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Así que esto es San Juan. Con el corro de amigos, la botella compartida, su poquito de arena en los zapatos, las bolsas con hielos, la promesa de un verano que comienza, con sus fiestas, con sus siestas, con tanto tiempo por delante y que ... esta noche es cuando empieza a contar. San Juan en Las Moreras es el kilómetro cero del estío en Valladolid. Hay estudiantes que le quitan el celofán quemando los apuntes de un curso que ya pasó. Los hay que saltan por encima de las llamas, sintiéndose poderosos mientras avanzan por el aire, con el infierno ahí abajo.
Hay cuadrillas que comparten carcajada mirándose a los ojos y otros que se envían por 'whatsapp' (la luz de sus móviles como fogata) una carita sonriente y un corazón en Instagram. La playa, abarrotada siempre en San Juan porque ahí está la fiesta y no es plan de que luego te la cuenten por 'stories'.
Miles de personas (es agotador contar y sencillo perder la cuenta) pisan césped, arena y rosaleda para encomendarse al fiestón con el que se estrena el verano. Para algunos (sobre todo quinceañeros, en lo oscuro que hay más allá del puente de Poniente) es el macrobotellón con el que decirle adiós por este año al insti.
Así que esto es San Juan. Con Isabel la Católica cortada al tráfico por la gran afluencia de gente, con sus djs en la pistas deportivas, sus curiosos en el murete junto al río, familias que caminan mientras ven las hogueras prender. San Juan, con su ambiente en la chopera, con su olor a churros (¡Manolo Junior!) y a pacenta (tres euros el bocata). Con las canciones de buenos grupos locales (De perdidos al trío actuó en el camino hacia el anochecer), la discomovida de pachangueo junto al embarcadero y los chalecos rojos de Cruz Roja que no se paran de mover.
Cuando a medianoche se encendía la gran hoguera de San Juan, como si el fuego fuera una Cenicienta aún sin cenizas, la ONG (dos ambulancias, dos vehículos de apoyo, veinte voluntarios entre personal sanitario, de logística y coordinación) ya había atendido a seis personas por heridas («la velada ha empezado tranquila», explican). Junto a ellos, un equipo de siete mediadoras juveniles (a través de la Concejalía de Servicios Sociales) recorrieron la zona e instalaron una carpa (Épsylon de Aclad), de 19:00 a 1:00 horas, para alertar sobre los riesgos del consumo de alcohol y cannabis.
Así que esto es San Juan. Con lumbre en mitad de la noche y cubatas de plástico y cartón. Con riñoneras al cuello, pulseras fosforito, 'minishorts' vaqueros a mogollón. El suelo, por muchos contenedores de refuerzo que salpimenten la zona, acaba como campo de invernaderos en El Ejido, alfombrado de bolsas ya inútiles después de vaciarlas de refrescos y alcohol. Valladolid festeja en torno a las llamas de San Juan que el verano, en estas primera horas suyas, siempre parece eterno. Con tanto baile por delante, tanto viaje, tanto julio y tanto agosto, tanta juerga y descanso, tanta terraza y sillón.
Al calor del fuego de San Juan, el verano parece poderoso e infinito. Luego puede explotar o decepcionar. Pero esta noche, alrededor de las llamas, Valladolid celebra en Las Moreras que puede que nunca haya verano mejor que el que acaba de empezar. En fin, que esto es San Juan.
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