El número 1 del MIR en Valladolid apostó por Madrid: «El nivel profesional es tremendo»

Esfuerzo y dedicación son dos adjetivos que definen la trayectoria de un joven que compaginaba las tareas del hogar y el cuidado de sus cuatro sobrinos (uno de ellos con parálisis cerebral) con horas y horas de estudio para lograr lo que finalmente consiguió, ser el número 1. Logró la mejor nota del MIR en Valladolid gracias a ese 94,29 de puntuación que además le posicionó entre las mejores calificaciones del España, en el puesto 43 de 12.000.

La especialidad la tenía clara desde el principio por el «flechazo» que Juan José sintió por la otorrinolaringología, eso lo tenía muy claro, aunque el hospital donde comenzar su carrera como residente no tanto. El dilema era elegir entre el Hospital Clínico Universitario de Valladolid o el Hospital madrileño de La Paz.

Se informó bien antes de tomar una decisión tan importante y habló con varios residentes del Clínico de Valladolid. «Me dijeron que dejaban operar bastante sí, pero me dijo que aquí las cirugías no son tan complejas, cosa que sí iba a encontrar en La Paz», señala. Otro de los motivos que le llevaron a irse de Valladolid fue por la cantidad de guardias que podía hacer en el complejo madrileño, «hago más guardias y económicamente es más apreciable y agradecido y más en una ciudad como Madrid».

Se sumaron más factores a su lista de 'pros y contras' en favor o no de mudarse a la capital de España. «Cuenta con el ambiente jesuístico que necesitaba, Madrid tiene una localización y una conexión con otras ciudades que no ofrece Valladolid y tengo familia en el norte y en el sur. Aquí tengo de todo y merece la pena», explica Gonçalvez.

Reconoce que al principio que separarse de su familia y el cambio de ciudad le dio algo de miedo, «pero este hospital es uno de los más grandes del país y cuanto con muy buen personal, los valioso de La Paz no es su localización ni su infraestructura (algo anticuada) el nivel profesional que hay aquí es tremendo», dice este joven de sobresaliente humildad.

Fue un cúmulo de motivos los que le llevaron a emprender el vuelo profesional y dejar Valladolid. «Son más de veinte médicos otorrinos adjuntos y aquí hacemos de todo, desde lo más sencillo hasta las cirugías más complejas. No derivan nada de patología otorrinolaringología y de cirugía de cabeza y cuello. Recibimos a pacientes del Asturias, de Castilla y León, de Andalucía, de Castilla-La Mancha...», explica Gonçalvez.

Previamente se había informado del alto nivel de formación que exigen a los residentes en La Paz, «los docentes, son muy cañeros para que aprendas y si te quieres formar y pones de tu parte, ellos están dispuestos a enseñarte de todo. Eso sí, las guardias son duras muchas veces», añade.

Se ha sorprendido a sí mismo por la rapidez con la que ha conocido a gente y con la agilidad con la que se ha acostumbrado a la vida en Madrid. Ha logrado más independencia pasando de compartir piso con ocho miembros de su familia, a dos compañeras de piso. «Una de ellas estudió la carrera en Valladolid conmigo y la otra chica es también de los Jesuitas», dice el joven, que da gran importancia a los valores religiosos en su vida.

Le quedan poco más de tres meses para terminar el primer año como residente y hace un balance más que positivo de este tiempo. «He hecho ya varias cirugías de cornetes, de vegetaciones, de cuerdas vocales, ganglios complicados, lo que los adjuntos saben que tienes capacidad para realizar», dice con notable pasión por su trabajo. «Ahora sé que he tomado la mejor decisión, estoy feliz», finaliza desde Madrid el MIR número 1 de Valladolid.