El Norte
Miércoles, 29 de enero 2025, 23:13
Un total de 87 empresas de la Comunidad recibieron hoy los reconocimientos de autorizaciones ambientales y etiquetas ecológicas, las cuales obtuvieron durante los años 2023 y 2024 algún marchamo de calidad en la materia, las cuales se enmarcan en el ámbito agroalimentario, ganadero o de residuos, así como renovables, como la generación de hidrógeno verde, según informa Ical.
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El consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Carlos Suárez-Quiñones, entregó dichos reconocimientos durante una jornada enmarcada en la Estrategia de Educación Ambiental de Castilla y León, 2024-2030, dentro del primer plan trienal, 2024-2026. Se trata de una exigencia que «cuesta cumplir», porque son requisitos «muy rigurosos», donde «hay que demostrar a lo largo del funcionamiento que se cumple con los requerimientos derivados de esa autorización», apuntó.
Suárez-Quiñones detalló que estos marchamos de calidad se clasifican en una autorización ambiental, que es una «exigencia obligatoria» de la Junta de Castilla y León de la normativa que hace cumplir por parte de las empresas «importantísimos requisitos ambientales»; bien sea una etiqueta ecológica europea, con carácter europeo y sello de calidad voluntario, que puede pedir las empresas si cumplen los «rigurosos requisitos» que la presiden; bien sea también la adhesión al sistema EMAS, que es un «sistema de evaluación y de vigilancia ambiental muy exigente», al que las empresas se pueden sumar de forma voluntaria.
Ante estas 87 empresas destacadas, aseguró que se pone en manifiesto que Castilla y León es una autonomía «muy industrial», donde hay «multitud de empresas potentes que tienen esa responsabilidad en la sostenibilidad de forma muy acusada«, al puntualizar que casi 1.000 empresas en la Comunidad tienen una autorización ambiental, dijo. Sin olvidar la apuesta por el futuro, por lo que dejó claro que Castilla y León está «especialmente implicado», tanto desde el punto de vista empresarial como de la administración, en las energías renovables, las cuales «van entrando en la nómina» de empresas que se acreditan ambientalmente.
El consejero subrayó que estos sellos de calidad van unidos al factor de competitividad. «Si hace tiempo este tipo de etiquetas ecológicas podían ser problemáticas y no se veían resultados desde un punto de vista económico, hoy en día, la exigencia de la ciudadanía y de sus clientes, hace más acusado que sea un factor importante de competitividad», lo que incentiva a que haya más adhesiones.
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Por otro lado, Suárez-Quiñones explicó que la etiqueta «no va tanto en la vía de la característica del producto», sino en los «procesos previos» de recepción de las materias con las que trabajan, así como en los procesos de producción y posteriores de reciclado, al ser los que tienen que cumplir, aseveró.
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