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El cambio climático no es el único factor capaz de provocar la implosión del mundo tal y como lo conocemos, cuando menos en el sentido ... económico. Las energías fósiles, ahora sí, enfilan el momento en que tendrán que encontrar un relevo o no serán suficientes para cubrir toda la exigencia a las que las sometemos. Margarita Mediavilla, investigadora del Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid, asegura que quiere conservar un punto de necesario optimismo, pero lo hace a pesar de que los datos se antojan demoledores.
–De pequeños los profes contaban en el cole que se iba a acabar el petróleo, pero ¿cuándo?
–Es verdad que en los 70 hubo un momento en que se diagnosticaron todos estos problemas, no solo el del petróleo sino el de los límites del crecimiento. Se hicieron los primeros estudios y salieron las primeras computadoras, que tenían capacidad de cálculo para estudiar muchas cosas a la vez y predecir. Y se vio que estábamos creciendo exponencialmente en población, en industria, en consumo de todo tipo de recursos. Y el planeta es limitado. Es algo obvio, pero tuvieron que venir los expertos a poner números para que nos diéramos cuenta. Entonces se decía que a principios de siglo XXI tendríamos problemas. No dijeron que los fuéramos a tener en los 80 o 90, sino a principios del XXI. Es verdad que en los años 70 coincidió la crisis del petróleo, pero no debida a escasez física, sino a la guerra Irán-Irak. Y la gente se alarmó. Pero los estudios serios no hablaban de una escasez rápida.
–Pero se generó una alarma.
–Hubo alarma porque el precio estaba subiendo, tocaba el bolsillo de la gente directamente, pero en aquel momento no había escasez.Esa escasez está viniendo ahora.Incluso antes de los años 70 había científicos que hablaban del pico del petróleo, del agotamiento, como Martin King Hoover y Campbell. En esos años decían que el petróleo iba a empezar a tener problemas y a iniciarse el declive de la producción a principios del siglo XXI, sobre 20 05-2006. Es cierto que primero lo situaron en torno a 1995, pero después lo corrigieron porque las tendencias variaron, el consumo se redujo. Lo que hemos observado en los últimos 10 años es que el petróleo convencional ha llegado a su cénit en torno al 2005-06.
–Las previsiones iban más o menos acertadas, por tanto.
–Iban acertadas. Y es cierto que ahora se han desarrollado otro tipo de recursos que entonces no se consideraban explotables, que son de mucha peor calidad, que tienen unas consecuencias medioambientales desastrosas, que son el fracking, la fractura hidráulica, los extrapesados... Ese tipo de recursos sirven para subir un poco el listón, para que parezca que no hay escasez, pero realmente las predicciones iban por bastante buen camino y estamos empezando a ver no el agotamiento del petróleo, porque no se agota de la noche a la mañana, pero sí que declina.
–No se produce a la misma velocidad a la que se demanda, claro.
–No se produce y no se puede producir más rápidamente porque tendríamos que meter unas infraestructuras que no se van a amortizar o no fluye. El petróleo va poco a poco abandonándonos y tenemos que empezar a sustituirlo.
–Pero las fuentes alternativas no se están desarrollando a la velocidad que pensábamos.
–Es lo que estamos viendo. Cuando empezamos a trabajar en ello éramos mucho más partidarios de las energías renovables de lo que somos ahora.Porque cuando empiezas a estudiar el problema ves que hay muchas más aristas. Las renovables están muy bien pero nos aportan, sobre todo, electricidad.Y el transporte se mueve con combustibles líquidos.Sobre todo los sacados del petróleo, que tienen una densidad energética enorme y son combustibles de altísima calidad.Y cualquier sustitución que buscas es mucho más mediocre. Las baterías son mucho más pesadas, tienen menos densidad energética, requieren minerales que son muy escasos, como litio, manganeso, cobalto. Minerales que estamos sacando de las minas, utilizándolos y tirándolos a la basura sin reciclarlos. Y no podemos construir un parque de vehículos como el actual si tiramos todos estos recursos a la basura.
Podemos conseguirlo para una generación, pero a la siguiente se quedarán sin minerales o no llegaremos a todos los vehículos actuales. Y empiezas a ver que la sustitución técnica está llena de problemas: que los combustibles líquidos son muy buenos, los minerales, la ocupación de terreno de las renovables, la minería, la acumulación de energía, la tasa de retorno energético... Porque inventos milagrosos se le pueden ocurrir a mucha gente, pero hay que ver el retorno energético, el cociente entre la energía que sacas de una fuente de alimentación y lo que has invertido para poner en marcha una infraestructura. Hay muchos inventos que funcionan en el laboratorio pero no aportan una rentabilidad energética.
–A medio plazo, por tanto, no parece haber una solución sencilla. España cuenta con un Ministerio de Transición Ecológica que cada vez que habla de cambios se encuentra con una oposición fortísima desde los sectores afectados.
–Estamos ante un problema muy complejo. Y lo más importante son las relaciones entre energía y economía. Tenemos una economía muy disfuncional, que se creó en el siglo XVIII cuando empezamos a tener energías fósiles en abundancia. Y sin embargo nos encontramos en un contexto en el que tenemos una energía cada vez más escasa. Y nuestra economía está pensada para crecer. Debemos crecer al 2% para que no se den problemas importantes de desempleo, empobrecimiento, revueltas... Eso no puede ser. Debemos ir a una economía de estado estacionario o incluso que sepa decrecer organizadamente.Esto para el pensamiento dominante económico es inaceptable: el crecimiento económico no se puede parar. Y eso es algo muy duro porque no tenemos referentes de otro tipo de economía, salvo los ejemplos de las socialistas, que han funcionado mediocremente.
–Hay que llevar a cabo una reinvención total, entonces.
–Sí. Porque será la energía, y si no los bosques, y si no, el cambio climático. La Tierra es limitada. Me parece que no está bien que nos centremos tanto en el cambio climático, que es solo uno de los límites al crecimiento. Tenemos límites energéticos, minerales, sociales, ecológicos de pesca, agua, bosque... Y todos son síntomas diferentes de una misma enfermedad. Una sociedad humana disfuncional que no es capaz de adaptarse a una enfermedad física del planeta. Hemos crecido mucho, el capitalismo ha traído mucha injusticia porque genera desigualdades pero también ha traído desarrollo tecnológico. Pero se ha acabado. Hay que empezar a buscar otro sistema que no esté basado en el crecimiento. Y no tenemos ni idea de cómo hacerlo.
–Y con plazos. Porque el margen puede oscilar un poco, pero hay plazos.
–Sí, aunque no son tajantes, porque decimos 'para 2020 tiene que estar hecho', y llega 2020, no está hecho y no pasa nada. Puedes demorar los plazos todo lo que quieras, pero cuando más los demores, menos capital vas a tener. Porque la biosfera es un capital, y ahora mismo la economía es tan disfuncional que los recursos energéticos, la energía, todo lo que nos alimenta y no solo nuestros cuerpos, sino la economía, los beneficios empresariales, todo eso no se contabiliza. Cuando son recursos naturales, la salud de las personas, no se contabiliza, pero después afecta a la economía. Si tenemos un cambio climático que nos pone la atmósfera a cinco grados más, la economía mundial se deshace, no hay bonos ni agencia de valores ni nada.La economía no es capaz de ver la base física. Puedes no hacer las cosas y la economía sigue funcionando, pero va perdiendo el capital natural en el que se basa. Nos empobrecemos.Pierde los minerales en que se basa, con lo que nuestra tecnología se empobrece, porque no puede ser tan sofisticada. Si hubiéramos empezado a reaccionar en los 70 llegaríamos antes a una sociedad estable, con energía más renovable. Y será más fácil la transición si empezamos ahora que si empezamos en 2040.
–En una exposición en la Facultad de Ciencias, sobre la tabla periódico, aparece una representación en la que se muestra qué minerales se utilizan en la tecnología actual y de qué modo están amenazados o lo estarán en los próximos años si continúa el ritmo de uso actual. Cobalto, litio, plata, cobre, níquel, oro...
–Somos muy inconscientes, porque tendemos a pensar que la tecnología lo resolverá todo. Y como ha evolucionado tanto y nos ha dado tantas cosas en el siglo XX, pensamos que nos lo va a dar en el XXI. Y todas son soluciones tecnológicas, exclusivamente. Pensamos que es una varita mágica. Y también pasa en economía. Y el problema es que si dejas de utilizar esos elementos te vas a tecnologías más mediocres, menos eficaces. Más antiguas, en el fondo.
–Es una tormenta perfecta, entonces. La robotización de la industria, que provocará un gran cambio en el mercado de trabajo, el cambio climático, la escasez de recursos...
–Estamos acelerando justo en el momento en que deberíamos desacelerar. Es una huida hacia adelante. Pero es la época que nos ha tocado vivir, interesante y complicada, y necesitamos un gran revulsivo. Siempre soy optimista porque creo que podemos hacerlo.Si uno ve las necesidades humanas básicas y la capacidad del ser humano en satisfacer sus necesidades, existe un margen amplísimo. Tenemos una sociedad derrochadora que necesita mucha menos energía de la que consume. No necesitas 1.500 kilos para moverte por una ciudad como Valladolid, por ejemplo. Hay muchísimas cosas que no necesitamos. Hemos tenido una sociedad de la hiperabundancia a pesar de que tenemos una mentalidad de la hiperescasez. Ese margen es el que tenemos que usar para ir a formas de vivir mucho más austeras, pero no con una austeridad mal entendida, sino más eficaz. Que nos den mayor bienestar, comodidad, tiempo libre, alimentos saludables... Cosas que satisfagan bien nuestras necesidades pero con muchos menos recursos. Y ahí hay un margen tremendo de ahorro.
La economía actual es demencial. Se mueven los alimentos de un lado para otro de forma absolutamente inútil y derrochadora sin que eso suponga una mejor alimentación. Y el impacto ecológico de nuestra dieta es brutal. Y cosas como la agricultura. Una de las cosas que estamos notando es que la clave no está en la electricidad de origen renovable o del coche eléctrico, sino que está mucho más cerca del cómo comemos. El impacto de la alimentación es muchísimo mayor que el de la electricidad, sobre todo por la biosfera.Una de las cosas más importantes es conservar las funciones ecosistémicas de forma saludable, porque si vamos a un cambio climático y los ecosistemas están sanos podremos seguir teniendo cosechas y adaptarnos. Pero si se deterioran dejará de llover, de tener suelos fértiles, puede variar incluso la composición de la atmósfera...
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