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Las 35 mejores fotos para mirar con otros ojos el 2024 de Valladolid

Los fotógrafos de El Norte seleccionan algunas de las imágenes más curiosas, entrañables y divertidas del año que dejamos atrás

Víctor Vela

Valladolid

Jueves, 2 de enero 2025, 08:35

Algunas fueron imágenes de portada. Otras se convirtieron por sí solas en noticia. Las hay que ilustraron reportajes a toda página y otras que ni siquiera se llegaron a publicar. Lo que viene a continuación es un puñado de imágenes que resumen un año de vida en Valladolid. Treinta y cinco fotos para mirar con otros ojos a la capital y su provincia. Treinta y cinco instantáneas que descubrieron o rescataron del olvido los fotógrafos de El Norte de Castilla.

Alberto Mingueza, Carlos Espeso, Rodrigo Jiménez y José C. Castillo firman este tesoro de píxeles que ofrece una mirada curiosa de Valladolid. Porque este no es un repaso de las noticias de 2024 en imágenes. Esta es una colección de buenas fotos para recordar el año que se fue.

Los fotorreporteros tienen una destreza especial para buscar el ángulo inesperado, para enfocar la realidad desde un lugar que para la mayoría pasa desapercibido. Tienen la suerte de estar allí, el privilegio de poderlo ver y el talento para captarlo y transmitirlo después, con una vertiente artística y creativa inusual. Los lectores de El Norte tienen, además, la suerte de contar con ellos, de saber que hay unos tipos que, cámara en mano, móvil en el bolsillo, recorren Valladolid para que no se escape ni un detalle de la actualidad. Abran bien los ojos porque merece la pena.

Uno puede meterse de lleno en esta foto sin temor a terminar empapado de calimocho. Aquí el suelo no está pegajoso, pero si uno se queda el tiempo suficiente mirando la imagen, tal vez escuche de fondo los gritos de alegría, la música de los dj. Valladolid descorchó el 30 de agosto unas fiestas de la Virgen de San Lorenzo más madrugadoras de lo habitual. La foto es puro jolgorio, una celebración de vida en Miguel Íscar, con la Academia de Caballería casi difuminada por la luz ahí al final.

Rodrigo Jiménez

Ese mismo día, el escenario de la Plaza Mayor se estrenó con el concierto de Bulsara. En estos casos, la atención de los periodistas acostumbra a dirigirse a lo que ocurre bajo los focos, a lo que apunta el cañón de luz. Los objetivos todos hacia quien porta micrófono, quien ocupa el altavoz. Pero, a veces, hay que mirar lo que ocurre alrededor, ahí abajo, en los aledaños de la realidad. Y entonces, no hay mejor noticia que un grupo de amigos que celebran a gritos y entre risas su amistad.

José C. Castillo

Entre todos, ella. El 27 de abril, acudió como tantos otros al recinto de la antigua hípica militar para disfrutar del Monoloco Fest. Allí se congregaron cientos de personas. El objetivo era claro: bailar, cantar, divertirse.... A veces, cuando uno acude a este tipo de celebraciones, siente el temor de convertirse en masa, de ser uno más entre la muchedumbre, una de esas personas que disfruta por inercia, lo que en el fondo es una forma de no disfrutar. Esta fotografía es la demostración de que, incluso entre tanta gente, uno puede reivindicarse como original.

Carlos Espeso

No siempre hay por qué aspirar a ser el centro de atención, la diana de todas las miradas, el objetivo al que todo el mundo ansía apuntar. En ocasiones, lo mejor es observar el mundo desde la barrera. Dar un paso atrás, quedarse en la penumbra, entre bambalinas y, desde ahí, disfrutar del espectáculo. No podemos ver el rostro de las niñas que ocupan el centro de esta imagen. Están de espaldas, a oscuras. Pero sí que podemos apostar, sin riesgo a perder, que un gesto de asombro se asoma a sus caras. Aunque no las veamos. Al fondo, refulge el rojo de los fuegos artificiales con los que la pirotecnia Caballer embadurnó el 7 de septiembre el cielo de Valladolid.

Rodrigo Jiménez

Pocas cosas hay tan contagiosas como una celebración. Es verdad que existen los aguafiestas, pero lo más sano e inteligente en estos casos es dejarse llevar. No hay más que ver esos brazos en alto, esas bufandas al viento, esa hinchada orgullosa que saluda a su equipo desde uno de los puentes del Pisuerga. El 27 de mayo, Valladolid festeja que es de Primera sin pensar en lo que vendrá después. La temporada siguiente llegarán los partidos perdidos, los goles encajados, los entrenadores despedidos y la amenaza eterna del descenso. Pero, de momento, disfrutemos de que subimos a Primera. Y luego, lo que tenga que ser, ya llegará.

José C. Castillo

En esta época de pactos de reservados y reuniones en la trastienda, de decisiones a oscuras y entrenamientos a puerta cerrada, lo que debería ser habitual se convierte en extraordinario. El 27 de marzo, en plena Semana Santa, el Real Valladolid abrió sus puertas de par en par y permitió que los hinchas disfrutaran de una pachanga en los Anexos. También así se hace afición. Y si no, que se lo digan a los dos chavales que, folios en mano, repasan el botín de autógrafos conseguido.

Carlos Espeso

Porque la afición que se construye de niño, se mantiene hasta el suspiro final. No hay mayor fidelidad, dicen, que la que se guarda al club de los amores (que a veces es el de los dolores). Y si no, que se lo pregunten a Teógenes Luengo, 83 años, forofo de un equipo al que temió no volver a ver jamás. Vecino de La Mudarra, vio cómo el autobús que lleva a los aficionados desde Rioseco no paraba en su localidad. Su historia conmovió desde las páginas del periódico, desde las pantallas del móvil. Su demanda fue un clamor… y al final la Diputación tuvo que habilitar una parada (esa parada que se ve en la foto) para que Teógenes pudiera ver en directo al Real Valladolid.

Carlos Espeso

El fútbol, claro, no solo es cosa de profesionales. Lo que sucede en los campos de Primera, en los grandes templos de la Champions, es un espectáculo. El deporte de verdad está en los patios y los descampados, en esos partidillos con colegas que terminan entre voces, risas, botellines de cerveza o una merienda celestial. Las jóvenes hermanas de las Religiosas Misioneras de Santo Domingo celebran cada semana una jornada deportiva en el parque Ribera de Castilla. Juegan al fútbol, al bádminton y al baloncesto entre oración y oración. Una pachanga divina celebrada el 12 de abril.

Alberto Mingueza

No queda mucha espuma en las cañas de este trío de amigos que, cañita en mano, se saca un selfi en la Semana Santa de Valladolid. Son cofrades de acera y cebada. Integrantes de la hermandad de la Venerable Birra Tostada. Es 24 de marzo y, móvil en mano, inmortalizan su amistad… Y, de fondo, la procesión Amor y Misericordia del Santísimo Cristo de Medinaceli.

Carlos Espeso

Ese mismo día, por la mañana, Domingo de Ramos, la Semana Santa regala uno de sus momentos más entrañables. Una jornada festiva donde los niños son los grandes protagonistas. La fotografía de Rodrigo Jiménez, con esos cofrades de la Vera Cruz que avanzan hacia una sombra grande, oscura, que se extiende sin freno ante tanta luz, parece un presagio de lo que está por venir, un presentimiento de esa dolorosa oscuridad que inundará la cofradía tan solo unos meses después.

Rodrigo Jiménez

Porque el 25 de junio, apenas tres meses después de aquella gozosa procesión de La Borriquilla, la pena embargó a los cofrades de la Vera Cruz y a toda la ciudad. Su iglesia penitencial veía cómo la cúpula se les venía encima. Un desastre arquitectónico que, por suerte, no afectó a las valiosas tallas que la cofradía custodia en su interior. Entre tanto escombro, la esperanza de la recuperación.

Alberto Mingueza

El pesar cofrade tuvo también parada el 28 de marzo, a las puertas de la iglesia de San Pedro Apóstol. Llovió tanto en esta Semana Santa de 2024 que nunca antes hubo que suspender tantas procesiones. Los fieles tuvieron que alumbrar las tallas en el interior de los templos y, ahí afuera, todo eran paraguas, rostros cariacontecidos, abrazos frente a la adversidad.

Alberto Mingueza

Pero el exterior de las iglesias regala también estampas impagables. Que se lo digan a este turista de gigantesca mochila que, el 3 de mayo, intenta atrapar en su móvil la inmóvil belleza de San Pablo. No lo tiene fácil. La foto saldrá seguro espectacular, pero no hay pantalla capaz de captar la honda impresión que provoca San Pablo cuando lo ves en directo, cuando te fijas, a tan solo unos metros, unos centímetros quizá, en el minucioso trabajo que hay sobre ese hermoso tapiz de piedra.

Carlos Espeso

Pero Valladolid no solo ofrece estampas para enmarcar, postales como para quedarse en ellas a vivir. Junto a los monumentos, hay rincones tristes que alguien convirtió en lugares para olvidar. La plaza Encuentro de los Pueblos, con su borrachera de ladrillo, no entrará seguro en ninguna guía turística de la ciudad. Pero tanta pintada cutre no ayuda a mejorar su imagen.

Alberto Mingueza

Junto a este Valladolid visible (el de las iglesias y las pintadas, las estatuas y las barriadas) hay una ciudad oculta que casi nadie puede recorrer. Debajo de la alfombra de cemento, de las aceras de hormigón y adoquín, hay una suerte de pasadizos subterráneos que muy pocos pueden ver. El 7 de febrero, un equipo de El Norte de Castilla acompañó a la Unidad de Subsuelo de la Policía Nacional, que supervisó lo que pasa ahí abajo, en 50 kilómetros de galerías bajo tierra, para garantizar la seguridad de los Goya.

Alberto Mingueza

Valladolid no necesitaba una gala de los Goya para demostrar que es una ciudad de cine. Pero la entrega de los premios llenó de estrellas el 10 de febrero la Feria de Valladolid. La claqueta inicial sonó días antes en varias calles y plazas, donde se repartieron reproducciones gigantes de los galardones. Despertaron curiosidad, sí, como demuestran esos viandantes que, paraguas en mano, observan al cabezón en la plaza del Carmen como diciéndole: 'A mí no me vengas con películas'.

Alberto Mingueza

Y para mirada, la de esta mujer que observa la altura que coge el nuevo paso bajo las vías de la calle padre Claret. Con rampas y escaleras (pero sin ascensor), la capital estrenaba el 7 de agosto el nuevo subterráneo peatonal y ciclista que conecta el barrio de Delicias con Circular.

José C. Castillo

En el argot del periodismo, hay una expresión recurrente para esas imágenes genéricas que pueden servir para cualquier información. 'Fotos de recurso', decimos. La combinación de palabras tiene su tonillo despectivo, como si esas fotos que lo mismo valen para un roto que para un descosido tuvieran menos valor. Pero también en los encargos cabe el ingenio. Que se lo pregunten a los artistas del Renacimiento. A Castillo le encargaron una foto de movilidad. Y el 18 de septiembre captó esta imagen de luz increíble.

José C. Castillo

En muchas ocasiones, el trabajo de los fotoperiodistas no depende de lo programado, de lo esperado, lo convocado, lo rutinario. Casi siempre, su labor se pasea por el filo de lo inesperado. Por eso hay que tener la mirada atenta y el dedo ágil. Carlos Espeso se topó el 3 de mayo con esta imagen fugaz. Medio minuto antes y no la hubiera captado. Medio segundo después y la ardilla ya no estaría allí.

Carlos Espeso

Hay quien va a ver encierros y los que van a hacerle fotos al toro. Hay quien va a conciertos y los que van a hacerle una 'storie' a Taylor Swift. Vivimos una época de recuerdos pixelados y donde parece que no estuvimos si no hay registro en el GPS del móvil. De esta imagen en los encierros de Arroyo no destacan los cuernos del morlaco, no. Lo interesante es que hay casi más móviles que brazos. Que ya es decir.

Carlos Espeso

El 28 de enero, un reventón en el anillo mil, la principal tubería de agua potable de Valladolid, anegaba el entorno de Lauki y reducía la presión de agua en media ciudad. Una avería notable que hubo quien se tomó con humor. Habrá quien diga que un comportamiento así es síntoma de inocencia o de inconsciencia, pero saltar en los charcos (uno de los grandes símbolos de la felicidad infantil) es también señal de inteligencia vital. Porque poco hay más provechoso que hacer de la necesidad virtud.

Alberto Mingueza

La noticia no estaba aquí. La noticia aquel sábado 19 de octubre estaba en todo lo que ocurría alrededor, en ese polideportivo de La Rondilla, abarrotado con 750 encajeras llegadas de toda España. El fotógrafo no pudo evitar la tentación. Las bordadoras eran protagonistas, sí. Pero también todos esos hilos, agujas y bobinas que, colocadas en un retablo multicolor, utilizarían para llevar a cabo su labor. Hay fotógrafos que no dan puntada sin hilo, la verdad.

Alberto Mingueza

El fuego puede ser fiesta o tragedia, horror o celebración. Una manifestación festiva es la que todos los años se lleva a cabo en Las Moreras la noche de San Juan. Las llamas domesticadas son todo un espectáculo.

Rodrigo Jiménez

El problema llega cuando el fuego se descontrola. De ahí el horror de los incendios forestales. De ahí los daños como los que el 16 de mayo sufrió una fábrica de reciclaje en Aldeamayor. Los restos del incendio pueden verse, entre humo, al fondo. La manguera, como una serpiente agotada, descansa mientras los bomberos dan por finalizada la primera fase de su labor.

Carlos Espeso

En la explotación de los hermanos Carlos y Fernando García Henrnández se pelaron más de dos mil ovejas en apenas 48 horas. No había tiempo para degradados ni filigranas. Esquiladores uruguayos se encargaron de esquilar los animales más por razones sanitarias que económicas. El mercado de la lana es inexistente en España. Pero hay tareas que se deben hacer, aunque apenas se consigan réditos económicos por ellas.

Carlos Espeso

Anochece en el parque de Renedo y Rubén Jiménez, pastor de 40 años, prende los generadores para iluminar su cena, la de su cuadrilla y la de su rebaño. Ganadero de quinta generación, se desplaza a nueve parques fotovoltaicos de la provincia para que su rebaño se coma la hierba que crece bajo las placas solares.

José C. Castillo

El año deja también muestras de solidaridad en Valladolid. Como esta de una nave de La Cistérniga, hasta donde decenas de personas se acercaron para catalogar y ordenar todos los víveres y la ropa que los vallisoletanos donaron para los damnificados por las riadas de Valencia.

José C. Castillo

Y, sobre todo, la estampa única y emocionante que cada otoño se repite en la ciudad. La de este año, con paraguas. La lluvia cogió también dorsal para participar en la Marcha contra el Cáncer, que un año más recaudó en Valladolid fondos para luchar contra la enfermedad.

Rodrigo Jiménez

El 28 de octubre, los sindicatos convocaron una huelga de transporte de viajeros. Si Rodrigo Jiménez la hubiera planificado, no le habría salido una foto mejor. Los buenos fotógrafos tienen también su dosis de fortuna. Aunque a veces se llama suerte al olfato de saber dónde colocarse y cuándo disparar. Esta fotografía fue elegida para la portada en el periódico y muestra los dos rostros de la protesta: el de los manifestantes… y el del usuario que vio trastocada su rutina.

Rodrigo Jiménez

Un clásico del periodismo veraniego: 'Haznos alguna foto de la ola de calor'. Y entonces el fotógrafo recorre la ciudad a 40 grados a la caza de semáforos, abanicos y bañistas en Las Moreras. Esta imagen del 17 de julio nos recuerda que también nuestros perros sufren el sofocante aliento del calor.

Rodrigo Jiménez

El 14 de junio, se estrenaba la temporada de piscinas en Canterac. Lo mejor de la piscina es que puedes continuar en bañador la tertulia que antes tenías en el bar, el portal o el banco de la plaza. Y sin abrigo que valga.

Carlos Espeso

El calor está bien, pero pocas cosas hay tan vallisoletanas como la niebla y una buena cencellada. Tiene su aquel hacer fotos de niebla, porque lo normal es que no se vea nada al otro lado del objetivo. La ciudad se desdibuja bajo ese velo que, como Platero, se diría de algodón. El 15 de diciembre, Alberto Mingueza hizo esta foto en Cadenas de San Gregorio. Y uno no puede dejar de pensar que se cruzó con unas palomas pudorosas que no quisieron posar para él. Ellas se lo pierden.

Alberto Mingueza

Ese mismo día, el fotógrafo se recorrió la ciudad buscando escenas de frío. Seguro que en el zurrón de la cámara se llevó algún charco helado, algún carámbano, cientos de cabezas escondidas entre tanto gorro y bufanda. Lo que no se esperaba encontrar era a este hombre, en pantalón corto, que hacía yoga en la arena de Las Moreras. ¿Quién dijo frío?

Alberto Mingueza

Después de acompañar durante años a los colegas fotógrafos por Valladolid, es fácil decidir cuál es una de sus frases más repetidas cuando se ponen a retratar a la vecindad. 'Sonría, por favor', valdría. Y también cualquiera de sus variantes: 'A ver esa sonrisa', 'pero no estéis tan serios'. En ese plan. Por eso emociona tanto ver fotos como esta, en las que no hay que pedirle a nadie que evidencie que es feliz. Sus rostros lo dicen todo.

José C. Castillo

El encargo era complicado. Hacer una fotografía para ilustrar que Valladolid es una de las ciudades con mejor calidad de vida. ¿Cómo retratar eso? ¿Cómo explicar que, en términos generales, los vallisoletanos no vivimos tan mal? La imagen que Rodrigo Jiménez trajo a la redacción es perfecta para la ocasión. Una jornada de sol, un momento compartido en pareja o con alguien querido, un poco de agua al lado y, en el horizonte, ninguna preocupación. Pues sí, eso es calidad de vida.

Rodrigo Jiménez
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