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El delincuente debió verlo muy fácil y a los diez minutos de asaltar una tienda de motos regresó e intentó colarse por el mismo hueco de la puerta que acababa de reventar a golpe de adoquín sin percatarse de que justo delante había dos policías que estaban custodiando la entrada. Los propios agentes «no daban crédito» a la inusual escena que estaban contemplando y al llamar la atención del ladrón, un veterano de 48 años, él mismo les confesó la autoría del primer asalto. Pero no solo eso, ya que mostró su voluntad de devolver el botín (dos cascos) y para ello insistió a los policías que acababan de detenerle en que les llevara a su casa. Así lo hicieron y él mismo sacó los cascos que, en efecto, había sustraído.
Los sorprendentes hechos tuvieron lugar al filo de las dos de la madrugada de ayer en el veterano comercio Moto Sprint, situado en el número 111 del Paseo de Zorrilla, a la altura de La Rubia, donde reside el detenido, Francisco Javier H. F., de 48 años y que ya fue condenado hace cuatro años por vender droga precisamente en el entorno de su domicilio, situado entre la carretera de Rueda y la calle Joaquín María Jalón, a la vuelta de la esquina de la tienda de motos que, según confesó él mismo, desvalijó una vez y lo intentó, sin mucho éxito, una segunda.
El asalto inicial al comercio no fue precisamente discreto, ya que un vecino alertó en directo a los servicios de emergencia al sacarle de la cama, presumiblemente a él y otras decenas de residentes, «los porrazos –una docena, al menos– que el ladrón dio con un adoquín hasta que logró reventar la luna de seguridad de la puerta y abrir un pequeño boquete por el que logró colarse». También saltó la alarma. Así que tenía poco tiempo y el estruendoso delincuente, que iba encapuchado, solo tuvo tiempo de coger «un par de cascos, valorados en 330 euros, que había en el escaparate», según confirmaron las propias víctimas. Luego salió huyendo hasta su casa, donde reside, al parecer, junto a su madre. A la tienda llegaron enseguida varias patrullas de la Policía Local y dos de los agentes se quedaron custodiando la puerta a la espera de la llegada de los propietarios. Fue entonces cuando un hombre, cuya descripción coincidía con la del ladrón, intentó colarse de nuevo por el boquete de la puerta delante de sus narices. «Debía ir tan obcecado que ni les vio», apuntan fuentes policiales. El caso es que fue detenido allí mismo después de que confesará la autoría del robo (la tentativa posterior la presenciaron directamente los policías). Luego les dijo que quería devolver el botín. Y lo hizo. Los agentes le llevaron a su casa y sacó los dos cascos sustraídos.
Francisco Javier, que arrastra una irremediable adicción a las drogas que ya le valió una reducción de la pena hace cuatro años, está acusado ahora de un delito de robo con fuerza.
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