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Hubo una vez en España, concretamente en Linares (Jaén), en que estos coches, los Land Rover Santana, se producían en cadena. Durante casi cuarenta años (entre 1958 y 1994), este vehículo, convertido ahora en una reliquia en gran parte del mundo, sigue muy presente ... en el recuerdo de la sociedad con las escasas unidades que aún pueden presenciarse por las calles, caminos y carreteras del paisaje nacional. Pues bien, uno de esos ejemplares ha aterrizado recientemente en Valladolid después de ser un símbolo en Andalucía y después de que marcas comerciales como Ralph Lauren lo utilizaran para promocionar sus productos. Un reclamo sobre cuatro ruedas.
Y es ahí donde reside la segunda o tercera vida de este vehículo en Valladolid. El despacho de abogados Atrio Legal en Valladolid ha adquirido recientemente el ejemplar que explotó comercialmente Ralph Lauren para seguir con esa idea. Su presencia por la capital se ha hecho notar y aunque el Santana duerme en Olmos de Esgueva, ya ha despertado admiración cada vez que ha hecho acto de presencia en la capital. «La gente no para de hacerse fotos con él. Nos ha pasado cuando hemos repostado en gasolineras y prácticamente en cada semáforo», apuntan los letrados Antonio Vallejo, Cayetano Cuesta y Abel Martín.
Y hasta para hacer las fotos de este reportaje con paradas en la Acera Recoletos o San Pablo. Cosas del verano.
Precisamente, ese modelo suma ya más de tres decenios sin construirse. Su vida se paralizó en la década de los 90, con gran parte de sus ejemplares en el Sáhara occidental, a la par que en España se convertían en elementos exclusivos. «Hay muy pocas unidades. Concretamente este es el serie 3. Se puede descapotar entero. Era un vehículo agrícola que no pensaba que iba a dar esa imagen en un futuro», añaden los letrados desde Olmo de Esgueva.
Marchas muy cortas, tracción a las cuatro ruedas y velocidad punta muy baja convertían a este coche en un elemento imprescindible del campo. Era su hábitat en un principio sin saber que, después de sumar primaveras, tendería a ser algo excepcional. «Me caso este año y me fijé en él para el evento. La persona que se encargó de restaurarlo a capricho, lo alquilaba. Pero por cosas del destino, salió la opción de comprarlo. Y el despacho decidió lanzarse en esta aventura», recalca Antonio Vallejo, antes de apuntar que es un producto que quiere acercar a la sociedad vallisoletana.
«La sensación de conducción es única. Se siente la época en la que se comercializaba ese vehículo. Es una unidad preciosa. Es ideal para eventos como bodas, eventos privados... Nuestra intención es que se alquile, como ya está sucediendo, y disfrutarlo nosotros», recalcan los abogados.
Un coche de época que, como curiosidad, no tiene cinturones de seguridad. «En más de una ocasión nos ha tocado enseñar a la Guardia Civil los papeles que acreditan para poder ir sin el cinto», concluyen Antonio, Cayetano y Abel.
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