Dar el paso para tomar una decisión que cambia la vida no es fácil. Elegir formar una familia menos aún y hacerlo en un clima económico, laboral y social donde la estabilidad es una meta de complicado camino tiene mérito. El comportamiento demográfico y social ... ha cambiado en los últimos años, las cifras lo dejan claro y apuntalan un hecho constatado en Valladolid, se impone la maternidad tardía. En dos décadas las mujeres de 40 años que han dado a luz se ha triplicado en contraposición a la disminución de casi el 50% de mujeres de 30 años que decidieron ser madres durante el mismo periodo.
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En cifras, en el año 2000 tan solo 41 mujeres de 40 años llevaron sus embarazos a término, dato que aumentó en 2010 hasta 124 y que continúa la tendencia al alza en los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística que confirman que en 2020 fueron un total de 153 mujeres las que se convirtieron en madres durante ese año. Contrario a lo que sucede con los alumbramientos en mujeres de 30 años que se redujeron prácticamente a la mitad pasando de 299 en 2010 a 151 en 2020.
Son múltiples los factores que han llevado a retrasar la decisión de formar una familia, uno de ellos es el hecho de que en la actualidad las etapas evolutivas se están alargando. «Biológicamente la adolescencia comienza antes que hace unas décadas y termina socialmente más tarde, lo que conlleva a que las mujeres planteen un proyecto vital de maternidad mucho más tarde ya que el proceso de emancipación también se retrasa. Es decir, la capacidad de entenderse y autogestionarse emocionalmente llega más tarde», señala la psicóloga especializada en Infancia y Familia, Itziar Pardo. La profesional insiste en que los factores psicológicos no van aislados a determinados factores sociales, laborales o económicos tal y como explica la profesora de la UVa especializada en la Cátedra de estudio de género, Milagros Alario.
«Las mujeres han naturalizado el trabajo, ya no es una opción, aunque la desigualdad de género a la hora de acceder al trabajo, la consolidación del empleo, sobre todo en titulaciones superiores y la precariedad laboral -transversal en todo tipo de puestos- hace que retrasen la decisión de ser madres», explica. «El número de hijos que tienen las mujeres de media también ha disminuido situándose en poco más de uno de media por familia. España continúa a la cola de la natalidad a nivel mundial», apuntala.
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Asimismo, el cambio de tendencia social tiene peso en las cifras de partos en mujeres de edades más avanzadas. «El modelo vital ha cambiado en los últimos 20 años. La población ha envejecido y el corte de mujeres en edad fértil se ha visto mermado, a lo que se suma que muchas no se planteen un proyecto de vida compatible con la maternidad por la inseguridad a futuro», subraya Alario. «No existe un momento considerado como ideal. Psicológicamente todo está relacionado, las emociones de incertidumbre o desesperanza capan la posibilidad de dar rienda suelta al deseo de maternidad hasta no haber conseguido unas condiciones de estabilidad que ayuden a disiparlas, por lo que la edad en la que se tiene el primer hijo se pospone a edades más avanzadas», añade Pardo.
Esto explicaría que de 2001 a 2011, las madres de 40 años que dieron a luz en ese periodo fue de 854, mientras que de 2011 a 2022 esa cifra aumentó un 65,92% hasta situarse en 1.417 los partos en mujeres de 40 años.
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La edad media de la maternidad se sigue posponiendo con el paso del tiempo, tal y como arrojan los históricos del Instituto Nacional de Estadística, que situaban en los noventa en 27 años la edad media de las vallisoletanas que se convierten en madres, cifra que pasó en los 2.000 a 31,04 años y que aumenta hasta los 32,10 en 2020, reflejando una tendencia que crece de forma paulatina en la región, que sitúa esta cifra en 31,82 años y a nivel nacional ligeramente por debajo en los 31,22.
Alejandro González, director médico y ginecólogo especialista en reproducción asistida del Instituto Europeo de Fertilidad en Valladolid
Desde el Instituto Europeo de Fertilidad de Valladolid que atiende a una media de diez parejas diarias cuyas edades superan los 40 años en el 40% de los casos explican que a partir de los 35 años la capacidad para concebir hijos desciende rápidamente. En los últimos cinco años han detectado un aumento de más de un 20% de las pacientes pasan la cuarentena y que acuden a técnicas de reproducción. «Si recurren a la RHA (reproducción humana asistida) la probabilidad de embarazo a partir de los 40 años es del 20%, cifra que desciende hasta el 10% en el caso de mujeres de 45 años. De forma natural la tasa de embarazo en esta franja de edad no supera el 5%», explica el director médico y ginecólogo especialista en reproducción, Alejandro González.
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El doctor añade que la tasa de aborto por encima de los 40 años «es especialmente alta, casi un 40%» y añade, «la infertilidad está aumentando de manera progresiva hasta situarse en una de cada cuatro parejas que tiene problemas para concebir, debido a factores como la búsqueda de embarazos a edades avanzadas, casos de obesidad y factores ambientales, sobre todo en el ámbito masculino como pueden ser las radiaciones o la alimentación excesiva de productos ultraprocesados», apostilla González.
Conforme aumenta la edad materna aumentan también y de forma exponencial las probabilidades de que los embriones tengan alteraciones aneuploidías de tipo numéricas, lo que significa que crece la probabilidad de que el embrión no llegue a implantarse. «A partir de los 39 años estas anomalías rondan el 60% de los embriones, mientras que en mujeres por debajo de los 35 años este riesgo se sitúa en el 25%», explica el ginecólogo especialista en reproducción.
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En España no existe límite de edad para someterse a técnicas de reproducción asistida que ayuden a concebir, «pero éticamente se llegó al consenso entre clínicas que la edad límite serían los 50 años».
Ana Estévez, madre a los 43
Ana Estévez tenía muy claro que quería cumplir de nuevo el sueño de ser madre. Cuando Daniel llegó a su vida tenía 28 años. Ahora con 43 y tras cinco años de relación con su actual pareja, David Pedrosa de 46, crían a Ángel, su bebé de siete meses. «Ha sido algo pensado y deseado en ambos casos», asegura Ana mientras pasea con su pequeño.
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Antes de dar el paso, la orientadora en Institutos de Secundaria y secretaria de Enseñanza UGT de Valladolid tenía claro que quería alcanzar su objetivo profesional. «Aprobar las oposiciones, sacar plaza fija y una vez conseguido ya volver a cumplir el sueño de ser madre».
Siente que a partir de los 40 la maternidad se afronta de una forma bien distinta, «me costó mucho más quedarme embarazada, incluso llegamos a plantearnos técnicas de reproducción asistida si veíamos que no llegaba de forma natural. Estuvimos intentándolo desde 2019 y finalmente llegó este regalo», afirma mientras mira a su pequeño.
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Muchas cosas han cambiado desde que tuvo a su primer hijo. Uno de los factores que destaca es el psicológico, «te encuentras en una etapa de tu vida en la que cuentas con una serenidad y una estabilidad mental, laboral y personal que antes no tenías y lo disfrutas de una forma distinta. Es lo más bonito que me ha pasado en la década de los 40. Tengo la conciencia plena de estar en modo crianza», asegura Ana, que no descartaba ir a por el tercero.
Aunque físicamente se ha recuperado sin problema los médicos le quitaron esa idea de la cabeza, porque durante el embarazo tuvo grandes subidas de tensión y tras dar a luz ha desarrollado una miocardiopatía periparto, un trastorno poco común asociado al embarazo tardío que se caracteriza por un cansancio excesivo y una frecuencia de pulsaciones elevada en exceso. «No pretendo asustar a nadie, pero es una realidad con la que hay que contar, hay ciertos riesgos que se pueden presentar o no en madres que deciden serlo más tarde, pero aconsejo a todas las que quieran a que den el paso y cumplan su deseo», asevera Ana que no siente ese agobio por haber hecho un parón en su vida.
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«Socialmente nos queda mucho por avanzar. En mi entorno es cómo si todo el mundo se hubiera hecho a la idea de que yo ya había cumplido, que mi vida ya estaba completa y fue una total sorpresa cuando se lo comenté a amigos y familia que me dijeron con cariño '¿estás loca?'. A nivel general es como si a estas edades no hubieran sido deseados o no fuese el momento y nada que ver», puntualiza sin quitar ojo a su pequeño retoño.
María Díaz, madre a los 44
No es primeriza ni mucho menos. María del Rocío llegó hace 5 meses a su vida para completar una numerosa familia. Ahora son cinco niños en casa. Carlos (11), Pablo (9) Martina (7), Alvar (5) y la recién llegada. La vallisoletana María Díez afronta de nuevo la maternidad a sus 44 años y lo hace con una perspectiva totalmente distinta a aquella madre que decidió serlo por primera vez con 33. Junto a su pareja, Carlos García- Zúñiga de 46 años han completado su círculo familiar. No sin superar duros momentos como el aborto que sufrió en la semana 14 de gestación, en agosto de 2020 que le llevó a dejar aparcados a finales de ese año sus planes profesionales como asesora financiera.
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«En cierto modo te culpas por perderlo a lo que se suma el factor de la edad que sabes que no es la ideal, además te enfrentas a ciertos comentarios que no pretenden ofender pero que hacen daño como 'el cuerpo es sabio' o 'es que ya eres mayor para esto'. Definitivamente eso no ayuda en nada. Me costó mucho superar el aborto, pero pasado un tiempo sentí la necesidad de ser madre de nuevo», asegura Díez mietnras entretiene a la pequeña María del Rocío.
En su caso el embarazo fue bien, aunque tuvo un pequeño susto cuando las pruebas de ADN fetal arrojaron un resultado diferente al de las ecografías. «Fue en la semana 16 cuando esas pruebas indicaron que era un niño, pero la eco marcaba que tenía genitales femeninos. Fueron dos semanas angustiosas en las que piensas de todo y finalmente se trataba de un fallo que hubo en laboratorio con el diagnóstico de ADN», señala.
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Pasado el mal trago les comunicaron cuando estaban en el Rocío que todo había sido un malentendido, «por eso lleva el nombre María del Rocío. Fue un momento que no olvidaré». María asegura que muchas mujeres que quieren ser madres a partir de los cuarenta no lo hacen por miedo, porque piensan que el cuerpo no aguanta o porque directamente dan por hecho que no van a poder. «Hay ciertos riesgos, pero con la cantidad de pruebas que te hacen estás más segura y si se quiere se puede, que no dejen de intentarlo porque lo vives de otra manera más calmada, dando prioridad a otras cosas».
El seguimiento de su embarazo ha sido similar en todos los casos, «todo ha evolucionado mucho incluso a la hora de hacer las cesáreas. Esta ha sido mi tercera y es en la que mejor me he recuperado con diferencia», asegura esta madre que apuesta por la lactancia.
A nivel de energía «te cansas más, pero ¿quién no con cinco niños?», bromea esta madre que asegura que la sociedad tiene mucho que aprender en este sentido. «Es que la gente directamente te mira mal, algo que no es lógico porque cada uno tiene derecho a llevar a cabo su proyecto de vida cuando sienta esa necesidad. Yo la sentí de nuevo a los 43 y se ha vuelto a hacer realidad. No puedo ser más feliz», finaliza con rotundidad.
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