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Una mujer pasa por delante de un local de apuestas ubicado en la Plaza de España de Valladolid. /José C. Castillo
Locales de apuestas y centros educativos en Valladolid, una relación más allá del azar
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Locales de apuestas y centros educativos en Valladolid, una relación más allá del azar

Al menos diez colegios e institutos en la capital vallisoletana se encuentran a una distancia inferior de 250 metros de los 38 locales de apuestas deportivas y juegos recreativos en la ciudad

Álvaro Bravo

Valladolid

Domingo, 25 de diciembre 2022

El Colegio de Educación Infantil y Primaria Antonio García Quintana de Valladolid, con su característica fachada de ladrillo de dos torres cuadradas, está separado por la Plaza España de la casa de apuestas Luckia Slots. Unos escasos 30 metros distan entre la puerta principal del centro educativo y el establecimiento de máquinas recreativas del grupo Ballesteros, el mayor consorcio empresarial del sector del juego en Castilla y León, y 50 metros de otro local de Sportium. Durante la tarde, una pareja de jóvenes cruza la calle para entrar al establecimiento de apuestas iluminado por luces de neón mientras decenas de padres esperan la salida de sus hijos del centro escolar. Los dos chicos, con aspecto de no tener más de 18 años, acceden al interior con el suelo cubierto de moqueta roja para jugar a las máquinas tragaperras. Al cabo de unos minutos, una técnica de la sala les solicita el documento de identidad para comprobar su edad y ofrece una ronda de consumiciones como obsequio por acudir.

Actualmente, la ley que regula los juegos de azar en Castilla y León, que data del año 1998, marca que el mínimo de distancia entre un centro educativo y un local de juego es de 100 metros y se deben haber cumplido 18 años para jugar. La Junta prepara desde septiembre el borrador de una nueva ley que amplía los metros a 300, al igual que obliga la misma distancia para separar entre sí los 126 locales de juego, 19 bingos y tres casinos establecidos en la comunidad. En estas cifras no están incluidas las 13.500 máquinas recreativas en la comunidad instaladas en cafeterías, bares y restaurantes.

Desde 2015 se han duplicado en la comunidad el número de salas; Alejandro Landaluce, director general de la patronal Consejo Empresarial del Juego, asegura que: «Interesa agruparse para facilitar un efecto llamada, como ocurre con las tiendas de ropa o los cines. Principalmente, en zonas en las que exista un tránsito suficiente. Si ves cuatro pizzerías juntas, no te alarma», describe.

Una realidad cada vez más frecuente en las ciudades españolas es la proliferación de este tipo de negocios, a la par que disminuye la media de edad de los jugadores. Según diversas asociaciones, esta ha bajado de los 35 años a los 20. Por este motivo, la Asociación de Jugadores Patológicos Rehabilitados de Valladolid (AJUPAREVA) registra en su informe anual el número de casas de apuestas, salones de juego, bingos y casinos (42 en total en la provincia) y los sitúa en un mapa junto con los 135 colegios, institutos y centros de Formación Profesional Básica, tanto públicos como privados de la ciudad. La cercanía del colegio Antonio Quintana con dos casas de apuestas no es única. Valladolid cuenta en la actualidad con 38 locales de juegos de azar y desde 2019 los nuevos establecimientos han crecido en un 30%. El colegio público Cardenal Mendoza está separado por un centenar de metros del centro de apuestas deportivas Sportium con esquina en la calle Caño Argales número 1.

Lo mismo ocurre en la Rondilla con el centro de educación primaria Macías Picavea, que tiene un establecimiento de Sportium a tres minutos a pie. Otros ejemplos de esta dinámica se encuentran en el colegio Virgen Niña, en el barrio de Delicias, que está situado a 200 metros de un local de Codere, patrocinador oficial del Real Madrid, y, el de el instituto público Condesa Eylo Alfonso separado por 230 metros de otro establecimiento de la misma firma. Los reclamos para entrar en estos establecimientos resultan atractivos para la juventud: consumiciones gratis, enormes pantallas con partidos de fútbol de pago y bebidas a precios más bajos de lo habitual. En los carteles publicitarios del exterior posan astros del deporte como Cristiano Ronaldo, Rafa Nadal, Neymar y Gerard Piqué.

Aumentan los locales de apuestas en barrios de menor renta

En el barrio de Delicias hay concentrados en este mapa del juego siete espacios de apuestas, ocho en las calles aledañas al Paseo de Zorrilla, seis en la Rondilla, en la Circular otros ocho y en el centro, cinco. Es común que este fenómeno afecte más a los distritos con menores rentas, pero tal como señala Alberto Bustos, concejal de Participación Ciudadana y Deportes del Ayuntamiento de Valladolid, «la dinámica del juego no obedece a una única causa». «Puede tener influencia la frustración social a una crisis económica como la actual, que busquen mejorar una situación de precariedad y no se puede perder de vista que el alquiler es más barato en determinadas zonas». Desde su departamento apuestan por ofrecer alternativas de ocio saludable para la juventud y campañas de concienciación de los peligros vinculados al juego. El grupo municipal Valladolid Toma la Palabra impulsó en 2020 en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) la limitación del uso del suelo básico de las nuevas salas de apuesta a más de 200 metros de centros educativos y a 100 metros del resto de locales destinados a menores de edad.

Para la patronal Consejo Empresarial del Juego (CeJuego, en la que se integra, entre otras, Codere) todo depende «del precio del metro cuadrado». Desde la dirección de esta entidad afirman que no consta que haya responsable alguno que «utilice el criterio de la renta para establecerse en determinada ubicación». Ángel Aranzana, presidente de la fundación AJUPAREVA, explica que «de los 108 jugadores patológicos internos en el centro en 2022 hay dos menores de edad y al menos 40 jugadores problemáticos tienen entre 18 y 30 años». Aranzana reconoce que los controles de edad para acceder a este tipo de locales son cada vez más estrictos, como ocurre en locales de ocio nocturno con porteros. Sin embargo, Aranzana opina que el juego online es mucho más laxo en esto. Desde la asociación mencionan que la ley 4/1998 que regula el juego en Castilla y León permite que las personas que así lo soliciten de manera voluntaria puedan entrar en una lista negra -compartida con los establecimientos- para que les impidan el acceso a estos.

Entrada de un local de apuestas en el centro de Valladolid /Alberto Mingueza

La salud puede quedar relegada a un segundo plano cuando priman los ingresos en las arcas públicas de una industria en expansión. El sector de los juegos de azar y las apuestas deportivas supuso en 2022 la recaudación de 65 millones de euros para la Junta de Castilla y León, según datos que maneja la Consejería de Presidencia, cartera que regula esta materia. Además, la citada Consejería reconoce que «no tiene fondos destinados a la prevención y rehabilitación de jugadores con problemas clínicos». AJUPAREVA sostiene que desde abril de 2022 no han obtenido avances en la Mesa de Juego Responsable de Castilla y León con representantes públicos y empresas.

Los Estatutos de la Fundación Social del Juego Privado de Castilla y León, al determinar la estructura del Patronato en 2006, designan como presidente Honorífico al titular de la Consejería de Presidencia y Administración Territorial de la Junta de Castilla y León (actualmente Consejería de la Presidencia), o titular del órgano que designado. El presidente honorífico, por tener tal carácter, podrá aceptar el cargo mediante simple escrito o comunicación dirigida al Patronato y mantendrá reuniones periódicas con la organización sin tener voto vinculante, ni responsabilidad en las decisiones que se tomen. «Jesús Julio Carnero (actual consejero) no ha aceptado el cargo hasta este momento», aseguran desde Presidencia a este diario.

En 2006 Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Comunidad, aceptó la presidencia de honor de la Fundación Social del Juego Privado que le ofreció el patrón regional del sector, José Ballesteros Requejo, propietario de un operador de bingo. «Al colocarle al frente de la Fundación Social del Juego, el operador Ballesteros no sólo estrechaba sus relaciones de confianza con Mañueco, sino que le hacía partícipe de las decisiones de los patrones de la entidad sobre el destino de los donativos voluntarios y desgravables de los empresarios del sector» cuenta Luis Díez, autor del libro '¡Jugad, jugad, malditos! La epidemia del juego en España' y profesor de la Universidad Camilo José Cela de Madrid. Las conexiones entre políticos, representantes públicos y la industria del juego son varias en España mientras asciende la adicción entre los jugadores más jóvenes.

Las dos caras del jugador

Raúl Manso es un chico de 21 años de Íscar, aunque reside en Valladolid capital desde su infancia, con una adolescencia entendida como 'normal'. Iba a clases al instituto, era aficionado al deporte y quedaba con su pandilla por las tardes para tomar algo. Con quince años tuvo la mala fortuna junto a varios amigos de decidir apostar los veinte céntimos de las vueltas del café en las máquinas recreativas. Lo que parecía como una diversión puntual para Raúl cambió el día que con cuatro amigos ganaron 200 euros del tope de los 500 euros de premio de una de las máquinas. «Tenía en la cabeza una falsa ilusión de que yo podía ganar dinero con esto» recuerda el joven sus inicios en su adicción. Ahí pensó que si empezaba a jugar por él mismo ganaría mucho más y pasó de gastar monedas a gastar billetes. Como reconoce el joven «la línea es muy fina entre jugar un día puntualmente a jugar de manera asidua. Al final te vas metiendo, te vas metiendo, hasta que te das cuenta de que quieres jugar para intentar recuperar lo que has perdido. Pero nunca puedes».

No trabajaba en esa época, seguía estudiando, por lo que el dinero que gastaba eran propinas de su familia y de regalos. Nunca era suficiente para la necesidad que sentía de jugar. «Dejé de experimentar placer en el juego, dejé de sentir ninguna emoción. Lo que quería era jugar por jugar, siempre me iba a ir a casa sin dinero. Todo lo que me tocará era poco» relata cómo se sentía. Así Raúl comenzó a robar dinero a sus padres en pequeñas cantidades que fueron creciendo a lo largo de los meses. Siempre tenía alguna coartada para no decir que iba a apostar sin compañía a diferentes bares. Cuando quería asegurarse de que nadie conocido le pudiese ver acudía a uno de los locales de apuestas según el joven porque «allí la gente va a lo que va».

Aunque es futbolero nunca se pasó a las apuestas deportivas, ni al juego online. Siempre se mantuvo fiel a las tragaperras e incluso reconoce que por jugar llegaba a no dormir después de pasarse noches así en las que su grupo salía de fiesta. Una constante que se repite en el relato de los jugadores patológicos es que para ellos lo importante no es ganar dinero, sino el propio hecho de apostar. El veinteañero no tiene claro el dinero total que se le puede haber ido en las tragaperras pero calcula que en los últimos cinco meses que jugó de manera asidua fueron 7.000 euros.

Recuerda con fuego la fecha del 5 de marzo de 2020, con 18 años recién cumplidos, como un cambio completo en su vida de la que estaba perdiendo el control. Él asistió a su primera terapia en grupo en la asociación AJUPAREVA obligado por su familia cuando era evidente que había estado cogiendo dinero sin permiso durante años y contó a su madre lo que le sucedía con el juego. Pero Raúl pensaba que no tenía ningún tipo de problema, que controlaba, que podía parar cuando quisiera. «El ludópata tiene miedo de hablar con su familia para que no le pillen, así que yo evitaba durante meses pasar mucho tiempo con mis padres. Me encerraba en mi cuarto» reconoce Rául. A partir de asistir a terapia empezó a entender todo lo que había pérdido por los juegos de azar: la relación con su familia, con sus amigos, con los estudios y su propia autoestima. Sandra Cuevas, psicóloga sanitaria experta en adicción a juegos de azar, pone de relieve que «el ludópata sufre mucho. No disfruta del dinero que apuesta, no tiene felicidad en las ganancias y tampoco por tener una vida llena de mentiras en su entorno más cercano».

En dos años el jóven natural de Íscar ha notado un cambio de 360 grados en su vida. Gracias a los psicólogos, a conocer la historia de otros compañeros del centro de rehabilitación y a poder abandonar esa doble vida. Rául reconoce que tuvo suerte en empezar en esto pronto, de tener el apoyo de sus padres y que hubiera sido mucho peor que le pasara en la treintena con hijos o una casa. Cuevas asegura que es un perfil similar a otros jóvenes que trata con adicción al juego: vienen de familias bien estructuradas, tienen menos de treinta años y en muchos empezaron a apostar en la adolescencia.

En el centro Raúl ha escuchado el testimonio de compañeros de más de edad que se apuestan el sueldo de un mes en una jugada, que han acumulado deudas con el banco de miles de euros o a los que les han llegado a embargar la casa. Admite que cuando alguien del grupo tiene una recaída es un momento duro para todos, pero que también les ayuda a estar alerta de su problema de salud mental que puede regresar en cualquier momento. Ahora trabaja, acude como voluntario todas las semanas al centro de AJUPAREVA para ayudar con su experiencia en la rehabilitación de los más jóvenes y es parte de la Junta Directiva. En el futuro le gustaría seguir trabajando, poder formar una familia y sueña con tener una vivienda en propiedad.

Los jóvenes empiezan a apostar a los 13 años

En un estudio de la Consejería de Sanidad sobre hábitos de los jóvenes en Castilla y León casi la mitad de los estudiantes que alguna vez habían jugado dinero en internet (el 46,8%) declararon haber comenzado antes de los 13 años. El 35,6% lo había hecho de forma presencial. «Los locales de apuestas deportivas son una alternativa de ocio para adolescentes y jóvenes extendida dónde además de apostar pueden tomar alguna consumición a un precio más barato y pasar la tarde» menciona Aranzana en consonancia al citado estudio. Esto no implica que los jugadores ocasionales acaben siendo jugadores patológicos, pero en ese crecimiento del juego, puede aumentar el número de quienes en un futuro desarrollen problemas de salud mental asociados a esta práctica. A pesar de que el 90,7% del total de participantes afirmó no haber jugado nunca con dinero en internet, y el 88,4% nunca de forma presencial, el 3,5 % jugó con dinero en internet en los últimos 30 días, y el 5% de forma presencial. Es más, un 1,5% lo había hecho en ambas modalidades el último mes. Una estadística que aumenta en el ámbito rural donde un 9,9% de los chicos reconocen haber jugado presencialmente a juegos de azar mientras que las chicas baja al 4%, y el juego online es menor en ambos sexos.

La ludopatía es definida por la Organización Mundial de la Salud desde 1992 como una enfermedad mental identificada como una «adicción carente de sustancia» que tiene efectos graves sobre la salud mental del individuo y en las personas de su entorno cercano. Cuevas, desde la perspectiva psicológica, entiende que hay tres tipos de jugadores: el social esporádico, el problemático con picos de mayor actividad y el ludópata. Para ella las claves asociadas a esta adicción están en la necesidad de jugar cada vez más para conseguir el mismo efecto, seguida de la mentira para que no sean descubiertos por su círculo cercano, y por una distorsión cognitiva del dinero que ha perdido al maximizar las ganancias y obviar las pérdidas.

La psicóloga sanitaria estima que «el tiempo de rehabilitación habitual es de unos años con una primera etapa en la que empiezan a darse cuenta de lo que les sucede y una segunda dónde van adquiriendo herramientas para sobreponerse a su adicción». En situaciones graves, Cuevas explica que algunos de los chicos no saben cómo afrontar la situación una vez son descubiertos por su entorno cercano que piensan que su única salida es «quitarse del medio». Sin pensar que eso lo unico que va hacer es agravar todo, van a provocar con un suicidio un dolor mayor a su familia y amigos. Un estudio de la Universidad de Barcelona sitúa el riesgo de suicidio de un ludópata seis veces superior al de una persona sin esta patología y cerca del 20% de los adictos al juego en tratamiento refieren intentos de autolisis.

En cuanto a la edad en que comenzaron a jugar en Castilla y León, casi la mitad de los estudiantes que alguna vez había jugado dinero en internet declaró haber comenzado antes de los 13 años, el 46,8%, lo que supone el 4,3% del total de encuestados, y de forma presencial, el 35,6% (4,2% del total). Uno de cada cinco jóvenes que ha jugado admite haber mentido a sus familiares sobre este hecho y que no tienen límites en la necesidad de apostar más y más. Y la tendencia de los jóvenes que residen en espacios urbanos es superior al juego online respecto al presencial mientras que los jóvenes que viven en el medio rural tienen preferencia por los juegos recreativos y las apuestas en espacios físicos. Cuevas recuerda que «aunque el juego está prohibido a los menores de edad juegan porque no hay controles en las salas, porque les prestan un DNI de algún mayor de edad o porque es mucho más sencillo hacerlo por Internet».

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