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La ruta de este verano no le llevará muy lejos, pero José Antonio Martínez Bermejo es un senderista al que no le asustan los retos, de los de peregrinaje a Santiago «cuando se pueda». El concejal popular incorpora sus experiencias vitales a la política con ... una amplia sonrisa cuando se trata de evocar el verano y las vacaciones.
–¿A qué verano que añora le gustaría volver este verano y no podrá?
–Al del año 2013 disfrutando del Camino de Santiago. Es un viaje cargado de magia y libertad, rodeado de gente de todos los lugares del mundo. Sueño con hacerlo con mis hijos pero este año tampoco toca.
–¿Tiene pueblo o le prestan uno?
–Tengo muchos. El de mi madre, el de mi padre, el de mis suegros… Aunque soy de ciudad no me faltan referencias rurales.
–¿Qué se llevaría a un pueblo vaciado?
–Mi persona. Con mi volumen el pueblo estaría menos vacío, jajaja… No, en serio, a un pueblo vaciado le llevaría proyectos vitales y mucha ilusión.
–¿Es de los vallisoletanos de Benidorm o de los vallisoletanos de Santander?
–De niño, de los de Santander. Hoy soy vallisoletano de los de Cádiz, que también somos muchos. Hay que incorporarla como destino vacacional de Valladolid, somos legión ya.
–¿Qué hay mejor que un amigo con piscina?
–No lo sé. No recuerdo ahora ninguno con esas condiciones. Tendría que probarlo. Pero siempre es bueno tener amigos. Con o sin piscina.
–¿De qué se desconfinaría primero, de su pareja, de los hijos o nietos, de la mascota, del trabajo...?
–De una mascota… aunque me gustan, llevo desconfinado de ellas muchos, muchos años por motivos familiares..
–¿Ha realizado ya todos los planes que se le ocurrieron durante el confinamiento o ha dejado alguno para el verano?
–Todavía guardo alguno. Siempre hay que dejar alguno pendiente para mantenerse activo… Además, puede que por desgracia se nos conceda un nuevo plazo para cumplirlos…
–Volver de la playa con la mascarilla en el moreno, ¿es sexy?
–No sé si es sexy, pero seguramente es necesario.
–Para sus hijos o nietos querría un verano como el del año...
– El del año 1969. Recuerdo que estaba con mis padres disfrutando de Santander y una noche vimos la retransmisión en directo de la llegada del hombre a la Luna. Mientras la luz del faro pegaba en los cristales del apartamento, mis padres, sus cinco hijos y mi abuela estábamos boquiabiertos mirando el futuro en la televisión. Eso ya no se produce. Hoy la tele difícilmente aglutina a las familias… Me entra nostalgia, la verdad.
–¿Y si nos quedamos aquí? ¿Qué nos recomienda hacer o descubrir en Valladolid?
–Todo lo que se pueda. De la capital y de la provincia hay que disfrutarlo todo. Su cultura, su patrimonio, su gastronomía, sus gentes… Todo.
–¿En la bolsa de la playa o la mochila de la montaña, mascarilla, gel de manos y...?
–Móvil. He de confesar una absoluta dependencia. Y bañador por supuesto, uno es pudoroso. También crema solar. Me quemo todos los veranos y mi piel empieza a resentirse.
–La pandemia le impedirá hacer este verano...
–Algunas cosas. Pero todo sea por la seguridad y la salud. Lo doy por bien empleado.
–¿Es de los que sufre en silencio los incumplimientos de las normas covid o de los que se para y recrimina?
–Me duele que la gente no cumpla pero prefiero guardar silencio. Advertir siempre. Recriminar nunca.
–¿Qué no echará de menos de los últimos cuatro meses?
–Muchas cosas, pero ya las he olvidado…
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