Un cartel advierte sobre las normas de uso en la zona de baño de la piscina Juan de Austria. Carlos Espeso

Valladolid

Malestar entre los usuarios de la piscina Juan de Austria: «Este año es el infierno»

Los bañistas lamentan el comportamiento incívico y agresivo de algunas personas que no respetan las normas del recinto, una «olla a presión» que la pasada semana estalló con una reyerta donde resultó agredida una joven embarazada

Jenifer Santarén

Valladolid

Lunes, 19 de agosto 2024, 08:51

Mañana de sábado tranquila en la piscina del polideportivo Juan de Austria. Con la afluencia a medio gas durante las primeras horas tras su apertura cerca de las doce del mediodía, la imagen contrasta con la filmada la pasada semana en el césped de la ... zona de baño, donde el móvil de un usuario registró una auténtica batalla campal. La reyerta es aún el tema de conversación principal entre los bañistas, cuatro días después de que un grupo de unos 30 policías irrumpieran en el recinto para poner fin a una multitudinaria agresión sobre una joven embarazada, según detallan algunos testigos, y su pareja, a cuenta del gorro de baño.

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«Levanté la cabeza y ví que estaban con las sillas dándose golpes y que había niños pequeños», recuerda Emi, de 87 años, sobre el incidente, «horrorizada» ante lo más grave que ha presenciado después de tres décadas siendo socia del recinto -cuando aún era la antigua hípica-, y que califica lo vivido en la presente temporada de baño como «el infierno». Todo empezó, recuerda, a cuenta de las advertencias de la joven agredida, que recriminó a otra mujer de etnia gitana que no llevase el gorro de baño para entrar en la piscina, una de las normas de uso, tal y como informan diversos carteles colgados en la entrada del recinto.

A continuación todo fueron insultos y golpes, según constatan también otras usuarias asiduas, que apuntan a que la joven, sobre la que se volcaron «unas 10 o 15 mujeres» y a la que golpearon «con un cono de seguridad», está embarazada y tuvo que ser atendida por los servicios médicos. «Le quitaron mechones de pelo», detallan. No ha sido la única pelea en las últimas semanas. Ni siquiera en aquel día. Media hora antes había tenido lugar otro suceso protagonizado por la misma autora de la agresión, pero con otra persona y por distinto incumplimiento. «Había otra chica sentada y les dijo con educación que no salpicaran, empezó a amenazarla y a golpearla con un bebé en brazos y la llenó de arañazos», rememoran.

Todos los bañistas consultados coinciden en que por las mañanas, en las que el ambiente es «acogedor y familiar», la piscina «es otra cosa», pero que las tardes están marcadas por una masificación envuelta en discusiones a causa del incumpliemiento reiterado de las normas de uso del recinto, que ha hecho que algunas personas hayan renunciado a ir a la piscina a partir de las 15 horas. También es frecuente, aseguran, la presencia de la Policía Municipal en las instalaciones por pequeños hurtos. Los usuarios señalan sin tapujos que los incidentes están protagonizados siempre por los mismos grupos de personas, de etnia gitana, que ponen la música todo volumen, se bañan con ropa de calle o interior y saltan al agua muy cerca del resto de bañistas.

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Los usuarios señalan que la Fundación Municipal de Deportes no ha tomado medidas, pese a que han puesto hojas de reclamaciones

Comportamientos que han desatado reprimendas y las consiguientes discusiones por la actitud hostil de estas personas, que se defienden de las críticas con insultos, golpes y acusaciones de racismo. «Yo no soy blanca y me parece fatal la actitud que tienen», rechaza Marina, una joven brasileña de 26 años, que no quiere generalizar, ya que sostiene que no todas las personas de etnia gitana actuan igual.

Los abonados critican ser ellos mismos quienes tengan que llamar la atención sobre los malos comportamientos, pese a que en la instalación hay un socorrista y un guardia de seguridad - en turno de tarde - para viligar el acceso y la zona de descanso. Pero sobre todo, señalan que la Fundación Municipal de Deportes no ha tomado medidas, pese a que han puesto varias hojas de reclamaciones, también advirtiendo de la suciedad en baños y vestuarios y de la presencia de heces en las albercas en más de una ocasión.

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No alcanzan a comprender porqué no se ha limitado al acceso a quienes protagonizan estos altercados, que, según señalan, frecuentan esta piscina desde hace años tras haber sido expulsadas de las del parque Canterac, en el barrio de Delicias, donde se reforzó la seguridad. Una situación que conoce bien el vigilante de seguridad, que reconoce muchas caras tras su paso en anteriores temporadas por las piscinas de Rondilla y la ya citada de Canterac, en la que estaba el pasado.

El personal pide más medios

«Esto es como una olla a presión y el otro día reventó», explica, visiblemente molesto con la situación por la falta de medios, que pide que se refuerce al personal de seguridad y que la Fundación tome medidas, como la retirada de los bonos a estas personas. Apunta también a que la normativa para la gestión de las piscinas regula que la fundación puede adoptar sanciones y que quien tiene que «poner orden» dentro del recinto de baño es el socorrista.

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«Tampoco puedo estar llamando a la Policía todos los días poque no se pongan el gorro», justifica Jaime, el auxiliar de la piscina, que ha tenido que solicitar la presencia de los agentes en más de una ocasión porque se se tiran de bomba, otra de las prácticas prohibidas. Reconoce que reciben muchas críticas, pero apunta a que no pueden solventarlo, ya que cuando los echan de la piscina «al día siguiente vuelven a venir». «Se necesita más personal pero no lo van a poner», lamenta, mientras señala que no tiene intención de repetir experiencia la próxima temporada: «Que se coma otro el marrón».

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