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Arreglar los setos es como cuando te cortas las puntas del pelo», dice Yanira Tordable, 19 años, en un símil «claro y muy visual» que es celebrado por los monitores con los que, durante los últimos meses, ha trabajado en un proyecto de formación inclusiva ... impulsado por el colegio de educación especial El Pino de Obregón, el centro que Fundación Personas atiende desde el curso 1990-91 en Pajarillos. Su misión ha sido 'arreglar las puntas' y poner guapo al parque Pato, una zona verde del barrio (con sus setos, sus rosales, sus zonas de césped y caminos)en la que los alumnos de El Pino han intervenido como parte de un proyecto que, en colaboración con el Ayuntamiento, favorece la inserción prelaboral de personas con discapacidad.
«Esta iniciativa nació por la covid», reconoce María Huete, vicedirectora de un centro que, en la calle Tórtola, ofrece«respuesta educativa a 35 alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, con discapacidad intelectual, de edades entre los 13 y los 21 años y que cursan Etapa Básica Obligatoria (EBO) y Transición a la Vida Adulta». «Por culpa de la pandemia no se ha podido celebrar la formación en empresas, como la que habitualmente se hacía en los talleres de Asprona, con Belaria, en Carrefour o Insoto», explica Huete.
La respuesta llegó de la mano del proyecto Proa+, impulsado desde el Gobierno y la Junta para amortiguar la brecha educativa que pueda generar la covid. «Como no podíamos hacer prácticas en empresas, fijamos una colaboración con la Oficina de Orientación e Intermediación Laboral (Horizon), también de la Fundación Personas». Así, los monitores y profesores de esta entidad se han acercado hasta el colegio de Pajarillos para ofrecer a los alumnos «conocimiento y habilidades prelaborales que les permitan acceder, en un futuro, al mercado laboral». Por ejemplo, en limpieza (con la desinfección de aulas). Ytambién en jardinería, en el mantenimiento de parques y jardines.
Comenzaron con la adecuación de un patio interior del instituto Leopoldo Cano, como vínculo de colaboración dentro de la Red Pajarillos. «Intentamos hacer un huerto, pero el suelo no estaba preparado», explican José Ignacio Álvarez y Juanma González, los profesores de jardinería. Y entonces llegó la idea de colaborar en el mantenimiento del parque Pato. «Hablamos con el Ayuntamiento y con Acciona, la empresa concesionaria, para poder hacer aquí la formación», cuentan.
Cómo manejar las herramientas (cortacésped, desbrozadora), cómo gestionar los equipos de seguridad, cómo limpiar y adecuar un espacio público por el que a diario pasan cientos de vecinos. Durante dos días a la semana, los lunes y los viernes (de 10:30 a 13:30 horas), alumnos como Yanira han demostrado sus destrezas en la jardinería.
«Yo quiero ser masajista, pero he descubierto que esto se me da bien. Mi tío es jardinero. Mi padre tiene una desbrozadora en casa, pero nunca me la dejaba porque decía que no la sabía usar. Al principio sí que estás un poco insegura, piensas que vas a dejar muchas calvas, no sabes si estarás a la altura, a ver si la lío, si lo rompo...». Y no. El resultado, aseguran los profesores, ha sido espectacular. «El parque ya estaba bien cuidado, aseado». Ahora, en perfecto estado de revista.
En ello han colaborado también las manos de Víctor Llanos, veinte años, vecino de Bocos de Duero. Este año ha sido su último curso en El Pino. «Estaba en una residencia de Parquesol y venía aquí todos los días». Ahora, esta formación le ha servido para descubrir que se maneja bien con las herramientas y que este es un trabajo que le interesa. «Ahora me gustaría dedicarme a la viticultura», asegura Víctor, quien cursó hasta tercero de Secundaria en el instituto de Peñafiel, antes de llegar al centro de la calle Tórtola. «Aquí todos somos iguales, nos ayudamos mutuamente», cuenta Yanira, residente de Huerta del Rey, quien hizo hasta primero de Secundaria en el Cristo Rey.
Uno de los puntos relevantes del programa es que les ha permitido trabajar en la calle, en un espacio emblemático del barrio.«La gente ve los resultados y es una forma de integración en nuestra zona, que los ciudadanos vean que los alumnos tienen capacidades muy buenas y que pueden desarrollar un tipo de trabajo cuyos efectos se ven», cuenta Luis Domínguez, profesor en El Pino. Además, resaltan que el parque Pato «es un espacio vivido y muy vinculado con el centro», ya que les sirve de patio y, en ocasiones, de lugar en el que impartir las clases de educación física.
«Las investigaciones recientes destacan que los espacios naturales favorecen el aprendizaje, la relajación y el bienestar personal», apunta Huete, quien destaca que «este tipo de iniciativas son especialmente beneficiosas para los alumnos con dificultades de aprendizaje o discapacidad, pues no solo se benefician de estas oportunidades como cualquier alumno, sino que son actividades que favorecen la interacción social y la cooperación». El objetivo es continuar el próximo curso, después del verano, con esta actividad que ha permitido ofrecer alternativas de futuro empleo y colaborar en el mantenimiento de una zona verde del barrio.
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