Miguel Fernández: «Esto es una guerra sin armas ni ruidos, pero con tantos muertos»

M. J. Pascual

Valladolid

Domingo, 6 de diciembre 2020, 08:18

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Miguel Fernández Alcalde, de 91 años y natural de Ceinos de Campos, es uno de los 150 contagiados de la primera ola que pueden contarlo. ... «Yo he pasado la covid bastante bien dentro de lo que cabe, fue ligero. Lo he pasado menos mal que otros, pero ha sido un trauma muy fuerte para nosotros». De un golpe, la pandemia se ha llevado a su hermano y su cuñada, que estaban en Doctor Villacián, la otra residencia de la Diputación. Él cogía el autobús para ir a ver a sus hermanos pero, se lamenta, «no me he podido despedir de ellos y estas cosas le afectan mucho a uno». Miguel entró en Cardenal Marcelo el 26 de septiembre de 2008. «Me gustaba ocuparme de recibir a la gente que llegaba para ubicarles y que se fueran haciendo», cuenta. Esta era una de sus funciones en el centro. Pero desde marzo no hay nuevos ingresos a quienes recibir. Ahora se conforma con fomentar la concordia. «La cosa es ayudar y comportarse bien, hay gente que ha perdido la memoria o tiene manías o te hacen algo, pero hay que darlo por pasiva, hay que tener sentido común. La mayoría hemos perdido a alguien». Sostiene que, lo importante, cuando se está en comunidad, es aprender a convivir. «Habrá quien tenga sus cosas, gente que vive sola en el pueblo... pero estos últimos años hay que vivirlos, estar conforme y contentos con las personas. Si hay alguna cosa, hay que perdonar». Tampoco le duelen prendas en reconocer que los mayores «necesitamos cariño», y aprovecha para elogiar al personal.

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Como muchos de sus compañeros, de niño vivió muy de cerca la Guerra Civil. «Yo tenía 8 años en el 36, cuando empezó la guerra, me tocó vivirla y recuerdo todo: tiraron la puerta de mi casa y a mi abuela, que estaba del corazón, casi le dio un infarto. Registraron a ver si había armas. Esto de la covid es una guerra distinta, sin armas y sin ruidos, pero con tantos muertos como en una guerra civil. Sin sentirlo nos está quitando la vida». La gran ilusión, dice esperanzado, es la vacuna.