Una madre de Colorado: «No encontramos nada así en EEUU y el programa del IOBA mereció la pena»

Karen Grillos vive en Hudson, en el estado de Colorado. Su hijo Andrew, de 37 años, sufrió un derrame cerebral derecho masivo isquémico en noviembre de 2020 y «fue trasladado en avión desde Bozeman Montana, EE UU, a Salt Lake City, Utah, donde permaneció en el Hospital Nielsen Rehab durante cuatro semanas. Ingeniero mecánico, atleta de resistencia y experto en pesca con mosca, «siempre ha gozado de excelente salud y estado físico, sin ningún problema», relata la madre. Explica que aunque «ha logrado grandes avances, la pérdida del campo visual, la hemianopsia, lo perjudica. Es un tremendo obstáculo».

Su madre no paró de buscar terapias que le devolvieran su estilo de vida. Lo consideraba «vital para la confianza en sí mismo, la autoestima, la sensación de seguridad...». Y mientras buscaba en Internet programas útiles, «encontré el estudio publicado sobre las mejoras observadas con los objetos tridimensionales del mundo real. No soy médico –explica–; pero los resultados del estudio me parecieron muy lógicos», explica Karen en una carta el doctor José Carlos Pastor, profesor emérito de la Universidad de Valladolid, catedrático de Oftalmología y f undador del IOBA. «¿Conoce algún programa en el que Andrew pueda participar, aquí en los EE UU. ¿Es posible realizar el programa de formación en casa?», preguntaba.

«Se sabe mucho acerca de la terapia del habla, la ocupacional, la fisioterapia, la nerviosa y muchas otras; pero no existe una vía de ayuda con una preocupación tan importante como la pérdida de la visión después de un accidente cerebrovascular. La ayuda para mejorar la visión puede significar la diferencia entre participar en la vida o caer en una depresión profunda, sentir miedo y estar solo. ¡Es tan importante!», valora Karen. Finalmente, y ante la imposibidad entonces de conectar con los responsables del estudio, esta familia decidió poner en marcha la estrategia, convencida de que peor sería no hacer nada y de que había que intentarlo. «He pasado muchas horas tratando de realizar los ejercicios» y aunque admite «que me he topado con obstáculos. Me doy cuenta de que no podré duplicar el 3D-MCSTP en su totalidad, pero usar parte de él será más beneficioso que no usar nada. Y cita 'No dejes que lo perfecto se interponga en el camino de lo bueno'». «Aunque no compré software especial para medir, ni computadoras o máquinas para medir mejoras, no tenía la tarea de demostrarle al mundo que el programa valía la pena. Ese era el trabajo del IOBA y lo ha hecho. Pasé cientos de horas siendo lo más minuciosa que pude, y lo mejor que pude, desarrollé su estudio de doce semanas. Mi hijo ha completado el programa. Aunque no puedo cuantificar la mejora, ayudó significativamente. Por supuesto, no es una cura para la pérdida de visión, sino más bien un entrenamiento, para escanear más rápido y más a fondo. Ha habido casos en los que Andrew pudo ver rápidamente un objeto en la zona visual perdida y reaccionar de manera apropiada. Su progreso es milagroso. Está participando más en la vida y su confianza está creciendo. Siempre ha sido un hombre seguro y confiado, antes del derrame cerebral masivo. Su futuro parece brillante. No puedo agradecer lo suficiente seta investigación. Este trabajo ha marcado una diferencia positiva para mi hijo, en el mundo real, no en un laboratorio», explicaba Karen al doctor Pastor en una de sus cartas.