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La mañana de este sábado arrancaba en el pinar de Tordesillas con varios grados negativos, aunque para los moteros que allí acampaban no era excusa.
El desayuno, ofrecido a las nueve de la mañana, ayudaba a algunos a reponer fuerzas para afrontar el frío pero ... soleado día que tenían por delante. Abrigados con botas térmicas, gorros, guantes y polares, los asistentes presumían de estar en una de las mejores concentraciones de motos. «Es un placer poder venir cada año a disfrutar del frío castellano en Motauros», explicaba José Rubio mientras desayunaba un chocolate con churros. Este hombre lleva acudiendo 44 años y su truco para combatir las bajas temperaturas es «imbatible: buenos sacos de dormir y el suministro del bar». Junto a él, el churrero gallego José Loureiro preparaba otra docena más para el siguiente cliente. «Aquí trabajamos desde las 7 de la mañana hasta las dos de la madrugara repartiendo chocolate y churros a los moteros», confesaba.
A media mañana, las hogueras chisporroteaban por todo el pinar y los grandes troncos se convertían en ceniza tras desprender el calor requerido por los moteros. Santiago García llegaba a donde tenía la tienda de campaña con dos enormes tarugos para calentar la zona. «Vengo desde hace ocho años porque me encanta; nos pasamos el día haciendo fuego gracias a la madera que suministran los organizadores para que no pasemos frío», explicaba este joven salmantino.
Correteando emtre los pinos iba José, de seis años, en busca de sus nubes de algodón.«Son mis preferidas y las pongo en la hoguera con un palo», contaba. Tras él, su madre, Carmen Navarro, precisaba que su viaje desde Cheste, Valencia, había perecido la pena. «El fin de semana está siendo espectacular, lo estamos pasando divinamente y el frío queda en un segundo plano». Ella era la encargada de abrir las cortinas de acceso a la cocina en la que un grupo de amigos con los que acude cada año cocinaba ya, a las dcoe del mediodía, una gran fabada asturiana para comer.
También corriendo y dirigidos por su dueña iban los perros que acompañaban a Bárbara Alonso, que reconocía que este año asistía con cinco perros y tres humanos a Motauros. «Ahora venimos en la furgo pero otras veces hemos acampado y el ambiente es genial», precisaba.
En su 22 aniversario, las autoridades y la organización destacaban ayer «el carácter cívico y el compañerismo de los asistentes».
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