Lauki: el cierre de una empresa láctea que puso en pie de guerra a la ciudad

La postura férrea de Lactalis desde el primer momento avanza que la batalla va a ser más complicada de lo previsto. Algunos ya vaticinan que se va a perder, aunque la esperanza hay que mantenerla. Desde la Junta, su presidente entonces, Juan Vicente Herrera, y desde el Ayuntamiento, el alcalde, Óscar Puente, sacan todas sus armas para evitar una fuga a traición. Lo primero son los datos. Balances económicos hechos con urgencia para recordar a la multinacional que las instalaciones son viables, que es un error echar el cierre. Pero la sentencia de los franceses parece inamovible. No cabe recurso.

Otro intento. Que vendan la planta a otra empresa del sector. Hay compañías interesadas. Sería una oportunidad para unos empleados rotos, que protestan sin descanso a las puertas de la empresa, en el Paseo del Cauce. Tampoco.

Son casi seis meses de alta tensión, de cientos de reuniones y movilizaciones que El Norte de Castilla recoge prácticamente día a día. En la calle, la solidaridad con los empleados de Lauki bulle a borbotones hasta la celebración de una gran manifestación que culmina en la Plaza Mayor. Coincide esta clausura con el anuncio de otro cierre, el de Dulciora. En este caso, Damel Group adquiere la fábrica y salva la actividad y a la plantilla.

Pero en Lauki no. El 30 de septiembre la factoría fenece tras sesenta años de vida y beneficios. 55 trabajadores son trasladados a otras factorías del grupo, 19 son despedidos y otros 11 se prejubilan. Fin de la historia. Gana la multinacional.