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En Cáritas están habituados a la brega diaria con quienes se quedan en la estacada. Si en 2008 fueron el soporte de miles de víctimas de la crisis de la construcción, ahora se preparan para otro terremoto social con el coronavirus. Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, ve en el proyecto 'Comunidad 2020' el«primero de los círculos concéntricos para que todos los ciudadanos arrimemos el hombro; desde Cáritas lanzamos esta piedra al estanque para que surjan otra ondas y el que quiera se vaya apuntando».
Coronavirus en Valladolid
–¿Hasta dónde llega el hundimiento social que está provocando la covid-19?
–Los trabajadores de Cáritas y los voluntarios empiezan a ver que personas que en los últimos años no demandaban ayuda ahora están volviendo. Los sacerdotes están teniendo una relación mayor con personas que han perdido a seres queridos y lo han vivido sin duelo, no solo enfermos de coronavirus, sino fallecidos por otras enfermedades que por las restricciones y las medidas de distanciamiento social no han podido celebrar un funeral ni acompañar al cementerio.
–¿Representa esta crisis el escenario más devastador al que se ha enfrentado Cáritas?
–Las crisis del 2008 fue importante, pero ahora desgraciadamente aún no hemos llegado al pico de lo que son las consecuencias sociales del coronavirus. Estamos muy al inicio de ese proceso. Es una situación singular, porque la forma de poder acompañar y abordar esta situación es inédita. Nunca Cáritas ni la sociedad se habían visto en una situación tal de parálisis, de permanecer en las casas, de dificultades para los encuentros personales. Todavía es pronto para poderlo valorar, pero desgraciadamente en las próximas semanas veremos consecuencias más duras. Las dificultades del apoyo escolar se ponen de manifiesto ahora que los niños no pueden acudir a la escuela, hay sectores de población que necesitan medios informáticos, y padres que no pueden ayudar a sus hijos en las tareas y que, si además trabajan, todo ello se convierte en un campo en el que habrá que intensificar la atención.
–¿Teme que disminuyan los fondos públicos y las aportaciones de particulares para atender situaciones de emergencia social?
–Por eso lanzamos esta campaña. Entre el 20% y el 25% del dinero que llega a Cáritas procede de fondos públicos, de la llamada x de la declaración de la renta en la que los ciudadanos pueden aportar el 0,7% de su cuota a la Iglesia y a fines de interés social. El resto son aportaciones de los fieles de manera muy diversa, desde la colecta en las iglesias cada primer domingo de mes hasta donaciones testamentarias y donativos extraordinarios. La financiación de Cáritas tiene mucho que ver con los fieles cristianos y con otros ciudadanos que colaboran sin tener una pertenencia plena a la vida de la Iglesia.
–¿Qué lectura hace de esta crisis a la que se ha adosado el lema 'De esto salimos juntos'?
–La primera, de humildad, de pensar que muchas veces hacemos planes y te encuentras con una circunstancia como esta, en la que un pequeño virus nos provoca un trastoque tan grande. La otra lección es comprobar hasta qué punto somos interdependientes. Precisamente el proyecto que hemos iniciado quiere hacer de la interdependencia fraternidad y comunidad para que la frase tan de moda 'De esto salimos juntos' no sea solo un eslogan. Ahí queremos ser banderín de enganche con otros colectivos.
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