El ataque a gran escala del movimiento islamista Hamás contra Israel ha sorprendido al mundo entero, sobre todo a la población civil que vive en aquel país y que es la que está pagando las más nefastas consecuencias. El joven vallisoletano Félix Alberto de Fuentes ... Gómez, de 33 años, lo ha vivido de primera mano. Asegura haber pasado los tres días más angustiosos de su vida. Se siente afortunado por haber tenido la «suerte» de pasar los primeros momentos de los bombeos en un búnker y por haber podido regresar a España. Ayer lunes, a las 18:30 horas, cogió un vuelo desde Israel con destino a Madrid.
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Félix es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Tras una exitosa carrera como preparador físico del Club Baloncesto Ciudad de Valladolid, decidió buscar nuevas experiencias en el extranjero. Quería conocer nuevas culturas y otros enfoques en el ámbito del deporte. En agosto de 2022, llegó a Israel con las maletas cargadas de ilusión para trabajar en un importante club de baloncesto, el Hapoel Be'er Sheva B.C., coordinando la preparación física de todas las categorías inferiores. Vive en Beersheba, una ciudad del sur de Israel, a 108 kilómetros de Tel Aviv. Estaba feliz y se sentía muy bien acogido, hasta que en la madrugada del sábado la situación cambió de forma radical. «Estaba en casa durmiendo y de repente, sobre las 6:30 de la mañana, escucho una sirena. Como vivo cerca de un hospital, no le di mayor importancia. Pensé que era una ambulancia. Pero aquel sonido seguía y entonces me di cuenta que era la alarma antimisiles. Nunca había escuchado nada igual», comenta este joven. «Escuché en el piso de arriba cómo la gente corría y abría y cerraba puertas, así que salí rápidamente y me fui al bunker que hay en mi edificio. Todos los edificios tienen uno. Se trata de una habitación que está súper-reforzada y tiene una doble puerta», prosigue. Allí permaneció con varios vecinos durante cuatro horas y media que se le hicieron interminables. «Después podíamos salir del bunker para ir a nuestra casa. Yo allí intentaba relajarme, pero al rato la sirena sonaba de nuevo y teníamos que volver».
No quiso llamar a su familia de Valladolid, para no alarmarles. «En mayo hubo otro ataque, pero avisaron con antelación y el club nos sacó a los trabajadores de la ciudad. Esta vez no hubo aviso previo. A todos nos pilló desprevenidos. El ataque ha sido masivo, según las noticias, han lanzado más de 5.000 misiles y cada diez minutos sonaba la sirena», prosigue su relato. Estuvo todo el tiempo en contacto con los responsables de su club deportivo. «Sobre las 12 de la mañana me llamaron para comunicarme que nos iban a trasladar al sur del país, a Eilat, una ciudad portuaria y turística del sur de Israel, a orillas del mar Rojo, cerca de Jordania. Estamos en un hotel y me siento muy protegido y, sobre todo, muy agradecido con mi club, porque se ha desvivido para que estuviera bien. Estoy acompañado de otros dos españoles y con varios jugadores del club. Están intentando sacarnos lo antes posible del país» contaba en la tarde del domingo. Este vallisoletano dice que prefiere no obsesionarse y no leer demasiadas noticias. Le afectan mucho.
«Tengo amigos y compañeros jugadores de baloncesto del club, que tienen entre 20 y 24 años y son reservistas. El ejército les ha llamado a filas y saber que puedo poner cara a los soldados que están ahí fuera luchando, me hace ver lo real que es esto y la gravedad de la situación. Gaza antes nunca había entrado en Israel, se había limitado a lanzar cohetes, pero ahora, ha secuestrado y matado a civiles y a muchos niños, y pensar en toda esa gente asesinada me duele muchísimo», señalaba compungido. Han sido muchas las llamadas y mensajes que ha recibido. «Todo el mundo se ha preocupado mucho por mí, lo cual agradezco enormemente. Les he ido contestando a todos y les he dicho que estoy más tranquilo. El sábado fue el peor día de mi vida».
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El espacio aéreo está muy restringido y encontrar vuelos es complicado. Finalmente, su club y la liga israelí encontraron uno directo a Madrid. Tras varias horas en el aeropuerto, le comunicaron un retraso de dos horas. «Él nos iba informando de cómo avanzaba la cola. Finalmente no tuvo más retrasos y cuando iba a despegar nos dijo: 'El avión ya se mueve'. No se lo terminaba de creer», cuenta emocionada su madre, Marina Gómez.
Félix hará noche en Madrid y mañana martes vendrá a Valladolid. «Hemos pasado mucho miedo por él. Veíamos las noticias y no le queríamos poner más nervioso. Él se lo ha tenido que tragar todo», concluye Marina con un hilo de voz y deseosa de abrazar por fin a su hijo.
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