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«Los colegios no son islas», insisten María Jesús Pardo y Margarita Balsa. Ambas dirigen desde que empezó este curso el gran 'archipiélago' ... educativo que conforman el colegio San José y el Instituto Politécnico Cristo Rey, las dos instituciones jesuitas de Valladolid.
Entre ambas educan a más de 3.000 alumnos. Y ellas son las primeras mujeres que los dirigen en su historia (en el caso del San José más que centenaria -1881-). La orden jesuita hoy interpreta desde «la renovación constante», la máxima de su fundador San Ignacio de que 'en tiempo de desolación, no hacer mudanza'.
Este tiempo de adaptación a la covid en los pasillos y las aulas no ha impedido al Provincial de los jesuitas renovar en este curso a 13 directores de sus colegios en España. Casi la mitad son mujeres. Y un tercio dan el paso en Valladolid.
En algunos ambientes, todavía choca la promoción del liderazgo femenino en centros de convicciones religiosas. Pero este no es el caso. «La compañía lleva tiempo trabajando desde la igualdad», ratifica María Jesús. «Y la prueba es que hay un trabajo previo de formación para el liderazgo y un ambiente en el que te sientes valorada», completa su colega Margarita.
A partir de ahora, ellas son las garantes de una forma de trabajar inspirada en lo que en la orden llaman 'las cuatro 'C': conscientes, comprometidos, compasivos y competentes.
Admiten ambas que su nombramiento ha sido «una sorpresa relativa». Los jesuitas aplican una limitación de mandatos de nueve años que ya habían cumplido sus antecesores varones. Y las han llevado al despacho de dirección después de una amplia experiencia de décadas en el organigrama de sus colegios.
Pardo alcanza la cima después de 28 años en los equipos de trabajo del San José. Ha sido jugadora y entrenadora del club deportivo, coordinadora de Actividades Paraescolares, de ESO, miembro del Equipo de Pastoral, de la Escuela de Padres, entre otras responsabilidades.
Balsa llegó al Cristo Rey con el cambio de milenio. En estos 21 años, ha sido docente y tutora de distintos grados de Formación Profesional (FP), además de miembro de la comisión de Formación Profesional Básica de los colegios jesuitas de España.
Ahora dirige un centro que es una referencia en FP (aunque también ofertan el resto de enseñanzas generales) y que ha sido nombrado por la Consejería de Educación Centro de Excelencia Profesional. «El primer reto es no estropear lo hecho por los anteriores», dice con humildad ( y un poco de sorna). Por si faltara algo, los hijos de ambas han estudiado en los pupitres que hoy capitanean sus madres. Y ahora les toca dirigir equipos directivos y educativos que, en ambos casos, superan el centenar de profesionales.
La conjugación de una de las cuatro 'C', la competencia, lleva a ambas a uno de sus primeros retos en materia educativa. Su institución se ha marcado un itinerario de excelencia educativa para 2030 que incluye «el uso de los dispositivos digitales en las aulas como una herramienta más».
Hasta ahora, móviles y otros 'cacharros' tecnológicos se quedaban «estrictamente» fuera de las clases. «La renovación pedagógica es importante y buscamos un camino para integrarlo de forma natural -amplia Margarita Balsa-. No es cuestión del dispositivo sino de la pedagogía que le apliquemos detrás». Una vez más, irradia el origen ya que Ignacio de Loyola ya habló en su tiempo de la necesaria 'adaptación al contexto' de cada momento.
Si el reto es grande en el San José, aún parece más complejo en el Politécnico Cristo Rey, con alumnos de 3 años hasta los casi 50, ya que imparten muchos ciclos formativos con todo tipo de perfiles estudiantiles.
«El reto es para todos -tercia María Jesús Pardo-. Pero nos preocupa adaptarnos sin perder de vista la brecha social que va a dejar esta crisis económica y social. Procuraremos adaptarnos sin precipitaciones».
Y, si un colegio no es una isla, menos lo intentan ser estas dos instituciones que presumen de lo que llaman Red Jesuita, un amplio 'músculo' social que incluye oenegés (Entreculturas, Red Incola), comercio justo (tienda Come Sano Come Justo) y otras escalas de labor social. «Nuestro objetivo es darle aún más visibilidad y ampliar la comunidad dentro de la gran red que ya existe», confía María Jesús Pardo.
Eso supone mejorar aún más los vínculos con las familias y las Escuelas de Padres, como en tantos colegios y escuelas, un tanto alejados en participación por el alejamiento obligado de la covid. «Les necesitamos y hay que hacerles participar y ampliar los cauces de implicación», espera Margarita Balsa.
Desde sus nuevas responsabilidades, Margarita y María José se proponen potenciar el trabajo en red de la Plataforma Jesuita de Castilla yLeón, con presencia en cuatro provincias. Un trabajo de «transformación personal pero que tiene que venir desde dentro de cada cual», finaliza María Jesús Pardo.
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