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Traslado del cadáver de Eva María Sánchez desde su domicilio en La Rondilla. rodrigo jiménez
Valladolid

Investigan supuestos mensajes del parricida de La Rondilla a sus compañeros de instituto

tribunales ·

El menor, que mató a su madre en el domicilio familiar el pasado junio y está internado en el centro de reforma Zambrana, acaba de cumplir 17 años

M. J. Pascual y adrián rodríguez

Valladolid

Miércoles, 2 de noviembre 2022, 19:46

Unos mensajes supuestamente realizados por R., el adolescente que mató a cuchilladas a su madre Eva María Sánchez Villarreal, de 50 años, el pasado 30 de junio en el domicilio familiar de La Rondilla, han sembrado estupor y alarma en la comunidad escolar del ... instituto Núñez de Arce, donde el parricida cursaba sus estudios de 4º de la ESO antes del crimen. El chico, que acaba de cumplir los 17 años en octubre pasado en el centro de reforma Zambrana, donde permanece en internamiento terapéutico tras ser detenido por el matricidio y está a la espera de juicio, habría contactado hace unos días con sus compañeros de curso por Internet a través de la plataforma digital del centro docente.

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Tanto la Fiscalía de Menores como el propio juzgado especializado ya investigan lo que para los progenitores de los alumnos es «un fallo en la seguridad». El incidente ha sorprendido a las autoridades judiciales, que insisten en que los menores en el centro regional de reforma «están sometidos a un estricto control de las comunicaciones con el exterior», subrayaron fuentes del caso. La voz de alerta partió de madres de alumnos del instituto, alguna de las cuales también se ha puesto en contacto con la dirección del Zambrana para pedir explicaciones por lo ocurrido y se le habría indicado que el menor habría reconocido ser el autor de los mensajes, motivo por el cual habría sido sancionado. En esos mensajes, dirigidos a sus compañeros de la asignatura de matemáticas aplicadas, R., saluda a sus interlocutores con un «estamos de vuelta» y les da las «gracias» por «acordaros de mí» y «llamarme».

Fuentes jurídicas aluden al perfil del menor para dudar de que esos mensajes sean suyos y se estaba investigando si otro menor del Zambrana, que ya estaría fuera del centro y reside fuera de Valladolid, pudiera haber suplantado la identidad de R. para entrar en la plataforma de estudios del instituto. A este se le considera «un chico tranquilo, frágil de apariencia y educado, que a las preguntas se limita a contestar que se encuentra bien y que sabe que pasará mucho tiempo de condena e irá a la cárcel cuando cumpla la mayoría de edad, pero parece que todavía no es consciente de la gravedad de lo que ha hecho».

El menor se enfrenta a un máximo de ocho años de internamiento y la mayor pena depende de que las acusaciones demuestren que planificó el crimen

R. se enfrenta a un máximo de ocho años de internamiento y que se le imponga la mayor condena dependerá si se prueba que existió premeditación y alevosía en su acción y no fue un arrebato o impulso lo que le llevó a empuñar el cuchillo contra su madre y acabar con su vida. La Ley del Menor, que establece esa pena máxima para los delitos graves cometidos por menores de entre 16 y 17 años de edad, prevé la posibilidad de aplicar otros cinco años de libertad vigilada tras concluir la condena, que solo podrá verse interrumpida si los informes técnicos de los equipos multidisciplinares que valoren la evolución del menor son positivos y el juez lo considera oportuno. El juez puede decretar el ingreso en un centro penitenciario, en este caso en la prisión de Valladolid, cuando el menor alcance los 18 años para completar la pena de reclusión.

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En principio, el joven estaba siendo tratado por su hiperactividad, pero no le habrían sido diagnosticados trastornos de personalidad. La mañana del día de autos había estado con su madre en el instituto para tratar de reconducir sus estudios este curso. El detonante de la tragedia, al parecer, fue una discusión por la oposición de su progenitora a que continuara su relación con su novia de Barcelona, una menor «con bastantes problemas».

Esa relación no deseada por Eva María Sánchez para su hijo fue probablemente la espoleta de la discusión que desembocó en tragedia. Mientras que el adolescente se encuentra desde el mes de julio en internamiento terapéutico en régimen cerrado en el centro regional Zambrana, los investigadores encajan las piezas para que la Fiscalía de Menores presente el caso como homicidio (intencionado o accidental) o como asesinato, si se reúnen indicios de que existió alevosía y hubo planificación del crimen. Fuentes cercanas a la acusación sostienen que sí que hubo planificación porque el menor habría esperado a que su madre, antes de ducharse, se quitara la pulsera electrónica (que llevaba desde que estaba bajo protección como víctima de violencia de género) para que no pudiera alertar a la Policía. La instrucción, pendiente de algunos flecos, estaría para concluirse en un mes, de manera que el juicio podría celebrarse antes de Navidad.

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El crimen ocurrió en el primer piso derecha del inmueble número 10 de la calle Siglo de Oro del barrio de La Rondilla, en torno a las seis y media de la tarde, cuando R, que entonces tenía 16 años, agredió con un cuchillo de cocina a su progenitora. La mujer murió prácticamente en el acto. El adolescente mantenía tan intensa relación emocional con su amiga de Barcelona, que inmediatamente después de matar a su progenitora le realizó una videollamada. En ella, el adolescente aparecía ensangrentado y hacía un barrido por el piso para que su novia comprobara que lo que le estaba contando era cierto, «que ya no la iba a insultar más». No fue ella, sino una amiga que la acompañaba en ese momento, la que alertó a los servicios de emergencia del drama en directo que estaba presenciando y que estaba ocurriendo en Valladolid. Eran poco más de las seis y media de la tarde del jueves 30 de junio en el domicilio familiar de la calle Siglo de Oro, en el barrio de la Rondilla, donde Eva María y su hijo (su otra hija se marchó con su padre porque no soportaba a la nueva pareja de su madre) apenas llevaban unos meses viviendo. Esa misma mañana, madre e hijo estuvieron en el instituto Núñez de Arce, donde el chico cursaba estudios de 4º de la ESO, para encauzar su futuro académico, porque las notas habían sido malas. Y lo fueron, según indican fuentes de la investigación, porque «se pasaba hora tras hora y noche tras noche hablando por videollamada con su novia en lugar de estudiar».

La chica, que acababa de cumplir 15 años, reside con su padre y su hermana menor en la capital catalana y tuvo que ser ingresada en estado de shock en Urgencias del Hospital San Juan de Dios. Al parecer, la adolescente, que tiene el síndrome de Asperger y fue víctima de acoso escolar en el colegio, relató a los psiquiatras que la madre de su novio «se lo merecía porque la insultaba», aunque «pensaba que le iba a dar solo un susto» pero que, en todo caso, «era mejor que estuviera muerta que viva». La menor, que se había autolesionado en un brazo, repetía una y otra vez que «quería entrar en coma y despertar con 22 años, cuando él salga de la cárcel».

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