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José Antonio Gómez Iglesias, delante de su vehículo. Laura Negro
Coronavirus en Valladolid: José Antonio Gómez Iglesias: «En abril, las llamadas de clientes a la emisora han bajado el 90%»

José Antonio Gómez Iglesias: «En abril, las llamadas de clientes a la emisora han bajado el 90%»

Profesional del taxi desde hace 33 años, José Antonio Gómez ha vivido otras crisis al volante, «pero ninguna como esta»

Laura Negro

Valladolid

Lunes, 4 de mayo 2020, 07:13

«Llevo 33 años en el sector del taxi y esto no lo he visto nunca. Es una crisis terrible». Así empieza su relato José Antonio Gómez Iglesias, un taxista vallisoletano que está intentando sobrellevar «como buenamente puede» esta complicada situación sanitaria y económica. El impacto del coronavirus ha sido brutal para muchos sectores. También para el gremio del taxi.

Irunés de nacimiento y vallisoletano de adopción y sentimiento, Jose aprendió a amar el oficio que ya desempeñaba su padre. Un oficio al que quedaría ligado para siempre. «En 1987, cuando regresé de la mili, empecé a trabajar como colaborador de mi padre. Él salía con el taxi de día y yo hacía las noches. En aquellos tiempos teníamos una parada fija, que estaba en el paseo de Zorrilla. En 1991 me quedé con su licencia, la número 182», dice orgulloso este profesional del transporte.

Reconoce que no empezó siendo un trabajo vocacional, «pero ahora sí que lo es», aclara. «Me he adaptado a la actividad y lo mejor de todo es ser mi propio jefe y tener libertad de horarios, aunque he de reconocer que es un trabajo esclavo, en el que hay muchas horas de espera pero que ahora, con las nuevas tecnologías, se hacen un poco más llevaderas», cuenta.

«Noto a la gente triste y desanimada. Todos vemos difícil salir de esta»

Jose se pasa la jornada en la calle y dice que el ambiente que estos días está viendo desde el volante es «terriblemente desalentador». «El otro día estaba en la parada del Calderón y veía la calle vacía, los comercios cerrados, la parada del autobús sin gente, la iglesia y el teatro desangelados… Es terrible. Yo he vivido, años muy buenos, como el 2000, no se paraba. Pero también he vivido crisis muy grandes en los noventa y también la del 2008, pero nada parecido a esto de ahora», lamenta.

Este profesional es consciente de las dificultades económicas que se presentan a partir de ahora para todos los sectores. Ve difícil la remontada. «Es algo generalizado y complicado de solucionar. En nuestro caso tenemos que salir a la calle todos los días a sacar el sueldo y dar un servicio a la ciudadanía, ya que somos un servicio público. Este no es un negocio para hacerse rico, porque en una hora puedes hacer cuatro carreras, no más. Es un trabajo de echarle horas, el problema es que desde que ha pasado lo del coronavirus, aunque eches todas las horas del mundo, no sacas ni para cubrir gastos. El otro día estuve desde las 10:00 de la mañana hasta las 13:15 del mediodía en una parada del polígono de Argales. Al final me fui de allí por aburrimiento. Hablas con los compañeros y estamos todos igual. De media hay dos horas de espera entre servicio y servicio, y eso que ahora estamos trabajando solo un tercio de la plantilla», indica Jose.

«Desde que pasó esto, aunque eches todas las horas del mundo no sacas ni para cubrir gastos»

Según cuenta este taxista, de las 477 licencias que componen el parque de taxis de Valladolid, actualmente por las mañanas salen unos 200 coches. Por la tarde, que hay menos movimiento de gente, unos 80. «Cuando estemos ya todos trabajando, esto va a ser horroroso, pero vamos a tener que acostumbrarnos. La mayoría de las empresas están cerradas. En las estaciones de tren y autobuses apenas hay movimiento, la hostelería está parada. Eso a nosotros nos da trabajo y eso lo hemos perdido, al menos de momento. Estamos muy preocupados por la situación. Los primeros quince días del estado de alarma, las llamadas de clientes a la emisora bajaron el 78%, y en abril han bajado el 90%. Esto es insostenible», lamenta.

Reivindicaciones sin atender

El día de la entrevista fue uno de los peores para José Antonio Gómez. Solo pudo realizar cuatro servicios después de muchas horas de trabajo, pero se consuela porque «algunos no han hecho ninguno». «La gente no se acuerda de nosotros. Nuestro sector es esencial, pero pasa muy desapercibido. Ahora mismo somos muchos taxistas en la calle para los pocos servicios que hay», afirma.

Habla con conocimiento de causa. Forma parte de la Junta Directiva de Sociedad Cooperativa Limitada Radio-Taxi Valladolid. «Cuando la situación se normalice el Ayuntamiento, como gestor del servicio público, debería tomar medidas para regular la demanda con el número de licencias. Seguimos sin ordenanzas y tenemos los horarios y descansos sin regular. Las cosas no se arreglan por sí solas. Somos muchos los que estamos reclamando la regularización para poder rentabilizar mejor las horas que estamos en la calle. El Ayuntamiento debería tomar cartas en el asunto y echar una mano al sector. También nos dijo que nos iba a enviar mascarillas y geles, pero seguimos esperando. Tampoco ayuda la desunión que hay en el gremio. Hace 33 años, cuando yo empecé en esto, íbamos todos a una y se conseguían muchas más cosas. Ahora el sector está muy dividido», reconoce.

«Desinfectamos las manillas y asientos después de cada servicio con una mezcla de agua y lejía»

Ante todo José Antonio Gómez, quiere dar un servicio seguro, para él y para sus clientes. Ha sido uno de los primeros en instalar una mampara de protección en los asientos de su taxi. «Es de un material flexible para evitar posibles daños. Todo lo que sea prevenir, la gente lo agradece», asegura. «La Junta nos ha proporcionado dos mascarillas a cada taxista cada semana. Varias empresas también nos han hecho llegar pantallas de acetato y mascarillas de tela e hidrogel. Aparte de todo esto utilizamos guantes y desinfectamos las manillas y asientos después de cada servicio con una mezcla de agua y lejía», informa.

La mayoría de los clientes que traslada estos días son personas que necesitan acudir a hospitales o centros de salud. También hay muchos que tienen que ir a trabajar o a hacerse las pruebas del coronavirus. «Tengo compañeros que han llevado a personas infectadas que se han escapado del hospital. Estamos muy expuestos. Este es también un trabajo de riesgo, por eso intentamos mantener todas las medidas de seguridad para los clientes y para nosotros. Noto a la gente triste y desanimada. Me hablan de su situación, de cómo lo ven ellos. Todos vemos difícil salir de esta», asegura.

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