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Llenar el frigorífico y la despensa es una obligación ineludible, porque comemos (y desayunamos, y cenamos, e incluso merendamos) todos los días. Por eso que el precio de los alimentos se modere siempre es una buena noticia. Es lo que ha ocurrido este septiembre, mes ... en el que el coste de esos productos básicos ha seguido subiendo, pero menos que en los meses precedentes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
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En concreto, los alimentos están el 1,9% más caros en Valladolid que el año pasado (un recorte significativo respecto a primeros de año, puesto que arrancamos en el 7,3%). Se trata del porcentaje más bajo desde noviembre de 2021 y eso es muy positivo, pero el mismo dato también tiene una vertiente negativa: es medio punto superior a la tasa regional (1,3%) y está tres décimas por encima de la media nacional (1,6%).
Aun así, es un consuelo que hayamos dejado atrás los desbocados aumentos de los peores momentos de la crisis inflacionista, que ha hecho que acudir al supermercado resulte un 30% más gravoso que antes de la pandemia. Basta recordar, por ejemplo, que en marzo de 2023 el Índice de Precios de Consumo (IPC) de la alimentación estaba disparado al 17,9% en Valladolid, y que durante todo el ejercicio creció a dos dígitos salvo en el último trimestre. Y lo mismo ocurrió durante la mayor parte de 2022, puesto que solo se situó por debajo del 10% de incremento entre enero y marzo.
En cuanto al índice general, lo cierto es que la provincia vuelve a situarse como una de las más inflacionistas de la comunidad. Con una variación interanual del IPC del 1,3% en septiembre, supera en dos décimas el promedio autonómico del 1,1%, aunque está otras dos por debajo del nacional (1,5%). Es la misma cuantía que registra Burgos y solo está por detrás de Segovia, que lidera el ránking regional con un 1,4%. Ligeramente por debajo se sitúa Salamanca (1,2%), mientras que Zamora iguala la media de Castilla y León. Por debajo de ella aparecen Ávila (1%) y sobre todo León, Palencia y Soria, las tres con el 0,9%.
En el caso vallisoletano, la causa de la evolución al alza de los precios hay que buscarla fundamentalmente en los restaurantes y los hoteles, que están el 5,9% más caros que en septiembre de 2023, y en las bebidas alcohólicas y el tabaco, por los que hay que pagar el 3,7% más. En menor medida crecen otros bienes y servicios (2,1%), los alimentos y bebidas no alcohólicas (1,9%), la sanidad (1,7%) y el grupo formado por la vivienda, el agua, la electricidad, el gas y otros combustibles (1,6%).
La otra cara de la moneda (o de la cartera) son aquellos productos que ya bajan. Porque los hay, y no son pocos. De los 39 subgrupos que examina el Instituto Nacional de Estadística, hay doce que se abaratan en septiembre en la provincia, casi un tercio de los analizados. Todo indica que estamos ante un cambio de tendencia a mejor, que puede aliviar de manera importante los bolsillos de los sufridos consumidores, puesto que el pasado agosto solo eran diez y en enero ocho. Si nos remontamos más atrás, a hace un año, el cómputo de descensos se limitaba a seis.
El más acusado ahora es el que se anota el epígrafe dedicado a la enseñanza Infantil y Primaria (-17,4%), seguido por los equipos de telefonía y fax (-11,1%). A continuación, pero a una sola cifra, figuran la utilización de vehículos personales (-6,8%), el vestido (-4,3%), los equipos audiovisuales, fotográficos y de procesamiento de la información (-2,8%) y la cristalería, vajilla y otros utensilios para el hogar (-2,7%). El listado se completa con el calzado y sus reparaciones (-1,2%), los aparatos domésticos (-1,1%), los artículos textiles para el hogar (-0,9%), las herramientas y equipos para el hogar y el jardín (-0,8%), otros artículos y equipos para ocio, jardinería y animales domésticos (-0,7%) y el cuidado personal (-0,3%).
El Secretario de Acción Sindical de CC OO en Castilla y León, Fernando Fraile, ha valorado el dato autonómico del IPC, moderado al 1,5% en septiembre, y al hilo de esto ha sentenciado que a su juicio «hay margen más que suficiente para incrementar los salarios de una manera importante y reducir la jornada de trabajo» hasta las 37,5 horas semanales. «Es el momento», ha dicho, porque «las empresas están obteniendo beneficios extraordinarios, el país está creciendo de forma exponencial y los trabajadores y trabajadoras seguimos con la misma jornada que hace 40 años». El dirigente de Comisiones Obreras ha señalado asimismo que el hecho de que la inflación crezca a un ritmo menor «mejora la calidad de vida de las familias», pero al mismo tiempo ha advertido sobre el precio disparado de la vivienda, tanto en compra como en alquiler, que «sigue subiendo más que los salarios con los que se deben pagar». De ahí que haya hecho «un llamamiento al sentido de la responsabilidad de las patronales territoriales de la CEOE» en la comunidad.
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