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Antonio Panyagua
Viernes, 25 de agosto 2017, 21:01
- ¿Cómo le dio por practicar el nudismo?
–Fue por curiosidad. Iba con un amigo e hicimos una incursión en una playa como mirones, para ver de qué iba todo aquello. Me gustó mucho y descubrí que no tiene ningún sentido bañarse con ... ropa. Un simple trapo lo cambió todo: de repente, experimenté una maravillosa sensación de libertad.
–Los pioneros del nudismo a principios del siglo XX, los anarquistas, atribuían a la desnudez una función emancipadora. ¿Comparte esa visión?
–Hombre, supongo que los primeros serían Adán y Eva. Los hombres primitivos no se vestían, aunque en algunos documentales científicos les siguen pintando con ropa o taparrabos. En mi caso, la justificación teórica vino después.
–¿El nudista nace o se hace?
–Nacemos nudistas y luego nos hacen nudófobos. Si a un crío le da por quitarse la ropa, se le tacha enseguida de marrano.
–¿También va desnudo en casa?
–Sí, cuando llego a casa me quito la ropa. Mancho mucha menos ropa que el resto de la gente. Pero yo no practico el nudismo, que es lo natural; son los demás los que practican el vestidismo. Me visto para salir a la calle y combatir el frío, aunque por ley no está prohibido ir desnudo.
–¿El estar desnudo desactiva el erotismo?
–El erotismo está vinculado a la ropa, no a la desnudez. Si se quiere representar a la mujer en pose erótica se le pintan las uñas, se le ponen tacones o unas transparencias.
–¿Por qué se asocia el desnudo a lo natural cuando la mayor parte de la vida la pasamos vestidos?
–Ponerse algo siempre es artificial. Por supuesto, es más natural e higiénico bañarse sin ropa. De hecho, los bañadores masculinos llevan una doble capa, como las tiendas de campaña.
–¿Qué ventajas tiene el nudismo, qué le reporta?
–Libera al ser humano de la nefasta carga de la ropa, lo cual se observa con nitidez cuando se viaja a países que tienden a cubrir sobre todo a la mujer, hasta con un burka. Si excluimos al cuerpo humano de la libertad de expresión, un derecho fundamental, mal andamos. Somos el único animal que se viste.
–Aceptar el propio cuerpo no es fácil.
–Es muy difícil. El cuerpo que nos muestran en Occidente está comercializado e idealizado por cánones estéticos irreales, retocado con Photoshop. Como resultado de ello, la juventud vive acomplejada, con problemas como la anorexia y la bulimia.
–¿Si todo el mundo fuera desnudo se acabaría la pornografía?
–No, pero disminuiría bastante y todo sería un poco más sano.
–Se invoca el recato para proteger a la infancia.
–Es que estamos transmitiendo una información negativa a los niños del propio cuerpo. Debería ser todo al revés. Lo normal sería decir: ‘quitaos la ropa que hay niños’.
–¿La batalla del nudismo ha sido incruenta? ¿Cuenta con mártires?
–Tenemos el caso de Stephen Gough, cuyas excursiones por ir desnudo le han llevado a la cárcel. Entra y sale de prisión, de modo que, si se suman las penas, ha debido de estar diez años entre rejas. Le condenan por alteración del orden público, desacato, desobediencia, etc. Al final sufre una especie de cadena perpetua en régimen de aislamiento, porque nunca se viste, lo cual le priva de asistencia sanitaria y otros derechos. Y estamos hablando del Reino Unido, de Europa.
–¿Siguen los nudistas suscitando la curiosidad de los mirones?
–Esa palabra no la entiendo muy bien. Yo me inicié en esto yendo a una playa de tradición nudista a mirar. La curiosidad es una característica del ser humano que no es mala. Es verdad que hay personas que de manera enfermiza se esconden entre las dunas a observar, pero son pocos.
–¿Qué piensa de las activistas de Femen?
–No lo tengo del todo claro. Ellas solo descubren su pecho, hacen lo que haría un hombre, algo que para mí no tiene ninguna diferencia. El pezón femenino es indistinguible del masculino. Y uno es objeto de censura y el otro no. Se trata de una discriminación por razón de género prohibida en nuestra legislación. Las Femen deberían ir desnudas de forma integral, es la única pega que les pongo. Porque recurrir a la desnudez para reclamar derechos me parece que es una manera como otra cualquiera de llamar la atención. La utilizaron los animalistas para pedir, por ejemplo, el cese de la matanza de focas, lo cual tuvo gran aceptación social.
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