«Ha sido usted un valiente», «cuenta con todo nuestro apoyo»... Y así hasta un sinfín de mensajes de ánimo de los vecinos recibió ayer Jaime Arenaga, el titular de la parroquia de San Ignacio de Loyola, enclavada en la barriada del 29 de Octubre, ... después de su salto mediático a las televisiones nacionales por los episodios violentos vividos en el último mes a las puertas del templo de la calle Cisne, en la salida del túnel de Vadillos. «Queremos hacer iglesia, mi misión es evangelizar y revitalizar la actividad de la parroquia en el barrio y los clanes de la droga que lo dominan todo no me van a amedrentar», anticipa este religioso de 60 años, que cumple tres años de sacerdocio (antes tuvo una empresa de sistemas de seguridad) y que lleva uno al frente del templo de Pajarillos. Su llegada, y eso es innegable, ha supuesto un revulsivo para una iglesia que cuenta con «unos dos mil feligreses» y que, al margen de haberle dado un más que notable lavado de cara material, alberga todo tipo de actividades (clases de apoyo, idiomas o costura para inmigrantes y mujeres en paro...) que el titular de la parroquia quiere «no solo mantener sino también impulsar y aumentar».
Publicidad
Su objetivo, insiste, es intentar que la parroquia sirva «como motor del barrio» y combatir desde el púlpito, con actividades abiertas a las clases más desfavorecidas, «la tiranía que ejercen los clanes de la droga». Jaime considera que su presencia «puede estorbar» y a eso atribuye, en parte, sus recientes encontronazos con un sector del barrio. Un joven le plantó un puñetazo hace una semana después de acusarle de «matar a Jesucristo» y, justo siete días antes, se produjo un altercado a la puerta –acabó con otro joven de 20 años detenido por golpear a un policía– después de que cogiera a un niño de unos seis años para informar a su familia de que acudía con asiduidad al templo, junto con otros, «a tirar cosas y a gritar durante la misa (que oficia cada día a las 18:30 horas), entre otras frases, que somos adoradores del diablo». Aquello, recuerda, «está zanjado y la verdad es que no nos han vuelto a molestar».
Fuentes policiales confirmaron ayer que aquel incidente se debió, en parte, a un malentendido sobre el altercado con el menor, que quedó solucionado con sus familiares. «Hablé con su abuelo, me prometió que no volvería a pasar y se habían ido ya cuando se montó el barullo en la puerta», recuerda el sacerdote, quien confía en no tener que volver a recurrir a los policías en adelante. El párroco decidió no denunciar ninguno de los últimos encontronazos.
Asunto zanjado. Su objetivo, reitera el párroco, «es recuperar a los creyentes del barrio, alejarles de la tiranía de las drogas –el párroco, vecinos y policías confirman que ha habido un repunte del narcotráfico en el entorno– y evitar que confundan con ideas perversas a niños que creen que hacen lo correcto porque les están alentando a que vengan a insultar a la iglesia».
El obispo auxiliar, Luis Argüello, acudirá precisamente este viernes al templo a confirmar y bendecir un nuevo mural, rubricado por el pintor Jesús Camargo y Yolanda Hervás, que adorna la entrada de la calle Cisne. «Tengo todo su apoyo, y el del cardenal, y no vamos a dejar que nadie nos amedrente», concluye Jaime Arenaga.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.