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víctor m. vela
Valladolid
Lunes, 18 de marzo 2019, 07:59
«Tengo una imagen que no se me va a borrar en la vida», recuerda Saleh Cordero Sanz (nacido en 1990 en el campo de refugiados saharauis de Smara). Se ve Saleh, con nueve años, boquiabierto, asomado a la ventana, en el asiento trasero del ... coche de la familia vallisoletana que lo acogió durante el verano de 1999. «En mi vida había visto tanto asfalto, ni edificios tan altos. Era todo tan nuevo... Me sorprendía eso, pero sobre todo el tema de la luz, del agua. Que dieras un botón y hubiera electricidad. Que abrieras un grifo y tuvieras para beber, para lavarte». Saleh fue uno de los jóvenes implicados en la campaña Vacaciones en paz (que todavía está en vigor).
Niños saharauis vienen a pasar el verano con familias vallisoletanas y aquí reciben además atención médica, revisiones con el dentista, el oculista. Saleh vino dos veranos. Después ha tenido la oportunidad de quedarse: «Para mí no solo fue positivo, fue la oportunidad para cambiar de vida». Y ahora quiere agradecerlo a través de una campaña que acerca a los campos de refugiados parte del asombro que él vivió aquí, durante sus veranos infantiles. El proyecto se llama Sonrisas en el Sáhara, cuenta con el respaldo de la Asociación de Voluntariado de la Universidad, y el objetivo es llevar material escolar, juguetes, caramelos, disfraces... a los campos de refugiados.
«La iniciativa nació hace dos años aquí en Valladolid, aunque tenemos voluntarios de varias partes de España.Estaba tomando algo con unos amigos, con unos compañeros saharauis, y decíamos: '¿Os acordáis de cuando éramos pequeños y nos llevaban a los hinchables, cuando íbamos al parque? Y pensábamos lo que molaría llevar todo ese colorido, toda esa alegría, a los campos de refugiados». Ya emprendieron hace unos meses la primera expedición. Consiguieron llevar camas elásticas, un castillo hinchable. «Nos recibieron de una forma increíble», recuerdan.
Ahora, del 12 al 23 de abril, nueve personas tienen previsto viajar de nuevo para llevar el material recaudado y repartirlo entre los niños de los campos de refugiados.Allí, además, organizarán talleres lúdicos, deportivos y educativos, «juegos de calle, como carreras de sacos». «A nosotros se nos dio una oportunidad increíble y queremos que parte de lo bueno que hemos vivido aquí lo disfruten los que viven en esos campos, sin apenas servicios, sin agua, sin electricidad. Allí solo hay rutina:levantarse de la cama y esperar», recuerda Saleh.
En 1999 y 2000 fue acogido por una familia de Pajarillos.«Me lo han dado todo. Yo tengo mi familia allí, en Smara. Soy el sexto de cinco hermanos. Mi madre ya es muy mayor. A través de un acuerdo entre las dos familias, pude venir a Valladolid a estudiar». Cuenta que aquí ha cursado el grado medio y superior de carpintería, que ha estudiado también el grado superior de Informática y ahora cursa un módulo de programación. Ha trabajado. Y no ha olvidado sus orígenes. De ahí que, junto con otros compañeros, haya decidido emprender esta campaña.
Acogida en verano
El proyecto Vacaciones en paz «quizá ya no tenga la repercusión que hace años, tal vez por la crisis», pero sigue vigente en Valladolid y busca familias de acogida para jóvenes de los campos de refugiados saharauis de Tinduf. El año pasado, la provincia acogió a 32 niños.
La asociación ha lanzado un llamamiento urgente para conseguir una familia que se comprometa a acoger este verano a Sumeya, una niña saharaui de once años que habla un poco de español ya que el año pasado ya estuvo en España. Por motivos personales, la familia que la acogió el año pasado no puede comprometerse este verano, por lo que la asociación busca un nuevo hogar para Sumeya.
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