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José Fuentes y Yolanda Arroyo, tras la barra del Amador II en la Rondilla José Carlos Castillo

Valladolid

Se jubilan los reyes del marisco de la Rondilla

José Fuentes y Yolanda Arroyo, de la marisquería Amador II, se despedirán el 31 de marzo de su clientela

Laura Negro

Valladolid

Sábado, 24 de febrero 2024, 00:01

En la calle Soto, en el corazón del barrio de la Rondilla, se encuentra el restaurante-marisquería Amador II, que durante décadas ha deleitado a los paladares más exigentes con sus exquisitos manjares del mar. Este establecimiento pronto cerrará sus puertas. A su propietario, José Fuentes le ha llegado el momento de jubilarse. Su mujer Yolanda Arroyo, aunque es más joven, también dará por finalizada su vida laboral. Ambos aseguran que echarán de menos el contacto con los clientes, pero reconocen que, en el fondo, están deseando disfrutar de su merecido descanso.

La suya será una despedida paulatina. Hasta el 24 de marzo han organizado para sus clientes unas jornadas del marisco que servirán para poner el broche de oro a toda una vida de dedicación a la hostelería. En el menú que han diseñado, no faltará su deliciosa empanada de zamburiñas y langostinos, sus tostas de sardina ahumada, pata de pulpo, nécoras, cigalas, gambones, camarones… en fin… todo un homenaje para el estómago. Hasta el día 31 de marzo permanecerán abiertos. Eso sí, en el mes de abril, piensan estar «a medio gas», celebrando la jubilación con la familia y amigos más allegados. «Todavía no sabemos cuándo, pero tenemos pensado celebrar una jornada de puertas abiertas. La hicimos en la inauguración y la haremos en la despedida. Será como cerrar el círculo», dice José con un puntito de emoción.

Tras la barra de su amado Amador II, José y Yolanda rememoran con cariño y nostalgia los momentos que han marcado su trayectoria. Él es natural de Esparragosa de Lares (Badajoz) y llegó en 1975 a la capital del Pisuerga con la intención de trabajar en la factoría del rombo, aunque por avatares de la vida, finalmente acabó empleado en la hostelería. «Era un sector que me encantaba y en el que ya tenía experiencia. Mi primer contrato fue en la cafetería Australia, que se inauguró aquel año. Luego estuve trabajando en el Colombo», cuenta él. Fue en esa época cuando conoció y se enamoró de Yolanda, su mujer. Ella trabajaba en la marisquería El Puerto, y como él iba a diario a buscarla, al final acabaron contratándole como encargado cuando terminó el servicio militar. «El Puerto era la élite de la restauración vallisoletana en aquel momento. Con el tiempo finalmente me quedé con el negocio. Ahí fue donde empecé a conocer el marisco y me pareció un producto interesantísimo. En 1986 nos vimos obligados a dejar el local porque declararon el edificio en ruina. Así que me decidí a emprender en La Rondilla», prosigue.

Yolanda y José en el comedor de su marisquería J.C. Castillo

Abrió en el local de un antiguo bar llamado Amador II. Su intención era cambiarle de nombre y denominarle El Puerto. La burocracia se lo impidió. «Los primeros años aquí, fue un verdadero boom. Nada más llegar, revolucionamos el barrio. Todas las semanas recibíamos un camión de marisco que venía desde Galicia», recuerda él con nostalgia. «En estos 38 años en la Rondilla, hemos sido muy felices. Los clientes en general se han portado muy bien. Ha sido muy satisfactorio cocinar mi marisco para todo Valladolid. La despedida nos va a costar mucho, porque han sido muchos años y hemos hecho muchos amigos», prosigue este experimentado hostelero, que tiene en venta el local, los enseres y la maquinaria, que irían junto con la cartera de clientes. «Hemos tenido una clientela muy fiel. Algunos de ellos desde hace 38 años y eso cala mucho. Nuestros hijos han hecho su vida en otros sectores. Pero aquel que quiera dar continuidad al negocio se encontrará con una buena lista de clientes», anima. Yolanda asiente con complicidad y añade que «los inicios fueron duros, pero hemos sido muy felices. Estamos muy agradecidos a tantos años de fidelidad. Nos estamos sintiendo muy arropados en estos últimos días. Muchos nos dicen que cómo vamos a cerrar, y nosotros les decimos que es que ya nos ha llegado la hora de descansar».

Para este matrimonio de hosteleros, cada día detrás de la barra es un reto nuevo y lo mejor de todo es ver la satisfacción de sus comensales al disfrutar de sus platos. «El marisco siempre fue nuestra pasión, y poder compartirla con tanta gente ha sido un privilegio«, apunta José. El pulpo es su especialidad. Lo borda. Lo mismo que las navajas, un producto que según asegura fue uno de los primeros en introducirlo en Valladolid. «Con los años hemos ido innovando, haciendo nuevas recetas, y también introduciendo otros platos también de carne, para llegar a más público», dice este veterano de la barra, que durante seis años fue vocal y tesorero de la Asociación de Hostelería de Valladolid. «Me he movido mucho. Durante una década también estuve organizando rutas gastronómicas con los hosteleros de la Rondilla», agrega.

Su sueño ahora es disfrutar de su casa y su terreno en el pueblo, viajar, dedicar tiempo a la familia, pero de vez en cuando también darse algún homenaje con marisco, el producto del mar que tantas alegrías les ha dado a lo largo de sus vidas. «La hostelería roba mucho tiempo de lo personal. Han sido muchos años, día tras día, dedicados en cuerpo y alma al negocio. Es momento de pensar en tomarse las cosas con calma y simplemente disfrutar. Gracias a todos nuestros clientes, que nos han hecho tan felices durante estos 38 años», concluyen los reyes del marisco de la Rondilla.

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