![Óleo de María Ángeles Revilla Torres.](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202002/16/media/cortadas/UNIVE-k9iB--480x480@El%20Norte.jpg)
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Vigilada desde las alturas por la talla del Corazón de Jesús y desde una peana por la estatua de Miguel de Cervantes se abre a la vista la plaza de la Universidad, concebida en torno a estos dos ejes escultóricos para su pintura por María ... Ángeles Revilla Torres (Cigales, 1952). Allí montó su equipo de pintar una mañana, atraída por el ir y venir de peatones en torno a un espacio que invita a la parada y la observación. «Llevo pintando desde que tenía 16 años, los profesores vieron que mi vida tiraba por ahí y con esa edad organicé mi primera exposición en el Ayuntamiento de mi pueblo; se vendió todo», refiere la pintora, formada en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid. Casi un siglo antes, en esta institución ejercieron como profesores Nicolás Fernández de la Oliva –quien esculpió la talla de Cervantes– y Pedro Berasategui –autor de los relieves adosados al pedestal–. La talla esconde una controvertida historia de construcción y traslado, pues fue concebida en 1877 para ser instalada en la calle Rastro, frente a la casa del escritor, aunque vicisitudes varias motivaron la mudanza a su emplazamiento actual en 1889.
Profesora de dibujo y pintura en estudios de Valladolid, ha participado en exposiciones en los espacios que habilitaban las extintas cajas de ahorros y en las organizadas por la Unión Artística Vallisoletana a la que pertenece. La faceta pictórica en la que más se prodiga es la elaboración de retratos por encargo. «Cuando llego a un lugar -afirma- capto la esencia de la composición e intento hacer la mancha del conjunto lo más rápido posible para no perder detalles y sensaciones de todo lo que me sugiere. Luego, viene el trabajo del estudio».
Volcada en la pintura y en su enseñanza en academias de la ciudad, María Ángeles Revilla Torres vive esta dedicación como «un viaje con destino incierto en el que también se sufre mucho». Se propuso reflejar la monumentalidad del entorno en contraste con la modernidad de la fachada del hotel Zenit El Coloquio, resonancia de una de las doce novelas ejemplares que Cervantes dio a la imprenta en 1613, tres años antes de morir.
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Detalla la artista que el día que pintó el óleo había mucha luz y que optó por crear un fuerte contraste con la zona más luminosa de la composición –la fachada lateral de la catedral– con los tonos fojizos del edificio de la izquierda.
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Las sombras que proyectan los árboles han dado pie a María Ángeles Revilla Torres a incorporar ondulaciones en el suelo así como una gama de colores azules, rosas y amarillos en tonos difuminados.
3
Estima la artista que la presencia del árbol ayuda a dar protagonismo al paisaje y contribuye a «airear» una escena dominada por el peso visual de lo pétreo con la Catedral y las estatuas del Corazón de Jesús y de Miguel de Cervantes.
4
«He empleado un juego de colores azules, rosas y blancos intentando conseguir una atmósfera de luz más apagada que resalte y dote de más presencia a las esculturas y a la perspectiva que sugieren», resume la artista.
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