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El sacerdote abulense José Manuel Sánchez Caro recibió recientemente el encargo de predicar el Sermón de las Siete Palabras de este año, la mañana del Viernes Santo en la Plaza Mayor de Valladolid. Ha sido rector de la Universidad Pontificia de Salamanca y de la ... Universidad Católica de Ávila. A punto de cumplir 80 años, este «jovencillo y vital sacerdote», como él mismo se define, es un hombre sabio, pausado, sereno, reflexivo, locuaz, experto. Es autor de publicaciones como 'La casa de Santiago en Jerusalén', 'Biblia e ilustración', 'Eucharistia', 'Ser cristiano en el siglo XXI' o 'A Biblia e a palabra de Deus'.
–¿Quién es el predicador del Sermón de 2020?
–Un cura jubilado de profesor de la diócesis de Ávila. He dedicado gran parte de mi vida a la formación de sacerdotes y seminaristas y al profesorado en la universidad durante 35 años. He sido decano, rector en Salamanca y Ávila y me tocó también ser director del Instituto de Investigación Bíblica Teológica en Jerusalén.
–¿Cuál es su dedicación actual?
–Colaboro en una parroquia de Ávila, doy charlas y me dedico a escribir, porque el vicio de escribir nunca se pierde.
–¿Tenía alguna vinculación con la cofradía?
–Es la primera vez que he contactado con esta cofradía. Esta semana conocí a su presidente, me informó del acto y me pude hacer una idea de lo que será ese día.
–¿Cuál es su conocimiento de la Semana Santa de Valladolid?
–El que tiene un español culto y de Castilla y León. Pero los curas tenemos que celebrar nuestra Semana Santa y no podemos en esas semana ir a ningún otro sitio normalmente. Por eso no podemos conocer otras distintas de la que vivimos. Es algo que espero de este próximo Viernes Santo, poder perfeccionar aspectos que ignoro.
–¿Ha tenido tiempo en pensar qué dirá desde su púlpito?
–Cuando te lo piden y aceptas, comienzas a pensar. Tras conocer aspectos que desconocía del bello ritual del pregón por las calles de Valladolid, y a la vez algo tan sencillo como saber cuánto tiempo debo hablar, vas perfilando. No puedo aburrir a la gente ni ser pesado.
–¿En qué se inspirará para escribir el sermón?
–En Jesucristo crucificado. Nosotros no podemos más que glosarlas humildemente. Mis estudios me han permitido ser especialista en las Sagradas Escrituras. Mi intención es situar cada una de las Siete Palabras en su contexto lo más exacto posible. Y en segundo término, ayudar a descubrir a quienes me escuchan que esas palabras de hace más de 2.000 años tienen su significado en nuestro mundo actual. Me gustaría elegir una situación concreta para cada una de las palabras. Algunas ya las tengo pensadas. Otras tengo aún que pensar sobre ellas.
–¿Le genera atracción alguna de las Siete Palabras?
–De todas ellas hay dos profundamente consoladoras. La primera es el perdón al ladrón, «hoy estarás conmigo en el paraíso». Es una palabra que llena de esperanza a quienes sentimos la profunda imperfección y la inevitabilidad del mal que habita en nuestros corazones. Tenemos esperanza de perdón. Y la segunda está conectada con el acto supremo que da sentido a todas estas palabras. Estoy hablando de la muerte de Jesús y la nuestra. Por eso me llena de profunda esperanza la palabra de Jesús dirigiéndose a su padre, «en tus manos encomiendo mi espíritu». Es el ejemplo máximo de confianza.
–¿Aprovechará para vivir la Semana Santa de Valladolid?
–Llegaré esa misma mañana. Uno es cura y mi obligación es ayudar a quien desee vivir la Semana Santa en mi parroquia. ¡Cuánto me gustaría poder quedarme toda la semana en Valladolid! Pero no es posible. La responsabilidad es superior a lo que te pueda apetecer.
–¿Cómo es la Semana Santa de su ciudad, Ávila?
–Es menos rica que la de Valladolid, quizá menos tradicional. Es sobria, en la que el marco del Ávila medieval la acompaña con gran belleza. Si yo tuviera que poner un protagonista diría que son el silencio y la sobriedad. Últimamente la Semana Santa ha crecido mucho en Ávila. Cuando yo era niño había apenas tres procesiones en Ávila en toda la Semana Santa. Hoy son muchas más, afortunadamente con muchos cofrades y personas que acompañan, y eso es una satisfacción. Me gustaría que se conservase este espíritu de profunda religión, de sobriedad castellana y de silencio necesario, para que no lo convirtiésemos en un espectáculo turístico.
–¿Una reflexión a propósito del tiempo de Cuaresma en el que nos encontramos?
–Invito a todos los cristianos que quieran celebrar la Pascua del Señor a que no olviden que la Cuaresma no tiene sentido por sí misma. La Cuaresma es un camino hacia la Pascua. Por eso la Cuaresma no es un tiempo triste. Es un tiempo esperanzado, en el que tenemos que hacer unos pocos esfuerzos. Es como si dijéramos que es la concentración de los equipos de fútbol, el tiempo de concentración para poder llegar después con triunfo a la resurrección del Señor. En ese sentido, invito a todos a mirarse hacia el interior. Descubrir que uno ni es tan malo como los otros piensan y dicen ni tan bueno como uno se piensa. En Cuaresma debemos caminar con esfuerzo hasta que podamos celebrar con gozo y alegría la Pascua del Señor.
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