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Tras nueve meses de nervios, impaciencia, deseos y esperanza, Silvia Sánchez (38 años) y Violeta Cubero (34) vivieron una experiencia que oscureció el nacimiento de su hija, Ada, porque en el Hospital Clínico de Valladolid se negaron a inscribir a la pequeña en el ... registro. «La persona que estaba allí nos dijo que únicamente inscribían a los hijos de matrimonios heterosexuales españoles», cuenta Silvia. Tras esta respuesta y «con mucha desazón», Silvia, que bajó como declarante y «con toda la ilusión» para inscribir a su criatura, subió a la habitación sin haberlo conseguido. «Cuando la vi llegar, llorando y rota de dolor, entendí que con apenas dos días de vida ya empezaban a poner trabas a la vida de nuestra hija», cuenta Violeta. Además, Silvia añade que «tuvimos que tachar la palabra 'padre' de todos los documentos y, pese a eso, nos dijeron que no tenían el papel para inscribir a Ada». La pareja ha puesto una reclamación ante el centro hospitalario.
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«El parto fue perfecto y el trato de los trabajadores del Clínico, excepcional, pero parece mentira que en pleno siglo XXI siga pasando esto», se queja Silvia, que mira atentamente a su hija. Ella, ajena a toda polémica, descansa en su carrito arropada por un buzo de estampado tropical. «Contando nuestra experiencia solo esperamos que corrijan ese error y que no vuelva a pasarle a ninguna pareja», precisa Violeta. «Empañaron el momento más bonito de nuestras vidas, eso es muy doloroso», añade Silvia emocionada.
Pero este error por parte del Hospital Clínico de Valladolid no es la única discriminación que han recibido a lo largo de su vida como pareja homosexual. «Cuando decidimos quedarnos embarazadas había mucha gente que nos decía que para qué nos íbamos a gastar ese dineral, que era más fácil que una de las dos enganchase a uno y se quedase embarazada. Esto nos parecía horrible porque en una pareja heterosexual a nadie se le ocurre hacer ese comentario si, por ejemplo, el hombre es estéril», recuerdan ahora quitando hierro al asunto.
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También en la administración han sufrido «discriminaciones y comentarios hirientes». Violeta cuenta que cuando acudió a la primera consulta con la matrona, esta le dijo que la mandaba con cierto ginecólogo porque el otro era «algo antiguo y no iba a entender la situación». Ella, al escucharlo, no pudo evitar sentirse «discriminada», pero ahora agradece que le tocase con aquel «ginecólogo anticuado porque ha llevado el embarazo de la mejor manera posible».
«Son comentarios que duelen mucho pero la mayor parte de las veces los hacen por desconocimiento, o eso queremos pensar», explica Silvia mientras Violeta asiente con la cabeza.
Para subsanar ese error que el Clínico califica como «humano» y tras el que ha pedido disculpas a esta pareja, Ambas tuvieron que acudir el 3 de enero con la niña al registro para inscribirla. Allí, se sorprendieron de la situación. «Nos dijeron que era obligatorio legalmente que escribiesen a la niña, pero en nuestro caso no fue así», cuentan.
Tras cuatro años juntas, Silvia y Violeta, de Palencia y Mojados, respectivamente, decidieron recurrir al método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja) para traer al mundo a Ada. Este permite a ambas participar activamente en el embarazo porque una aporta el óvulo y la otra lo gesta. De este modo, el bebé tendrá la genética de la madre no gestante y/o del espermatozoide del donante, pero al desarrollarse en el cuerpo de la madre gestante, todos los nutrientes que tome se ponen a disposición del desarrollo y crecimiento de esa criatura. Además, el feto permanece en su interior durante nueve meses por lo que la expresión génica de ese niño también vendrá determinada por el ambiente prenatal del útero materno.
«Nos decidimos por este método porque habíamos oído hablar de él y conocemos casos de parejas que lo han utilizado», cuentan. Al tomar la decisión, comenzaron la ruta por las diferentes clínicas en Valladolid para empezar con el proceso. «Para poder acceder al método en España tenemos que estar casadas, así que lo hicimos sin pensarlo dos veces porque queríamos ser madres, fue un trámite más». Pero las opciones en la capital se agotaron y en todas recibían la misma propuesta: que la gestante fuera la más joven. «Nos dieron el enfoque que ellos querían, no el que nosotras necesitábamos, porque hay que mirar la fertilidad de ambas y que las condiciones físicas sean las adecuadas». Por ello, decidieron ir a Madrid para hacer su sueño realidad. Allí fue donde dieron con la clínica que las convenció para iniciar el proceso.
«Yo nunca pensé que iba a ser la gestante, aunque soy la más joven, pero todas las papeletas las tenía Silvia», reconoce Violeta. Pero ella fue en la que más viabilidad vieron los ginecólogos y tras la implantación del segundo de los nueve embriones, Ada comenzó a crecer en su interior. «Es un proceso costoso, tanto a nivel económico como a nivel emocional porque se trata de prueba y error y las ilusiones van y vienen constantemente, pero merece la pena porque ahora disfrutamos de nuestra maternidad plenamente», aseguran. Tras cerca de 8.000 euros invertidos en el tratamiento de fertilidad y con su hija Ada en sus brazos, Violeta y Silvia, agradecen haber tomado la decisión, «por complicada que fuese».
Gracias al método ROPA, Ada es legalmente hija de Silvia y Violeta a partes iguales. «Es la única forma de tener un hijo siendo una pareja de dos mujeres por el que la niña es de las dos por igual, porque con otros métodos figura una madre y una adoptante, algo que no nos cuadraba para nada», explican.
Ahora, quieren olvidar el incidente en el Clínico pero pretenden que no le vuelva a pasar a ninguna otra pareja. «Confiamos en que tomen las medidas necesarias y tengan todos los papeles para que cualquier tipo de pareja pueda inscribir a sus hijos sin tener que pasar un mal rato», concluyen.
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