Julián San José García
Presos españoles en el extranjero ·
El vallisoletano, que fue condenado en 2015 por tráfico de drogas, sobrevivió cinco años y dos meses con un cáncer en la prisión peruana de Sarita ColoniaSecciones
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Julián San José García
Presos españoles en el extranjero ·
El vallisoletano, que fue condenado en 2015 por tráfico de drogas, sobrevivió cinco años y dos meses con un cáncer en la prisión peruana de Sarita ColoniaHace un año que se casó con su compañera de vida, peruana, una de las personas que, junto con su madre, más ha sufrido la « ... doble condena», esa que padecen las familias de los presos españoles en el extranjero: por la escasa comunicación, el no saber y el miedo a que les ocurra algo dentro en las cárceles más peligrosas del mundo y nunca puedan volver a verles. En el Establecimiento Sarita Colonia de Callao (Perú), Julián San José García estuvo preso cinco años y dos meses de los casi siete años a los que fue condenado en 2015 y ha podido contarlo, aunque reconoce que nunca volverá a ser la misma persona. Recibió una lección de vida, dice, que no olvidará nunca. «Llevo dos años libre y todavía no puedo dormir. Estoy en tratamiento psicológico», señala este vallisoletano de 36 años que, además de al presidio, ha sobrevivido a un cáncer que se le declaró estando allí y que nadie le trató en un hospital. Relata tranquilo y sin cargar las tintas una pesadilla que comenzó cuando unos 'amigos' le propusieron ir a Perú. «Me utilizaron. Me dieron un 'regalito' que resultó ser droga y me apresaron en el aeropuerto».
Estuvo los primeros 15 días sin poder comunicarse con su familia. Tal es así, que sus padres le pusieron en busca y captura, al no saber nada de él. Tras un tiempo detenido, le pusieron a disposición judicial y le llevaron a la sede para celebrar la vista. «Ellos no investigan nada. Me pusieron un abogado de oficio, que cada día venía uno y no hacían nada, y mi familia contrató a otro, que le pagaron 6.000 euros y se fue con el dinero», recuerda Julián. Su suerte empezó a cambiar cuando su madre conoció a Javier Casado, vecino suyo, e intervino la Fundación +34. No solo porque los voluntarios llevaban comida de España y noticias de los suyos, sino porque empezaron a realizar trámites para su puesta en libertad. Todo a base de dinero. «Mucho dinero y mucho sufrimiento he dejado allá. Nos tenían de rehenes porque si no se pone 'platita' como dicen ellos, no se mueve un papel... ni se sobrevive si no se tiene dinero. He visto morir a muchos paisanos españoles», lamenta el joven, que ha rehecho su vida en Valladolid junto a la mujer que ama y la hija de ésta, una adolescente.
Ha sobrevivido también Julián a las mafias carcelarias. En Sarita Colonia, indica, «son los presos con condenas largas los que mandan, no los carceleros ni la policía, te cobran por estar en el pabellón». A ello se unen violaciones, mala alimentación y enfermedades similares a la tuberculosis como consecuencia de las condiciones insalubres de vida. «Ha sido un aprendizaje brutal, he aprendido a que no te puedes fiar de nadie. La moraleja para la gente joven, porque así empecé yo, con 14 o 15 años, es que hay que evitar a la gente de mal y reflexionar, porque te van a pintar todo muy bonito pero te van a utilizar para que caigas tú y ellos entren veinte o treinta kilos de droga, y luego te amenazan si hablas con hacerte daño a tí y a tu familia; vas a estar asustado toda tu vida hasta morir. Esto no es un juego».
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