Las Moreras es la única playa fluvial de la provincia de Valladolid autorizada para el baño
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El resto de las zonas habilitadas en ríos y embalses carecen de control sanitario y administrativoN. Luengo
Lunes, 5 de agosto 2019, 07:02
Sobrellevar los calores del verano en la meseta vallisoletana a veces resulta complicado. Más cuando se quiere huir de la masificación de muchas de las piscinas que salpican, nunca mejor dicho, la provincia. Valladolid cuenta con rincones acuáticos espectaculares e ideales para que turistas y ... domingueros se den un chapuzón cuando el sol aprieta. Los ríos y embalses son una alternativa perfecta y barata a las piscinas artificiales, oasis de agua dulce que sirven de alivio cuando el mercurio se dispara. Por eso, cada vez son más los que eligen pasar una refrescante jornada en algunos de los rincones medioambientales más importantes de Valladolid.
La temporada de baño arrancó de forma oficial, en toda Castilla y León, el pasado 15 de junio, con treinta playas naturales situadas en zonas de embalses, ríos y arroyos autorizadas por la Consejería de Sanidad en la comunidad. En estos espacios naturales se llevan a cabo exhaustivos controles, con inspecciones visuales y muestras semanales de agua, con el fin de garantizar la seguridad del baño a lo largo de la temporada, que finalizará el 15 de septiembre. En ese censo oficial, solo aparece como apta para el baño, en la provincia de Valladolid, una playa fluvial, la de Las Moreras. Sus aguas son las únicas controladas por Sanidad. Sin embargo, la provincia tiene otras zonas muy demandadas entre aquellos que quieren darse un buen chapuzón sin hacer muchos kilómetros. Son espacios fluviales de ocio que quedan fuera del censo y que, por tanto, no cuentan con vigilancia administrativa y carecen de controles sanitarios.
Para que una playa sea incluida en el registro y se controle a nivel sanitario, el Ayuntamiento debe solicitar el permiso y garantizar su mantenimiento en las debidas condiciones de limpieza, higiene y salubridad, así como controlar los posibles puntos de vertido que se encuentren cerca de la zona de baño. Muchos de esos municipios carecen de recursos para hacer frente a este mantenimiento. El decreto también indica que los consistorios están obligados a instalar carteles bien visibles con información sobre la aptitud de la zona, la calidad de las aguas, si existe prohibición expresa o recomendación de no bañarse.
Las Moreras, en Valladolid capital, es la única playa en la que se realizan controles de salubridad. Su historia se remonta al año 1951, cuando la ciudad supo aprovechar para el baño el paso de su gran río, el Pisuerga, instalando una modesta playa, que, con el paso de los años, fue ampliándose y mejorando sus instalaciones hasta convertirse en un concurrido espacio para el ocio 'costero' de interior. Casi siete décadas después, este rincón, que fue un hito de modernidad, es uno de los grandes referentes de playas fluviales en España. Allí acuden muchos vallisoletanos que desean refrescarse, tomar el sol y disfrutar de un ambiente playero sin salir de la ciudad. Tiene de todo:dos socorristas, duchas, máquinas de gimnasia, baños, amplio aparcamiento y hasta un chiringuito.
En la provincia, en un apartado rincón del valle del Esgueva, está el embalse de Encinas. Un emplazamiento espectacular para pasar un relajado día en un entorno natural, en el que además de tomar un baño se puede disfrutar de la abundante flora y fauna autóctonas. El embalse, construido en 1947, permite la realización de actividades acuáticas. «Es un entorno natural increíble», remarca su alcalde, Óscar Alonso. «Tenemos playa y un embarcadero. El agua es de manantial, cristalina. Recibimos muchos turistas, pero en el Ayuntamiento carecemos de infraestructuras y recursos suficientes para mantener la zona como es debido. Este espacio genera muchos gastos que no podemos asumir», añade el regidor. Este espacio natural dispone también de un amplio cámping y un bar con mesas y bancos para pasar una agradable jornada.Sin embargo, el concurso para su gestión ha quedado desierto. «Desearíamos que alguien lo explotara. Sería un trabajo ideal para una familia, que generaría recursos al pueblo y a la comarca y frenaría la despoblación», subraya Alonso, que de momento no ha iniciado ningún trámite para incluir esta playa en el censo de la Junta.
En Tierra de Pinares, Calabazas, una núcleo del municipio de Olmedo que está enmarcada por la Vega del Adaja, cuenta con pequeñas zonas naturales de baño. Alfonso Centeno, su alcalde, asegura que este espacio de recreo acuático no suele estar muy concurrido, aunque tiene grandes adeptos. «La gente tiene la costumbre de ir al río, cada uno se busca su rincón. Es una ribera pequeñita, con una zona de arena, aunque muchos prefieren poner la toalla a la sombra entre los árboles. Los turistas suelen ser respetuosos y lo mantienen limpio», dice el alcalde.
Muchos eligen zonas de poca profundidad del río Duratón para calmar el calor entre chopos y arboledas. Así, en Rábano se halla una coqueta playita de interior, conocida como 'La Marbella de Valladolid'. Son diez hectáreas verdes con todo tipo de facilidades para el recreo: campo de fútbol, frontón, cancha de baloncesto, zona de juegos y hasta un chiringuito donde pasar un buen rato a la sombra. Siguiendo el cauce del río se encuentra otro de los puntos de reunión habituales durante el verano, el área de recreo del Valdobar, en Peñafiel.
El padre Duero ha modelado también numerosas playas fluviales a su paso por la provincia. Así, en Valbuena hay un magnífico e histórico espacio fluvial, dotado de un embarcadero y una pesquera, donde se pueden realizar rutas en piragua y otras actividades acuáticas. Otra de las localidades vallisoletanas bendecidas por el Duero es San Miguel del Pino, donde el cauce se ensancha formando un remanso de aguas tranquilas, ideal para los veraneantes. Allí hay una pequeña playa de arena y también una pesquera, ambas muy frecuentadas por vecinos y turistas. «Aquí la gente viene a disfrutar. Se baña y aprovecha para pescar en los ochenta puestos que tenemos disponibles. Es un gran escenario deportivo donde se celebran campeonatos nacionales. Desde el Ayuntamiento nos encargamos de desbrozar la pesquera y el barrero. De la ribera y los puestos de pesca se encarga la Diputación. Tenemos contenedores habilitados en toda la zona para mantenerla limpia», dice el alcalde sanmigueleño, Jonatan Gonzalo.
Las playas de Puente Duero y Tordesillas históricamente han gozado de gran popularidad. La primera llegó a ser conocida popularmente como 'Beniduero' por la afluencia de turistas que llegó a tener en los años 60 y 70. Ahora, según indican los vecinos, se encuentra en un «estado muy abandonado». «Hay mucha maleza. Hay servicios y duchas, pero deberían estar mejor mantenidos. Nos encantaría que la playa estuviera controlada. Es un pulmón para la comarca y si estuviera en condiciones, vendría mucha más gente a disfrutarla», explica Manuel Casal, socio de la Asociación de Vecinos Nuestra Señora del Duero. La segunda ofrece a los turistas una panorámica fantástica de Tordesillas, con el puente (ahora en obras), la pesquera, las Casas del Tratado y San Antolín. Y si se busca la tranquilidad y el sosiego, las riberas del Parque Natural de Castronuño, el único de la provincia, son una excelente opción y todo un lujo natural. Comprendido entre las localidades de Tordesillas y Castronuño, este espacio ofrece numerosas opciones para pasar un día agradable y vivir experiencias en contacto con la naturaleza. El baño es una de ellas. En un remanso de agua, se encuentran dos pequeñas calas fluviales rodeadas de vegetación. Castronuño ofrece, además, otras opciones de divertimento acuático, como un gran complejo con toboganes y piscinas.
El norte de la provincia también tiene sus áreas de esparcimiento acuático. En el río Cea, idóneo para la pesca, combinan bien las chirucas y el bikini, ya que se puede disfrutar de una tranquila jornada en familia haciendo una ruta de senderismo y acabando en cualquiera de estas atractivas calas de río. En Castrobol, en La Trastorna, a pocos metros del puente, se halla un remanso de tranquilidad, pero con un goteo incesante de bañistas. En Mayorga muchos turistas fluviales encuentran el descanso anhelado y en Melgar de Abajo también es posible relajarse contemplando el paisaje mientras uno se refresca. En Melgar de Arriba, el río cuenta con un área recreativa y en Saelices de Mayorga son habituales los baños en la zona del puerto, en el antiguo molino. Y eso, sin olvidar el Canal de Castilla en Medina de Rioseco que, aunque no sea zona habitual de baño, «es el lugar donde muchos riosecanos aprendieron a nadar, y que, de forma puntual, se utiliza para la celebración de la prueba de natación en competiciones de triatlón», informa Miguel García Marbán.
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