«Hay médicos que te rechazan porque no se creen lo del síndrome»

Un simple cucurucho de patatas fritas en un puesto de las fiestas de Nava del Rey el último domingo de mayo de 1981 cambió la vida de la niña Mar Gómez, entonces 10 años. «Tomé tres o cuatro patatas. Y casi me revienta». Los otros cuatro miembros de su familia se libraron del contagio de milagro. Su madre también compró el aceite pero notó enseguida el olor. «Le dijo a mi padre 'ven a oler esta botella, que huele fatal y tiene posos'. Con la misma la volvió a cerrar». Después a su padre, comandante de puesto de la Guardia Civil, le tocaría decomisar todas las garrafas localizadas en los pueblos cercanos a Nava del Rey.

Mar fue tratada de sus molestias estomacales y permaneció ingresada una semana. No volvió al hospital pero su cerebro «se bloqueó. Era tanto miedo y sufrimiento que me anuló».

Aunque las secuelas permanecieron. La retahíla de sus patologías es extensa: fibromialgia, artrosis, discartrosis, migrañas... Todo resumido en un envejecimiento prematuro del que hablan todos los afectados. «Tengo 50 años, pero una edad interior de 70, aunque no se me note».

Los años le han traído a la memoria la ruina económica que supuso para sus padres, que se gastaron dos millones de pesetas de entonces, todos su ahorros, en tratamientos. Y los efectos sobre su vida. «Ya nada volvió a ser igual. Hay muchas cosas que no puedes hacer por el cansancio. Tienes que tener resignación».

A lo que no se resigna es al abandono médico. «Solo pido respeto. Me da igual ir por la Seguridad Social pero que me respeten. Yo no tengo por qué aguantar que me digan que no me quieren por ser paciente del síndrome tóxico. Ni que me digan los médicos 'no me creo el síndrome tóxico'».

También reconoce su miedo al futuro. «Si con 50 años tengo estas limitaciones... ¿Cuántas tendré con 60?« ¿Quién se va a hacer cargo de mí?, se pregunta. «Tengo mucho miedo al mañana Porque esta enfermedad la podía controlar. Pero cada vez se va haciendo más grande. Y eso me da mucho miedo. Mucho».