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Enfermeras que trabajan en la hostelería, médicas que atienden a mayores o están en el servicio doméstico, odontólogas detrás del mostrador de un comercio, profesores de Universidad en paro, ingenieros como mozos de almacén. Decenas de personas llegadas a Valladolid procedentes desde otros países ( ... se calcula que hay 15.000 en esta situación en todo el país) se hallan inmersas en un laberinto burocrático que puede prolongarse años hasta que consiguen que ese título que obtuvieron en sus países de origen sea homologado en España, lo que les permitiría ejercer (o por lo menos intentar el acceso) en aquellas profesiones para las que se formaron.
El Ministerio de Universidades es consciente del enorme tapón –se ha hecho más evidente con la necesidad de sanitarios durante la pandemia– y ha anunciado la elaboración de un decreto que permita agilizar los trámites y conseguir que la convalidación pueda completarse en no más de seis meses. Un «plan de choque», dicen, con la digitalización de expedientes y una respuesta más rápida, sobre todo para aquellas peticiones que vienen de facultades o cursos en los que ya se convalidó el título de anteriores solicitantes. El año pasado se tramitaron 9.000 homologaciones de forma positiva en todo el país. Apenas hubo 350 rechazos. «La espera es un drama humano que se hace insoportable», reconoce el ministro de Universidad, Manuel Castells. Y eso mismo evidencian a diario miles de personas que están a la espera y multitud de ONG que las acompañan en este proceso. Procomar-Valladolid Acoge es una de ellas.
Los testimonios
«La demora puede superar los dos años», explica Irene Ruiz Navascués, técnica de educación en Procomar. Pero aquí también hay grados. El camino es más rápido para quienes han llegado de otros países de la Unión Europea y reclaman tan solo la homologación de grado, sin especificar la carrera que cursaron. Son los casos en los que se reconoce que una personas tiene una titulación superior, un nivel de estudios que le permite acceder a determinados puestos de trabajo o a ciertas escalas laborales. También es más ágil la convalidación de los estudios de Secundaria o Bachillerato, que abre las puertas, por ejemplo, a ciclos formativos.
Más difícil es optar a la convalidación de un título concreto (por ejemplo, de Medicina o Derecho) y mucho más incluso si el solicitante procede de países no comunitarios. El incremento de población extranjera llegada en los últimos años de Venezuela o Colombia, muchos de ellos con estudios superiores en su haber, ha incrementado el número de solicitudes y taponado un servicio de homologaciones ya de por sí saturado (hay una comisión específica que analiza los títulos, los programas, que pide dictámenes a colegios regulados...).
«Es talento perdido. Durante la pandemia se ha demostrado que había necesidad –que todavía hay necesidad– de médicos y enfermeras, con su título, pero que no pueden ejercer porque no se les ha homologado», indica Ruiz Navascués, quien confía en que este último anuncio del Gobierno (no es la primera vez que se hace) sea real.
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