que protegía con uñas y dientes a sus discípulos. Nos promocionó a todos los niveles. A mí me mandó a Inglaterra durante un año y pico, otros fueron a Lyon y algunos llegaron de su mano a París. Formó una auténtica escuela. Solo de Valladolid hemos salido cuatro catedráticos», indica Orduña.

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Aparte de dirigir el Centro Nacional de la Gripe en Valladolid de la Organización Mundial de la Salud (OMS), formó parte de la delegación española en la Asamblea Mundial de la Salud, fue vocal de la Comisión Nacional de la Especialidad de Microbiología, presidente de la misma (1990-2000) y de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (1991-1993). En 2003 formó parte del Comité Nacional Ejecutivo de la Prevención de la Gripe en el Ministerio de Sanidad, y en 2009, del Comité científico asesor en Castilla y León sobre la pandemia de gripe A/H1N1 (Gripe A).

Una vez jubilado se trasladó a Madrid, donde ha terminado falleciendo tras un proceso de deterioro cognitivo que se ha precipitado en dos días. «Era un hombre muy inteligente, observador, con una extrema capacidad de negociación y, dentro de su timidez, era siempre muy firme en sus planteamientos», explica el doctor José María Eiros, especialista en Microbiología y Parasitología. Esas cualidades para mediar de las que habla el catedrático de Microbiología en la Universidad de Valladolid permitieron a Rodríguez Torres ser un activo fundamental en la negociación para que el actual Hospital Clínico se instalara en su actual sede.

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Además de sus reconocidas facetas como médico y docente, Antonio Rodríguez Torres destacó como un gran coleccionista de mapas antiguos. De hecho, en 2016, donó al Ayuntamiento de Valladolid 39 mapas de los siglos XVII al XX.

Su legado

Las principales líneas de su investigación abordaron muchos campos de la microbiología, pero las más sobresalientes se refirieron a la gripe y a las infecciones respiratorias, así como a la brucelosis. Como médico del Cuerpo Nacional de Sanidad, su interés y preocupación esencial han sido los problemas de Salud Pública. Por ello, creó en la antigua Jefatura de Sanidad de Valladolid un laboratorio sobre la brucelosis, que ha llegado a ser de referencia para la fiebre de Malta humana en España.

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Deja un legado de 60 obras publicadas entre libros, capítulos y monografías, y más de 250 artículos científicos, medio centenar de ellos de alcance internacional. Académico de Número de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid, recibió premios como el de Investigación Científica Ciudad de Barcelona (1967), el Ramón y Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1969), el del Consejo Social de la Universidad de Valladolid (1999), y el Amadeo Foz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (2004).

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