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Acuarela de Miguel Ángel Soria.

Miguel Ángel Soria capta la atmósfera más plácida de Platerías y explica las claves de su acuarela

Pinceladas de Valladolid ·

Entre desbordamientos del Esgueva y el incendio de 1561 que asoló el casco histórico resurgió una de las calles con más personalidad de Valladolid

Jesús bombín

Valladolid

Domingo, 29 de diciembre 2019, 08:36

Aunque es la calle del fuego, su cofiguración invita más al paseo sin turbaciones que a salir en estampida. Entre el 21 y el 23 de septiembre de 1561 un incendio arrasó manzanas enteras de edificios arracimados en torno a esta calle, llegando a destruir el Ayuntamiento y parte del convento de San Francisco, actual Teatro Zorrilla. En uno de los talleres de plateros que da nombre a la vía comenzó el desastre que desde entonces cosería las llamas al escudo de la ciudad. En Platerías se respiran ecos de identidad local. Tras el incendio, Felipe II, nacido en el cercano Palacio de los Vivero, ordenó remodelar el trazado renacentista bajo el que se erigiría la Plaza Mayor. El paso subterráneo del Esgueva fue motivo de inundaciones en episodios que durante varios siglos hicieron que la calle se pudiera recorrer en barca.

La Platerías contemporánea es una arteria urbana plácida, así recordada por Miguel Ángel Soria (Valladolid, 1945) en esta acuarela, una de tantas en las que ha estampado la huella del tiempo en un Valladolid para la memoria que ha visto mudar plazas, iglesias, comercios, fábricas, jardines. «Este entorno me parece de lo más llamativo de la ciudad, invita al paseo sosegado», observa el artista.

Carteles e ilustraciones para el recuerdo

Belenista, cofrade, ante todo pintor e ilustrador, ha participado en más de medio centenar de exposiciones nacionales e internacionales. Su trabajo ha pasado a ser memoria gráfica de Valladolid en libros donde ha dibujado y pintado los comercios tradicionales, ferias de Castilla y León o aperos de madera, y ha diseñado murales y carteles de ferias taurinas, de Semana Santa y de las fiestas de San Lorenzo.

Con la iglesia de la Vera Cruz de fondo se atisba una escenografía teatral privilegiada. Su condición de calle procesional queda advertida ya desde su arquitectura con el balcón presidencial coronando la puerta por la que entran y salen 'El descendimiento' y otros pasos salidos de la gubia de Gregorio Fernández. En una fachada de una casa una placa recuerda que allí nació en 1390 San Pedro Regalado, patrón de una ciudad en la que ahora los paseantes deambulan en pos de escaparates y mostradores tras los que aguardan humeantes tazas de chocolate con churros, turrones artesanos, sombreros de moda o un pincho de tortilla. Algo más que fuego y agua.

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    Cielo en sepia

Cuenta Miguel Ángel Soria que en lugar del tradicional azul para representar el cielo, se decantó por el sepia. «La composición ofrece una zona de grises y marrones en las fachadas de los edificios y eso permitía integrar mejor la escena».

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    Incorporar personajes

Al artista le gusta incorporar personas a sus pinturas como recurso visual con el propósito de que se pueda apreciar mejor la escala de los edificios. Aunque advierte: «El personaje, si no está bien hecho, afea el conjunto de la la obra».

  1. 3

    Rojo para romper la monotonía cromática

El tejadillo de la iglesia fue pintado en color rojo, convirtiéndolo en un elemento que llama la atención, destacando con la idea de romper la monotonía de los colores dominantes en la escena general.

  1. 4

    Jugando con la arquitectura

El artista aprovecha la uniformidad de las fachadas de la izquierda frente a la arquitectura más recargada y colorista para equilibrar la composición de la escena.

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