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«Alhajas de suprema elegancia e imponderable valor. Gran variedad en pulseras de pedida, relojes de oro y platino, sortijas, alfileres. Metales y piedras preciosas siempre a elección del cliente para la confección de sus encargos». Así, con esta profusión de palabras que parecen sacadas ... de la cueva de Alí Babá, se anunciaba hace 90 años en El Norte la joyería y platería de P. Lobato (sucesor de Cuadrillero), que tenía local en el número 7 de la calle Duque de la Victoria.
El periódico del verano de 1929 acompañaba la reseña con una fotografía borrosa, en la que se intuía la riqueza de la fachada y el señorío de sus propietarios, seguramente ellos, a las puertas del local. Esta foto –rescatada en la sección 'Las calles de Valladolid en 1929' que los martes se publica en elnortedecastilla.es– llamó la atención de Miguel Ángel Soria, maestro de la ilustración, que ha querido otorgar claridad a lo que las viejas fotografías no terminan de mostrar. Soria, ilustrador que ya ha publicado varios volúmenes con grabados de comercios históricos de la capital (más de 300 ilustraciones), ha aprovechado las imágenes publicadas en estos artículos para ampliar la colección con negocios que «desgraciadamente no han llegado hasta nuestros días».
«Las fachadas tenían un gran valor decorativo y arquitectónico. Es una lástima y una gran pérdida para Valladolid que la mayoría no se conserven», asegura Soria. De algunas quedan trazas, que se encarga de documentar con fotografías actuales. Estas también son importantes para la labor de reconstrucción artística que el ilustrador lleva a cabo, con paciencia y destreza, en el despacho de su vivienda en el que se dedica a alimentar su pasión, una vez jubilado de su trabajo como delineante.
Además del comercio tradicional, Soria trabaja en otros dos proyectos. El primero es la reproducción en láminas e ilustraciones de los cerca de doscientos teatros y salones de actos con los que ha contado la ciudad (desde las salas de las facultades y colegios a las de los centros cívicos o de edificios como Santa Cruz, Chancillería o la Casa de Cervantes). El segundo se fija en la industria vallisoletana, con negocios históricos que incluyen tanto a las grandes empresas (Renault o Iveco)como a los pequeños artesanos con taller a pie de calle.
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